¿Cómo se mueve la gente en Lima? ¿Cómo se desplaza? Un 25% lo hace a pie, promedio inferior a otras metrópolis. Un 50% en transporte público y el 25% restante en transporte privado. Lima es la capital con el peor transporte en América Latina a pesar de tener solo 120 vehículos por cada 1.000 habitantes, que es la mitad del promedio de la región.
El inconveniente es que tenemos un exceso de unidades de transporte público. Hay una congestión artificial, en la que concurren demasiados taxis, mal estado de las vías, deficiente sistema vial, exceso de rutas, falta de semáforos, déficit de estacionamientos, falta de cultura cívica, la postura del “hago lo que me da la gana”, entre otros factores.
Todo en Lima parece estar fuera de sitio. Frente a esta crisis el alcalde de Lima, Luis Castañeda, acaba de anular los corredores viales, aprobó el regreso de las combis con rutas negociadas y suspendió el sistema de recaudo. Pero sin ninguna alternativa a cambio. Solo el anuncio de algunas obras.
La verdad es que Susana Villarán no hizo la reforma del transporte. Pero sí dejó las condiciones para iniciarla. Las negociaciones con el conflictivo gremio de transportistas estaban encaminadas y el desarrollo urbano de Lima orientado en ocho ejes viales, con el Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano (PLAM) como guía.
Quien diga que puede arreglar el problema del transporte en Lima en el corto plazo miente. Es imposible. Pues se requiere de grandes inversiones en infraestructura de transporte público y reemplazar el modelo de movilidad urbana con otro patrón empresarial. Debe haber también una sostenida campaña de valores y la existencia de una autoridad única.
Una reforma debe obedecer a una imagen de ciudad y definir los medios de desplazamiento de sus habitantes, en el camino a esa imagen.
¿Cómo puede elaborar Castañeda una hoja de ruta? Con el Plan Regional de Desarrollo Concertado aprobado y el PLAM formulado, solo tendría que hacerle reajustes, someterlo a discusión con los distritos, y consensuar prioridades.
Con ese paraguas, la administración actual podría: a) Adoptar el modelo de expansión urbana y densificación para Lima. b) Priorizar la movilidad urbana como estrategia para ordenar la capital. c) Promover en cada distrito la elaboración de su plan urbano en el marco del PLAM, priorizando el tema de movilidad. d) Elaborar un plan de contingencia concertado que identifique puntos críticos (falta de semáforos, diseño vial, ola verde, estacionamientos con nueva normatividad que exija máximos y no mínimos, urbanitos, ciclovías, áreas peatonales) que pueden ser atendidos en seis meses mientras se avanza con la reforma de todo el sistema.
Un aspecto medular es que los distritos puedan ser entidades implementadoras de las soluciones locales con el municipio provincial. Y el provincial a su vez tener como socio al Gobierno Central.
Lima pierde calidad de vida y US$8.000 millones al año por la irracionalidad del sistema. Como lo pagamos todos, la autoridad mira al techo. Es hora de exigir algo mejor.