Soy bisnieto del Almirante Miguel Grau y eso constituye para mí un reto en la vida por diversas razones, por lo que ha sido y por lo que representa hasta la actualidad ser su descendiente. Esto supone siempre toda una línea de vida.
Hay que recordar que Grau se embarcó desde muy niño y que la primera etapa de su existencia fue la de un marino, en el mar. Sin embargo, el buque en el que viajaba naufragó y él fue rescatado por la gente de la embarcación. Esa fue una experiencia importante, porque lo formó y posteriormente Grau lo tendrá muy presente en Iquique, cuando decide rescatar a los náufragos chilenos (de la Esmeralda).
No obstante su vida en el mar, Grau fue también un hombre de salón, pero esta faceta la pudo haber aprendido cuando se casó. Es posible que no le haya sido fácil porque él era un viejo lobo de mar y, por entonces, al momento de casarse, casi tenía 33 años, de los cuales alrededor de 20 habían transcurrido en el mar. Además su esposa era bastante más joven que él, pero Grau no desentonó en ese mundo, tuvo grandes amigos e, incluso, fue invitado a ser socio del Club Nacional, que es un club muy exclusivo, sin dejar de lado que en un momento de su vida, cuando era comandante del Huáscar, con un grupo de peruanos marinos, militares y civiles se reunieron para formar el Club de la Unión con la finalidad de unir al país. En realidad esa es la razón por la que se formó este conocido club, ubicado en la Plaza de Armas de Lima.
Además de marino experimentado, Miguel Grau fue un padre de familia ejemplar y un buen esposo. Pero fue también un gran hermano, se acercó mucho a sus hermanas y hasta las tuvo en su casa, en ella vivieron juntos.
Debemos tener en cuenta también el amor y el respeto que Miguel Grau tenía por sus padres. A veces se deja un poco de lado a los padres, pero consideramos que ellos son los que ponen ese granito en la formación del hombre, porque este se forma esencialmente entre los 5 y los 6 años de edad y se educa sobre la base de lo que ve en su casa y luego de lo que va ocurriendo a lo largo de su vida y también de la gente que tiene a su alrededor.
En general, Miguel Grau fue un marino y un hombre que hoy nos sirve de ejemplo, nos transmite y nos enseña aún los valores que lo acompañaron durante toda su vida, especialmente el profesionalismo, la lealtad, el amor a su familia, la honradez, así como el cariño y el profundo amor que tuvo por su país.