
Cinco andenes de seis metros de altura, grass artificial, una sola escalera de ingreso a un mirador y bancas sin sombra. Así es la nueva obra entregada por la Municipalidad de Lima en el malecón Castagnola, en la Costa Verde de Magdalena. Una construcción en un área de 5 mil metros cuadrados que ha sido cuestionada por especialistas en urbanismo.
La intervención de esta zona de la Costa Verde nació como respuesta a los constantes deslizamientos de piedras. Uno de ellos, ocurrido en agosto del 2019, propició un estado de emergencia por tres meses que derivó en la necesidad de estabilizar el talud. Según la Municipalidad de Lima, el nuevo sistema de andenes tiene esa función: prevenir desprendimientos y, por lo tanto, accidentes en la Costa Verde. La obra costó 7 millones de soles y estuvo a cargo del Consorcio Circuito, conformado por el Grupo H Y S S.R.L. y RCH contratistas generales sociedad anónima cerrada.

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La idea de construir andenes en la Costa Verde no es nueva. Ya desde el año 1999, la entonces directora del Instituto de Investigación de la facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la UNI, arquitecta Victoria Ramos, hablaba en una entrevista con este Diario sobre la construcción de andenería y terrazas como una solución a los desprendimientos. El arquitecto y urbanista Jorge Ruiz de Somocurcio es otro especialista que ha tocado el tema. En el 2016 presentó un proyecto elaborado junto al fallecido ingeniero Julio Kuroiwa para construir andenes en distintos puntos del acantilado que comprende seis distritos. El problema, dice hoy a El Comercio, es que la reciente intervención municipal atiende apenas un tramo, no incluye construcciones aledañas ni una visión integral.
“Lo que Castagnola es un parche y quieren bombos y platillos por un parche. La Costa Verde es la cenicienta de los espacios públicos, es un viaducto con proyectos aislados que no se conectan con el mar. No hay un plan de manejo de acantilados. El último plan de la Costa verde que existe tiene 25 años, lo dejé yo y es obsoleto porque hay un nuevo concepto de ciudad. El alcalde preside la Autoridad Autónoma de la Costa Verde y no da más”, dice.
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Imagen y función
En la presentación del nuevo malecón, el alcalde Jorge Muñoz dijo que además del sostenimiento del talud, la obra “será un atractivo para vecinos y turistas; en total serán más de 140 mil personas las que se beneficiarán de forma directa e indirecta”. Los cuestionamientos de expertos consultados por este Diario tocan precisamente el aspecto paisajístico y de utilidad para el visitante. Este Diario comprobó que el puente que lleva al mirador se encuentra cerrado al público.
El arquitecto Oscar Apaza, miembro de UDEAL, organización que agrupa a profesionales y estudiantes de temas urbanos; Mariana Alegre, directora de Lima Cómo Vamos, y la urbanista Sofía García coinciden en que, aún siendo necesaria una intervención estructural para estabilizar el talud, la obra presentada rompe con el paisaje, presenta riesgos en seguridad ciudadana y hasta tiene componentes antiestéticos.
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Uno de esos elementos cuestionados es el uso césped sintético – “grass artificial ecosostenible”, en palabras de la comuna –. “Es comprensible que técnicamente no se puede colocar grass porque implica regarlo y erosiona el piso. Pero ¿por qué simularlo? No tiene sentido no solo en términos de lo estético sino de lo práctico porque se va a deteriorar tarde o temprano. ¿Por qué no considerar soluciones paisajistas integrales al entorno, pensar en biotopos desérticos?”, señala Alegre.
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Los riesgos de seguridad ciudadana, de acuerdo con Apaza, tienen que ver con la construcción de una sola vía de ingreso y salida a un mirador que se encuentra aislado de zonas de tránsito peatonal. Menciona el concepto de “ojos de la ciudad” que habla sobre la sensación de seguridad que brinda las oportunidades de ser visto por otras personas a través de ventanas de casas, comercios o lugares concurridos. “Eso no está contemplado. El mirador solo tiene una salida. Necesitaría presencia de un policía o sereno las 24 horas”, opina.
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Al no incluir intervención de las edificaciones aledañas, Apaza agrega que se mantiene el riesgo de desprendimiento o derrumbes en caso de sismos. “La andenería disminuye el riesgo en ese lado puntual. En los sitios aledaños hay una carga de infraestructura que no solo son los edificios pegados al bordo sino todas las construcciones cercanas. No ha sido competencia de la Municipalidad de Lima darles licencia, pero este proyecto en particular no es una mitigación real de riesgos más allá de ese solo punto”, añade.
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La obra tampoco cuenta con rampas por lo que resulta inaccesible para personas con discapacidad y dificultades de movilización, y no incluye sombras para los visitantes al mirador.
Para Alegre, este tipo de intervenciones aisladas demuestran la ausencia de un compromiso real con espacios públicos que sean funcionales y estéticos al mismo tiempo. “Se necesitan obras que presten atención a la seguridad de suelos, pero con oferta de calidad. ¿Por qué tener una visión tan poco amable con la idea de tener una ciudad bonita?. Una alfombra de jardín sintético no representa la ciudad que queremos”, agrega.
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En octubre del año 2019, el Concejo Metropolitano de Lima aprobó establecer una franja intangible en la plataforma superior del acantilado de la Costa Verde para prohibir construcciones al borde en los distritos ribereños. La urbanista García recuerda con la idea de esta iniciativa era que se se regulen todas las construcciones e implementen estrategias integrales en el acantilado. Algo que, en su opinión, con el tramo de Castagnola no se ha cumplido.
“Había una necesidad urgente de darle estabilidad a esa parte del talud. Eso se entiende porque se ha cargado con mucho peso a un acantilado que tiene partes de suelo de roca y otros de relleno sanitario. Pero no hay ninguna sensibilidad con el paisaje urbano ni natural. No hay integración con el territorio. Las convocatorias deben incluir a urbanistas y paisajistas que puedan integrar el espacio público con las necesidades técnicas de seguridad”, agrega.
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El Comercio intentó comunicarse con el alcalde Jorge Muñoz y el área de prensa de la Municipalidad de Lima para conocer más detalles de la obra, pero al cierre de esta nota no fue posible.
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La Municipalidad de Magdalena, por su parte, reitera que era una necesario brindar estabilidad al acantilado en este tramo de la Costa Verde porque se trata de una zona rellenada con material de desmonte en la década de los 60. Esto y el “manejo inadecuado y poco responsable de las áreas verdes durante décadas” motivaron los constantes derrumbes. Luego del desprendimiento de rocas de agosto del 2019, una de las primeras acciones de la comuna distrital fue la suspensión del riego tradicional para ser reemplazado por un sistema de aspersión. Sobre el diseño final de los trabajos, Magdalena aclara que estuvo a cargo de la gestión de Jorge Muñoz.
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