Gichín Gamarra es recepcionista, tiene 34 años, vive en el Callao y todos los días se dirige a su trabajo ubicado en Jesús María. Dice tener una vida normal, pese a que hace siete años fue diagnosticado como portador del VIH, causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
“En el 2007 me realicé una prueba de descarte, ya que inicialmente me diagnosticaron una infección de transmisión sexual [ITS]. Temía lo peor, hasta que finalmente el médico confirmó que se trataba del VIH. Sin embargo, nunca lo vi como una condena de muerte y hoy mi salud es estable. Ser seropositivo en el Perú ya no es una tragedia”, explica Gamarra.
Él es uno de los 54.611 peruanos que han sido diagnosticados como portadores del VIH desde 1983, año en el que se detectó el primer caso de sida en el Perú. Gichin no integra la lista de 32.221 pacientes que han desarrollado el sida en ese lapso de tiempo, según estadísticas del Ministerio de Salud (Minsa) actualizadas a setiembre del presente año.
No obstante, la entidad estatal estima que hoy en día existen unas 65.000 personas en el Perú que viven con el VIH. De ellos, poco más de 30.000 personas no han sido debidamente diagnosticadas.
Carlos Benites Villafane, coordinador nacional del Minsa para la estrategia de prevención y tratamiento del VIH/sida, señala a El Comercio que este vacío en los diagnósticos responde a que estas personas no han podido tener acceso a las pruebas de tamizaje y descarte.
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