Diversas condiciones políticas y sociales han determinado un contexto adverso para la consolidación y sostenimiento de instituciones culturales en Perú. Sin embargo, frente a las falencias y obstáculos, ha habido personas que, con determinación y generosidad, se ponen la mano en el corazón y en su bolsillo para permitir que las artes lleguen a nuestras vidas. El empresario George Gruenberg, nacido en Zurich, Suiza, en 1938 y fallecido el pasado fin de semana, nos demostró el alcance que puede tener la voluntad individual para emprender proyectos culturales en favor de la colectividad.
Llegó al Perú con su familia, con un año de nacido, gracias a un traslado que le habían ofrecido a su padre. A los 15 años regresó a Suiza para formarse en ingeniería. Allí vivió en casa de la destacada orfebre Martha Flüeler-Haefeli, donde tuvo contacto con artistas e intelectuales, experiencia que le forjó su sensibilidad y su gusto por las artes. A su regresó al Perú en los años sesenta inició su carrera en los negocios. Simultáneamente frecuentaba exposiciones, e inició su propia colección con un dibujo de Cristina Gálvez, y que acrecentó a lo largo de su vida con obras de los más destacados artistas modernos y contemporáneos del Perú. Con Teresa, su esposa, formó tres hijos dedicados a las artes.
En 1992 emprendió el reto de fundar la escuela de arte Corriente Alterna en Miraflores, junto con Luis Lama y Carlos Llosa, con el propósito de formar artistas bajo las premisas y el rigor de su tiempo. Lograron una institución que se posicionó como alternativa de calidad para la formación profesional de artistas. “Es mi servicio a la cultura del país.” – expresó sobre este proyecto educativo.
Ya en 1986 se hizo miembro del Instituto de Arte Contemporáneo - IAC, una organización que desde la década del cincuenta había contado con varias sedes, donde se llevaban a cabo exposiciones artísticas y programas educativos, y por entonces ya reclamaba la necesidad de contar con un espacio fijo. En 2006 Gruenberg asumió la presidencia del IAC y reunió los fondos necesarios para la construcción del Museo de Arte Contemporáneo de Lima en el antiguo parque Manuel Beltroy de Barranco. Debido a múltiples dificultades políticas, el proyecto parecía ser una causa perdida. Sin embargo, tras incansables batallas y de la mano con Luis Carlos Rodrigo Mazuré, Danilo Balarín, Luis Arbulú, Alfredo Barreda, Álvaro Roca Rey y Drago Kisic, hicieron posible la inauguración del MAC Lima el 23 de enero de 2013. Durante su gestión como presidente hasta 2018, Gruenberg aseguraba la continuidad de los programas y actividades del Museo, promovió el crecimiento de la colección institucional y veló por su sostenimiento y proyección hacia el futuro, para el beneficio de los artistas, de la comunidad y de los públicos que lo visitan.
Pese a las dificultades y los desafíos, contar con estas instituciones que forman, divulgan, investigan y comparten el arte, ha sido posible gracias a la generosidad de George Gruenberg, pero sobre todo a su visión de que el arte enriquece en valores, memoria y sensibilidad a toda la sociedad.
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