Han pasado menos de 15 minutos en el cruce de la Vía Expresa y la Av. 28 de Julio, en La Victoria, y Mónica Ponciano Torres ya ha recibido más de tres insultos. Ella sabe que es una de las más odiadas por los choferes de la ciudad, pero después de 14 años como policía de tránsito dice que ha aprendido a manejarlo. “Te denigran, te bajan del carro, te gritan groserías, y una tiene que quedarse callada. Hay una impotencia tremenda que simplemente tienes que controlar”, cuenta la suboficial de tercera.
Mónica no es cualquier policía. En 1999, cuando el gobierno de entonces decidió relevar a los hombres de la Policía de Tránsito por la alta cifra de corrupción que había en la institución, Mónica fue una de las primeras que debieron demostrar que las mujeres podían enfrentar al monstruo de la capital: los malos choferes.
“La primera vez que salí fue un caos. No existía el corredor Tacna ni la vía expresa Grau. Me acuerdo que fue en Abancay con Emancipación. Era terrible. Para mí era un castigo. Me dio pánico salir”, cuenta Ponciano mientras relaja la seriedad.
El primer temor fue vencido: sus brazos lograron calmar a la ola de buses y peatones que peleaba en la vía. Con tres hijos encima y tres accidentes que la mandaron al hospital, Ponciano no declina e insiste en su vocación: “¿Dejarlo? No,yo no me bajo de la moto”.
Graba a los coimeros
Cuando los choferes se acercan a Estefany Cerro Flores lo hacen sin temor. No sospechan que, a sus 25 años, Estefany es una de las más jóvenes incorruptibles de la División de Tránsito Sur 1.
Antes de ir a sus operaciones, Estefany, además del casco, el pito y el chaleco, lleva consigo pequeñas cámaras ocultas en lapiceros, lentes o en su ropa. “Siempre soy bastante precavida. Mi papá, que también es policía, me enseñó a serlo”, cuenta la suboficial de tercera.
Y no es para menos. Su audacia la ha llevado a denunciar a 60 choferes que intentaron coimearla en apenas dos años. “Tampoco soy abusiva, cuando me muestran el dinero les aviso que los estoy grabando. El problema es que no me creen”, indica la joven policía.
Estudió y aplica la psicología
Roxana Mauricio tiene 26 años y no ha encontrado mejor manera de enfrentar el estrés y los dolores de cabeza que le ocasionan los choferes que estudiando psicología. “Partió del hecho de tratar de comprender al otro. En la experiencia de vida comprendí que para poder ayudar hay que mejorar”, indica la suboficial de segunda.
La rutina de viajar desde San Juan de Miraflores hasta La Victoria no la ha amilanado; sin embargo, sí reconoce que ha sido todo un sacrificio estudiar y dirigir el tránsito por más de diez horas diarias.
Las agresiones tampoco le han sido ajenas. El pasado 16 de julio, un chofer la embistió con una combi para evitar ser multado. “No me asustó, es uno de los riesgos que asumo”, dice.
Según el director de la Policía de Tránsito, Roger Paredes, las agresiones contra las agentes son diarias porque los infractores no están acostumbrados a que sus ‘propinas’ sean rechazadas.
“Es una nueva era de incorruptibles”, sentencia.