La movilidad y los estacionamientos, por Angus Laurie
La movilidad y los estacionamientos, por Angus Laurie
Angus Laurie

Lima sigue creciendo. La población aumentó de 8,4 millones de habitantes a 9,5 millones entre el 2007 y el 2017, según el INEI. En paralelo, la ciudad está desarrollándose en el ámbito económico. Según un estudio desarrollado por el BID, entre el 2005 y 2014 la clase media creció en todo el país de 12% a 51% de la población.

Mientras los datos reflejan una realidad positiva, el crecimiento genera una externalidad negativa ya que aumentan el parque automotor, el tráfico, el tiempo perdido para los choferes y la contaminación. Otras ciudades utilizan políticas de gestión que regulan el uso de estacionamientos para controlar y desincentivar el uso del automóvil. En Lima la situación es al revés.

Hoy en día, los distritos en Lima requieren una cantidad mínima de estacionamientos por departamento. En algunos piden 0,5 plazas por vivienda, y otros piden hasta 3 estacionamientos por departamento dependiendo del número de dormitorios. En paralelo, todos los distritos requieren de una enorme cantidad de estacionamientos para edificios de oficinas o edificios comerciales, a pesar del poco uso de ellos. El resultado es el incentivo en el uso del automóvil por parte de las municipalidades, y un enorme gasto en el área construida que queda abandonada, y con poca probabilidad de ocuparse en el futuro.
Sin embargo, el problema más grave de estas políticas es que incentiven el uso del automóvil en vez de limitarlo. Existe una relación causal entre la provisión de estacionamientos privados y el uso del automóvil en las ciudades de Estados Unidos según un estudio escrito por la Universidad de Connecticut.

El cambio de gestión en Lima Metropolitana es un buen momento para replantear estas políticas. En particular, es un tiempo ideal para establecer un límite máximo de estacionamientos por vivienda en vez de un mínimo.

Aunque el sistema de transporte público masivo está en desarrollo, hoy en día, hay una revolución de movilidad que está siendo experimentada en el mundo. Mientras Lima está un poco atrás en relación a otras ciudades, uno puede apreciar que los aplicativos de taxis y sistemas de bicicletas públicas están apareciendo, y hay más por venir.

En Europa, por ejemplo, ya existe una plétora de opciones para movilizarse dentro de las ciudades. En Madrid, por ejemplo, el aplicativo Chipi indica el tiempo de viaje y el costo para caminar, ir en transporte público, ir en taxi o ir en uno de estos variados sistemas de movilidad alquilados incluyendo scooter eléctrico, bicicleta, auto compartido o moto compartida. Uno puede manejar una bici para ir a una reunión y regresar en una moto. Con esta diversidad de sistemas de movilidad, ya no es necesario tener un auto propio para la gran mayoría de personas.

En EE.UU., por ejemplo, los economistas han concluido que la venta de automóviles ya llegó a su pico por la llegada de nuevas opciones de movilidad como los autos compartidos. En las próximas décadas, solamente se incrementará la tendencia.

Por estas razones, en Lima las municipalidades no deberían exigir que inversionistas incluyan estacionamientos en la construcción de nuevos edificios. Ese es un riesgo que debería ser posible asumir.

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