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Exposición: La omnipresencia del espíritu inca - 1
Redacción EC

OSCAR BERMEO OCAÑA

La rígida y convencional concepción de museo se rompe cada vez que interviene una galería. Bajo la figura señera del inca, la artista genera una atmósfera particular en la cual se gestan nuevos significados.

“No me interesan las piezas arqueológicas con miles de años de antigüedad. Me quedo fascinada con una envoltura de chocolate, un frasco de alcohol, una pomada, esas cosas donde la referencia al inca esté presente”, señala.

En la Sala Luis Miró Quesada Garland, se abrió la novena entrega de su proyecto Museo Neo Inka. Inmersa en esta causa desde hace 15 años, Susana decidió darle un pequeño giro a la mirada histórica y sociológica que puede detectarse en sus piezas. La racionalidad tiene menos espacio en esta oportunidad.

“En las últimas ediciones quizás estuve dando un giro hacia lo científico, lo ordenado, hacia el lado más conocido del museo. De pronto me dije no. La razón y la ciencia nos dan seguridad, pero nos hacen perder el lado delirante que es muy necesario. En estas piezas no solo hay información, también son objetos para el deleite”, refiere.

Una recopilación extensa de objetos diversos, en su mayoría domésticos, componen la lúdica muestra. Como si estuviera redecorando una casa, la artista presenta sus trabajos interactuando con el espacio. Así, surgen espacios como “El baño de la ñusta”, donde se rinde tributo a la figura de , y la “Recámara del inca”, en la cual se alude a la prestancia del antiguo gobernante.

Para Susana, la presencia del inca en diversos objetos de la vida cotidiana, y sus múltiples usos comerciales, esconde un lazo que tiene que ver con nuestra formación inicial.

“Esa presencia no es buena ni mala. Para mí es una carga muy fuerte. Es un concepto que está en nuestro inconsciente colectivo. Desde el colegio nos enseñan que el Imperio Incaico era la sociedad perfecta. Cuando no fue así, tenía también aspectos nefastos como la esclavitud. Pero, para nosotros, es un paraíso compartido que se fregó con la llegada de los españoles. Soñamos con ese pasado, que es muy grande, que nos persigue todo el tiempo.

No es casual entonces que se utilice para el comercio porque vende”, refiere.

En cierto modo, una desbordada y malentendida referencia a un pasado glorioso puede convertirse en una carga que hace más complicado el andar presente. “Aparece la figura del arruinado, que sueña con lo que fue y se llena todo el día hablando de lo que tuvo, pero no puede vivir el presente ni el futuro porque está obsesionado con el pasado”, precisa.

Latas, ladrillos, botellas, afiches y hasta historietas nos hablan directa e indirectamente del inca, esa figura milenaria e incuestionable, en este museo renovado, cercano e íntimo.

Aquí no hay guías que dirijan los recorridos. Cada asistente tendrá la oportunidad de trazar una ruta propia en este lugar de fantasía que juega con matices de la realidad.

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