Es uno de los arquitectos y diseñadores más importantes del mundo contemporáneo. Su nombre comenzó a hacerse conocido en la década de 1980, como parte de movimientos como Memphis que transformaron el diseño y les dieron a los objetos un valor estético, a la par de su funcionalidad. Justamente, en 1987, Michele De Lucchi y Giancarlo Fassina crearon la célebre lámpara Tolomeo que, a partir de sus brazos gráciles y movibles, significó toda una revolución por su concepto aparentemente simple, bello y amigable. “Sus mecanismos son visibles y fáciles de entender, creo que esto da una sensación de calma y tranquilidad”, expresa ahora el arquitecto nacido en Italia, en 1951, al recordar una de sus más apreciadas creaciones.
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Esa misma sensación quiere transmitir en cada uno de sus trabajos que abarcan desde muebles y objetos hasta oficinas y edificios construidos en Italia y en diversas partes del mundo, así como en conceptos como las Earth Station, con los que persigue crear nuevos tipos de emplazamientos que apuesten por fomentar las relaciones humanas en una época marcada por los algoritmos o signada por el miedo —como en la actual pandemia—, y por los peligros derivados de la crisis ambiental.
Conversamos con Michele De Lucchi, fundador del estudio AMDL Circle, antes de su participación en la IV edición del Día del Diseño Italiano, actividad organizada por la Embajada de Italia, el Istituto Italiano di Cultura y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUCP. Su conferencia virtual, el próximo 5 de noviembre, se titulará “El valor de la Investigación: Earth Stations”.
La interacción como necesidad
A lo largo de la historia, las pandemias han cambiado hábitos, costumbres, ¿cómo vislumbra el futuro posterior al coronavirus? ¿Qué conceptos debemos cambiar y que otros preservar en cuanto al diseño y la arquitectura?
Para Loris Malaguzzi, el pedagogo que inspiró el famoso ‘Enfoque Reggio Emilia’, en el desarrollo cognitivo infantil, después de la familia y la sociedad, el medio ambiente es el tercer educador. La propia arquitectura debe aprender a desaprender: creo que uno de los elementos claves es la transformación, la reprogramación de los espacios; edificios literalmente sensibles que sepan interactuar con las nuevas necesidades de la sociedad contemporánea, en continua evolución. Este es uno de los conceptos fundamentales del proyecto de investigación ‘Education Stations’ que presentaremos en 2021 en la Bienal de Arquitectura de Venecia.
En la definición de su proyecto de las Earth Stations mencionaba que buscaba crear “un nuevo tipo de edificios diseñados para fomentar las relaciones humanas”, ¿Ha cambiado la pandemia esta concepción, ahora cuando se ha impuesto el distanciamiento social y la cuarentena?
El distanciamiento es una urgencia, la interacción es una necesidad fundamental del ser humano. La relación con los demás puede tomar diferentes formas, expandirse en el espacio —o en el tiempo— según las necesidades seculares, pero sigue siendo una característica fundamental de nuestra humanidad. El proyecto de Earth Stations siempre investiga arquitecturas compartidas, ya sean espontáneas o planificadas, en todas las escalas, las heroicas y monumentales, pero también las inspiradas en las reflexiones generadas por la pandemia; es decir, aquellas íntimas y recogidas que facilitan momentos de reflexión y relación individual con la naturaleza, o para regenerar la creatividad del individuo, que se llaman ‘Atelier Stations’. La creatividad misma, la auténtica, es relacional: la creatividad en pleno sentido es la que desencadena la creatividad en los demás.
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El trabajo y la educación desde casa comienzan a imponerse en el mundo, ¿cuánto deben cambiar la disposición de los espacios en las viviendas de aquí al futuro, teniendo en cuenta, además, que el tamaño de estas se ha reducido en las grandes ciudades?
Sin duda, tanto la oficina como el hogar se encuentran en medio de una gran transformación, que comenzó antes de la pandemia, pero que la pandemia ha acelerado y quizás enfocado. El hogar, o el espacio doméstico como tal, no es un lugar para dormir, sino que se ha convertido en un lugar para vivir y trabajar. Los hoteles ya no son edificios donde vas a dormir, al contrario, son lugares para pasar momentos de calidad durante el día. La relación entre el espacio exterior y el espacio interior se ha convertido en una cuestión fundamental. Los tamaños mínimos de la ciudad, los espacios residenciales de cuarenta metros cuadrados, serán los primeros en ser cuestionados, quizás reemplazados por la muy nueva y muy antigua idea de hogar.
Una de sus grandes preocupaciones también ha estado centrada en los lugares de trabajo, con interesantes aportes como su instalación The Walk ¿las oficinas deberán adaptarse también a esta nueva normalidad?
Los espacios de trabajo contemporáneos deben concebirse ante todo como espacios de intercambio de ideas. Las oficinas en el sentido tradicional, con una fila de escritorios sin espacios para la interacción, ya no tienen sentido. El espacio de trabajo es un lugar que alberga la principal fuente de nuevas ideas: las interacciones programadas y espontáneas. La calidad de vida en la oficina se ha convertido en uno de los principales criterios que orientan la elección de un puesto de trabajo en las nuevas generaciones. Durante el periodo covid, y el bloqueo más estricto al que nos hemos enfrentado en Italia, el estudio quería aprovechar el momento de la limitación física como una oportunidad para la libre circulación del pensamiento. Así nacieron diez investigaciones, y una de estas temáticas está dedicada a los espacios de trabajo, que renuevan la relación con el tiempo de calidad y también la separación entre exterior e interior. La ventana, por ejemplo, deja de ser un elemento de separación entre el interior y el exterior y se convierte en un espacio habitable, como las bow-windows, para permitir que los que permanecen en el interior estén en contacto con un paisaje exterior que es por definición inspirador, ya que evoluciona constantemente.
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Los edificios simbólicos
El diseño y la arquitectura experimentaron grandes cambios desde la mitad del siglo XX hacia delante y usted fue parte de esa transformación. Con desafíos actuales como el cambio climático y la escasez de los recursos del planeta, ¿de qué manera el diseño y la arquitectura deben hacer frente a esta realidad? ¿Qué materiales constructivos deberían usarse y cuáles deberíamos dejar de lado?
En ADML Circle, el grupo de diseñadores del que soy fundador y parte, nos inspiramos en el concepto de sostenibilidad de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, para lo cual la sostenibilidad es tripartita y debe entenderse al mismo tiempo como ambiental, económica y social. El sentido de responsabilidad hacia el planeta no se puede resolver en un discurso de alteridad del hombre y sus construcciones por un lado, y la naturaleza por otro. Como oficina, uno de nuestros valores fundacionales es diseñar arquitecturas reprogramables. Un edificio debe diseñarse para que se convierta en muchas cosas durante su existencia y, sobre todo, para tener en cuenta las necesidades de las generaciones futuras. Al mismo tiempo, un enfoque basado en valorar el proceso de diseño puede generar sostenibilidad, en un futuro que no podemos predecir. Por ejemplo, pensemos en el valor simbólico de un edificio, más allá de su función comercial. Los edificios simbólicos, que se han convertido en monumentos, se encuentran en este sentido entre los más sostenibles del planeta, porque cumplen una función que permanece iridiscente y viva para las generaciones futuras. El valor de la artesanía y de las técnicas tradicionales al servicio de los proyectos contemporáneos también contribuyen enormemente a las cuestiones de sostenibilidad social y medioambiental. Considere que pudimos completar una producción, incluso durante la emergencia pandémica, precisamente porque las piezas en exhibición —en este caso alfombras anudadas a mano— fueron producidas por artesanos apoyados por una fundación que les permite trabajar desde casa, para poder estar cerca de sus familias y de su propio núcleo social. Es un ejemplo de cómo una elección de valores se transforma, de forma impredecible, en sostenibilidad social. En los edificios que diseñamos, la creación de espacios abiertos con posibilidades de uso diferentes y en constante evolución, nos permite ser sostenibles con respecto a la idea misma de utilizar un edificio, sin pretender saber lo que será en el futuro.
El celular debe ser hoy el objeto más usado en el mundo, ¿qué opina del cambio actual de muchos objetos por gadgets tecnológicos?
La tecnología es una herramienta muy valiosa si está pensada para la calidad de vida física e intelectual humana. Es cierto que hoy un objeto con una función puramente estética ya no tiene sentido en el diseño. Dicho esto, el teléfono móvil será el más difundido, pero a mí me gusta pensar que la herramienta más utilizada en el mundo son las manos. Las manos son la herramienta más cercana a la mente que tenemos. Debemos recordar que los teléfonos móviles fueron diseñados por manos y mentes. En los proyectos que producimos en el estudio nos gusta combinar tecnología avanzada con sabiduría artesanal. La combinación de estos dos elementos aparentemente distintos nos permite a los arquitectos y diseñadores recordar continuamente cuál es el objetivo final de nuestros diseños. Probablemente nunca lo alcanzaremos, pero la ruta es hermosa y aún queda un largo camino por recorrer.
La conferencia
La conferencia de Michele De Lucchi será el 5 de noviembre, a las 13.00, y se transmitirá por la página Facebook de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo PUCP. El público se puede conectar de manera gratuita a través de este link. Se podrán hacer preguntas al arquitecto al final de la conferencia.
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