Eran aproximadamente las 9 de la noche del 16 de julio de 1992 cuando dos coches-bomba cargados con 400 kilos de anfo y dinamita explotaron en la segunda cuadra de la calle Tarata, en Miraflores.
El atentado perpetrado por Sendero Luminoso, uno de los más feroces que Lima sufrió en 12 años de terrorismo, mató a 25 personas e hirió a otras 155. La explosión dejó en escombros varios edificios.
Esa misma noche, los terroristas hicieron otras explosiones en distintos lugares de la ciudad. En Villa María del Triunfo una torre de alta tensión fue derribada y los terroristas tenían planificado explotar otro vehículo en la comisaría del lugar, pero la bomba logró ser desactivada a tiempo.
También hubo detonaciones en el primer puerto. El objetivo era la comisaría. En La Victoria, se cometieron otros dos atentados con explosivos: en las instalaciones del Banco Latino, ubicado en el cruce de Parinacochas y México; y en el grifo del jirón Huánuco con Isabel La Católica.
Han transcurrido 27 años desde aquella fatídica noche en Miraflores y la mayor parte de las víctimas del atentado en Tarata no han sido reconocidas ni recibieron una reparación.
El juicio por el atentado de Tarata contra el cabecilla terrorista Abimael Guzmán y la cúpula de Sendero Luminoso está en su fase de pruebas. Hay muchas víctimas de este hecho criminal que a 27 años de lo ocurrido aún esperan justicia.