El SOT3 EP Miguel Ángel Ramírez se recupera en el Hospital Militar, en Jesús María, de una fractura en el húmero derecho (Foto: Anthony Niño de Guzmán).
SOT3 EP Miguel Ángel Ramírez, sovreviviente del Vraem

El SOT3 del Ejército Miguel Ángel Ramírez Mejía, chiclayano de 27 años, se recupera en el Hospital Militar de . El jueves pasado, él y un compañero fueron atacados por la facción senderista de los Quispe Palomino en el distrito de Canayre, en Huanta, . “Teníamos la información de que un mando importante estaría en determinado punto. Así que, a las 6.30 a.m., nos enviaron a la zona. Fuimos tres patrullas: del Ejército, la FAP y la Marina”, cuenta.

Ramírez iba en la punta, liderando el reconocimiento del terreno. Lo seguía su mejor amigo, Wagner Lozano Mozombite. “El terreno era agreste y luego de dos horas mi compañero y yo nos detuvimos porque los demás se habían quedado atrás. Al rato me insiste en que debíamos seguir con el reconocimiento y pasó adelante. Estaba a unos siete metros de mí cuando le dispararon y cayó al suelo”, narra.

Ramírez se lanzó hacia unas plantas e intentó repeler el ataque, pero el brazo derecho no le obedecía. “Me disparaban por el frente, por la derecha y por la espalda. Quería coger el fusil y no podía. Me di cuenta de que tenía el hueso fracturado, la carne despedazada y sangre por todos lados”, asegura.

Por la radio explicó a las patrullas que habían sido emboscados. Sacó su kit de primeros auxilios y trató de detener la hemorragia. Al rato llegaron los infantes de Marina. “¡Corre! Nosotros te cubrimos”, le dijeron. Mientras huía volvieron a dispararle.Una batería lo salvó de recibir un balazo en la espalda. El proyectil de calibre 5,7 agujereó su mochila y quedó incrustrado en una de las pilas extra que Ramírez cargaba para el visor nocturno. 

“Estaba casi blanco cuando el paramédico me atendió. ‘¡No te duermas!’, me gritaba”, recuerda.Ya con el suero en mano, pudo ver el cadáver rescatado de su amigo. “Nunca se abandona a un compañero, así esté muerto”, dice. A Lozano le habían disparado en el entrecejo y la garganta.

—Infancia difícil—
A Ramírez lo criaron su madre y su abuela materna. Tenía solo cinco años cuando su padre falleció. Siendo el mayor de tres hermanos, se vio obligado desde los ocho a vender marcianos en la calle. A los 12 años comenzó a trabajar en construcción civil cargando piedras y adobes. “También me metía a las chacras a ayudar en la siembra de arroz o me iba a Chimbote con mis tíos, que eran pescadores”, cuenta.

A los 18 se enlistó en el servicio militar y de inmediato fue destacado al Vraem para relevar a los sargentos que habían cumplido dos años en la zona de emergencia. En el 2016 ingresó a la Escuela de Suboficiales del Ejército y,tras graduarse, pidió volver al Vraem. Ahora pertenece al comando 19 del Ejército, una unidad de élite, y se ha especializado en fuerzas especiales. Ha sobrevivido a tres enfrentamientos con narcoterroristas y salió ileso de los dos primeros.

Uno fue el 7 de abril del 2012, en el distrito de San Martín de Pangoa, en Satipo, Junín. "Era un terreno hostil. Nos enviaron a comprobar la existencia de campamentos y, de haber niños, rescatarlos. Éramos unos 20. Nos tomó 7 días llegar", recuerda.

Lo que encontraron fue un campamento abandonado, quizás 6 meses atrás. Había botellas chancadas, techos de paja caídos y deteriorados. La vegetación se había vuelto a apropiar del camino. Así que los soldados emprendieron el retorno. "Estábamos yendo a un punto para que el helicóptero nos saque cuando, desde unos platanales, le dispararon al teniente Jesús Delgado Nauta, que estaba coordinando la salida por radio". 

Una bala erró y cayó en el fusil del oficial. Las otras dos le dieron en el cerebro y el hígado. Ramírez se tiró al piso y lanzó una ráfaga hacia el escondite de los narcoterroristas. 

La segunda emboscada fue el pasado 9 de agosto, cuando iban a darle seguridad a una patrulla de La Marina. "Los marinos tenían a un herido de bala. Le había disparado en la mano y esta se estaba infectando. Nosotros debíamos prestarles los primeros auxilios ayudarlos a salir de la zona. Nos tomó dos días y en ese tiempo, nos detectaron", dice.

Estaban a unos 300 metros del punto de donde los recogería el helicóptero. El SO3 FAP Elmer Quispe Ríos le dijo a Ramírez que lo relevaría en la delantera. "Ustedes están cansados", le dijo y avanzó con sus compañeros para despejar el terreno. Un minuto después, Ramírez lo vio caer: "Le dispararon desde un punto alto. '¡Ayúdame!', me dijo. Repelimos el ataque y cuando fuimos a examinarlo vimos que la bala le había entrado por un hombro y salido por el otro. No había nada que hacer. Lo evacuamos, tratamos de detener la hemorragia. Resistió dos minutos".

—Lenta recuperación—
Ramírez ha sido sometido a dos intervenciones de limpieza exhaustiva de la herida. Hoy ingresará al quirófano para que los médicos del hospital militar le reconstruyan el brazo. “Me han dicho que la recuperación será lenta. Pero, en cuanto suelde el hueso, quiero volver al Vraem”, dice. "Si Dios me da fuerzas, voy a seguir entrando hasta que esta delincuencia terrorista acabe", agrega.

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