El 6 de febrero fue el día más cálido en lo que va de este verano en la capital. A la 1 p.m., en la estación de Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) ubicada en Jesús María, los sensores marcaron una temperatura de 34° y una sensación térmica aún mayor: 37°. Según la institución, las temperaturas continuarán con valores muy por encima de sus niveles habituales hasta marzo.
Lima tiene una característica particular: es una ciudad con clima desértico y carece de lluvias fuertes. Por esa razón, la presencia de árboles, parques y jardines es vital para mitigar los efectos del calor, sobre todo en los meses de verano.
Pero actualmente las áreas verdes representan solo el 1% del total del área urbana de la capital y no están distribuidas equitativamente.
“Siempre habrá mayores temperaturas, por ejemplo, en cualquier lugar del Centro de Lima, en San Juan de Lurigancho, Villa María del Triunfo, San Martín de Porres o Puente Piedra por el norte, mientras que los lugares más cercanos al mar y con parques van a tener un menor impacto de las altas temperaturas. Es importante que las autoridades locales conozcan su clima distrital, para que puedan dar más ordenanzas desarrolladas hacia el confort climático y para que desarrollar sus áreas verdes”, comenta Grinia Ávalos, subdirectora de Predicción Climática del Senamhi.
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Villa María del Triunfo, uno de los distritos más poblamos de Lima, tiene apenas 0.54 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, mientras que Chorrillos –ubicado también en la zona sur– alcanza 9.82 metros cuadrados de áreas verdes por cada ciudadano. La diferencia es abismal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que en las ciudades cada persona tenga por lo menos 9 metros cuadros de áreas verdes cerca o a no más de 300 metros de distancia.
Focos de calor
Por otro lado, en algunas zonas de la ciudad se registran temperaturas mucho mayores que las de lugares situados a pocos kilómetros. Estas se conocen como islas urbanas de calor.
“Las islas de calor son espacios donde el calor se mantiene o se incrementa, debido a algunos factores: el tipo y material de construcción, la poca presencia de áreas verdes, entre otros. Por lo general, esto ocurre en ciudades”, explica Stella Hartinger, codirectora del Centro Clima, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
En términos sencillos, el suelo actúa como una sartén que va acumulando el calor. Sin áreas verdes que mitiguen su impacto directo y materiales de construcción que aumentan su efecto, como el cemento, por ejemplo, se pueden alcanzar temperaturas muy altas.
En la avenida El Sol, en Villa El Salvador, puede encontrarse una isla de calor urbano. En el centro de la extensa vía se creó un corredor destinado a peatones –con bancas de madera y espacios de descanso– y hasta una ciclovía. Pero en un recorrido de varios kilómetros, El Comercio no encontró árboles ni ningún tipo de cobertura para resguardar a los ciudadanos del sol.
Además, Villa El Salvador es uno de los 10 distritos de la ciudad con menos áreas verdes por habitante, con 1.44 metros cuadrados por ciudadano.
A casi 30 kilómetros de distancia, en el Centro Histórico de Lima, hay otra isla de calor en un lugar emblemático y tradicional: la Plaza San Martín.
“Podríamos estar hablando de una isla urbana de calor. Hay diferentes factores. Uno es la falta de áreas verdes. El segundo es que tenemos mucho cemento: el concreto absorbe el calor y hace que se libere en las horas de noche. Eso puede generar mayor sensación térmica. El otro punto es los edificios altos. Al tener concreto, eso ayuda a la absorción de calor. También está el hecho de que tenemos calles muy delgadas con edificios muy altos, lo que no permite que el aire circule de forma adecuada”, detalla Luciana Blanco, investigadora del Centro Clima.
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Salud pública
Pero las altas temperaturas también son peligrosas para la salud. El pasado 5 de febrero, Jim Choy Quispe, de 46 años, murió en Ica producto de un golpe de calor. El diagnóstico médico confirmó una “disfunción multiorgánica, a consecuencia de un shock distributivo y un golpe de calor”.
“Puedes llegar hasta ese nivel, que es mortalidad o fallecimiento por golpe de calor, pero también hay una gama de cosas: cefaleas, mareos, deshidratación y otras cosas. El problema es que los órganos vitales entran en esta incapacidad de regularse. Por eso, acabamos con esas consecuencias”, añade Hartinger.
“Esta es la época en que las infecciones gastrointestinales se incrementan, porque muchas de ellas son transmitidas por bacterias que pueden reproducirse más rápidamente y, con eso, generar un impacto mayor en la salud”, remarca Willy Lescano, director del Centro Clima.
Las consecuencias no son solamente físicas. Este problema también afecta nuestra salud mental. Y como sucede casi siempre, los más afectados son las personas más vulnerables, como niños pequeños, ancianos y familias con menos recursos.