"En vez de reaccionar como siempre, podríamos planificar."
"En vez de reaccionar como siempre, podríamos planificar."
Angus Laurie

Esta semana, el Consejo de Ministros aprobó el Plan para la Reconstrucción con Cambios. El documento establece las estrategias para invertir S/25 mil millones en la reconstrucción de las áreas del Perú afectadas por El Niño costero de este año.

Según El Comercio, el 77% de esta inversión está destinada para la rehabilitación o reconstrucción de infraestructura dañada por el fenómeno climático. La idea es reubicar a quienes estaban viviendo en zonas de alto riesgo. Según la Ley 30556, las regiones y el Ministerio de Vivienda pueden declarar estas zonas como intangibles. Esto disminuiría el riesgo en futuros eventos similares.

Según Pablo de la Flor, director de la Autoridad para la Reconstrucción, el 21% del presupuesto incluido en el plan (S/5,4 millones) va a la prevención y la preparación para estos eventos extremos como consecuencia del calentamiento global. Este tipo de inversiones en infraestructura de prevención incluyen la gestión integral de las cuencas y obras para el encauzamiento y escalonamiento de ríos.

Al revisar cómo ha ido cambiando el impacto de El Niño a través de los años, desde 1983 a 1998, y finalmente en el 2017, se puede apreciar una clara tendencia a que las lluvias anómalas estén distribuidas en una mayor área de la costa del país.

Una gran parte del impacto de El Niño del 2017 pudo haber sido evitada si las municipalidades simplemente hubieran gastado sus presupuestos de prevención para lo que estaban destinados. En Lima, como en otras provincias, la municipalidad solamente gastó una pequeña porción de su presupuesto para prevenir desastres en el 2015-2016. Esto es producto, en parte, de una cultura de reacción en vez de planificación, y sin duda, es un problema agravado por los cortos ciclos electorales.

Quizás hay algo del proceso del desastre y reconstrucción del 2017 que podríamos aprender y aplicar al riesgo sísmico también. El 15 de agosto, El Comercio publicó un artículo en el que se menciona que Lima es la ciudad más vulnerable a un sismo a escala mundial, debido a una acumulación de energía que podría generar un terremoto de entre 8,5 y 8,8 grados.

Existen mapas del riesgo sísmico de Lima que están mayormente basados en estudios geotécnicos. Hay poca información sobre riesgo estructural de los edificios que quizás es mucho más relevante. Alrededor del 70% de las viviendas de Lima son autoconstruidas y se podría empezar con esta cifra como una indicación de los predios con un alto riesgo sísmico.

Aprendiendo de las lecciones de El Niño, las entidades públicas podrían empezar a ser proactivas. Quizás no podrían reconstruir el 70% de Lima, pero podrían, por lo menos, mejorar la infraestructura como los puentes, hospitales y estaciones de bomberos que fueron construidos antes de la creación de normas antisísmicas en la década de 1970. En vez de reaccionar como siempre, podríamos planificar. 

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