"La experiencia en el Mucen ha sido un paso necesario en mi desarrollo profesional, señala Holmquist (Foto: Jessica Vicente / El Comercio)
"La experiencia en el Mucen ha sido un paso necesario en mi desarrollo profesional, señala Holmquist (Foto: Jessica Vicente / El Comercio)
Gabriela Ezeta

Hija de danés y peruana, creció en Pueblo Libre comiendo comida típica danesa y volando cometas en la huaca Mateo Salado, un espacio que ella considera suyo por haberla acompañado e inspirado toda su vida. Pero no solo la huaca, también el profesor Ortiz, su maestro de Historia en el colegio, cuya pasión por la enseñanza caló hondo en esta arqueóloga que creció entre mujeres educadoras y se especializó en museología, gracias a una beca de la Universidad de Nueva York.

Acaba de recibir una distinción del Estado Peruano como Personalidad Meritoria de la Cultura por su desempeño y trayectoria. La ceremonia trajo consigo varias emociones, la más importante: que esa misma tarde doña Ysabel Larco de Álvarez-Calderón recibía un reconocimiento póstumo por su extraordinaria gestión. "Doña Ysabel ha sido una de las personas más significativas en mi vida, han sido 20 años de una relación genuina de confianza y respeto. Fue una mujer única, luchadora y de avanzada, un ser humano excepcional".

El , donde hoy trabaja como directora, es su segundo hogar. El que la ha acogido desde 1998 y del que ha entrado y salido por motivos siempre profesionales, para volver en abril de este año, luego de una reconocida gestión como directora del Mucen (Museo Central del Banco Central de Reserva del Perú).

"La experiencia en el Mucen ha sido un paso necesario en mi desarrollo profesional, no solo por la responsabilidad de asumir una dirección, sino porque trabajar en una institución del Estado te enseña a resolver retos totalmente distintos a los del sector privado, pero no puedo negar que mi retorno al Museo Larco significa la vuelta a un espacio del que nunca me he desvinculado, un escenario familiar que contiene lo que más me apasiona de la arqueología: nuestro pasado precolombino".

(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)

—Salvando las diferencias, ¿qué aspectos de lo aprendido en tus años en el Museo Larco lograste aplicar en el Mucen?
Hay una metáfora que me enseñó Andrés Álvarez-Calderón [presidente del Directorio del Museo Larco] que apliqué con el grupo de trabajo del Mucen y funcionó perfectamente. La importancia de asumirnos como un equipo de fútbol. Una metáfora deportiva muy a tono con estos tiempos y que Andrés ha promovido desde que lo conozco. En esa concepción de trabajo, el jefe máximo es el arquero, la delantera son las personas que reciben, el personal de seguridad y limpieza, los encargados del paisajismo de los jardines, los mediadores y los educadores, son ellos los que tienen el contacto inicial con el visitante; la media cancha y la defensa la integran el equipo curatorial y las personas de registro, pero el gol lo mete la delantera, la cara del servicio. Esa visión facilita la valoración de todos los puestos de trabajo y la consecuente capacitación, porque ¿cómo puedes querer y cuidar algo que no conoces y valoras?

—¿Qué es lo que más te atrae del material arqueológico y cuál crees que es la misión social de los museos?
Lo que más me atrae no es tanto lo que me dice del pasado, sino cómo puedo vincularlo con el presente; y en cuanto a la misión, creo que los museos tienen que considerar que la primera puerta que se debe abrir en el espectador no es la intelectual sino la afectiva. Capturar la emoción para despertar la curiosidad y las ganas de investigar más. No es necesario agotar toda la información en una primera visita porque lo importante es crear una cultura de museo, crear un espacio de acogida que te invite a volver.

—¿Y cómo capturas esa emoción?
Ahí está el reto. A lo largo de mi trabajo, he observado que el público va buscando algo que lo conecte como ser humano, más allá de la experiencia estética. Un espacio de este tipo tiene que plantear en la médula que estamos trabajando temas como lo sagrado, por ejemplo, lo sagrado propio y lo ajeno; por lo tanto, estás hablando también del respeto y la tolerancia hacia creencias y visiones distintas que tienen que tocarse frontal y delicadamente a la vez. Pero no es solo lo sagrado, también hablas de productividad, de economía, de erotismo y todos esos temas plantean a su vez una serie de preguntas movilizadoras.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Museo Larco
Dirección: Av. Bolívar 1515, Pueblo Libre.
Horario: todos los días (incluido feriados) de 9 a.m. a 10 p.m.

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