Es un sótano que nunca albergó nada. Nunca fue alquilado como local. Ni siquiera a inicios de los años ochenta, cuando el Centro Comercial Camino Real era el ‘shopping’ más exclusivo, antes que el terrorismo y la hiperinflación lo condenaran a una eterna agonía. En ese rincón olvidado por años se fue acumulando el polvo, mientras crecía en las paredes una maraña de hongos casi amazónica.
Sin embargo, el coleccionista de arte y empresario Juan Carlos Verme siempre tuvo claro el potencial de ese espacio. Habló con sus dueños, reunidos en Inversiones Centenario y le permitieron invertir en ese agujero negro. El resultado está a la vista: un espacio limpio, amplio, de asepsia clínica. Un lienzo en blanco donde trazar los planes del proyecto Amil, una plataforma artística que Verme define como algo mucho más ambicioso que una sala de exposición: “Queremos que este proyecto se dedique también al estudio y a las publicaciones, a la organización de mesas redondas y debates. Que invite a artistas internacionales para hacer residencias en Lima, además de comisionar piezas específicas a artistas locales o extranjeros. El proyecto quiere ser una plataforma multipropósito y deliberadamente desenfocada, que se aventure a probar distintas formas”, afirma.
Así, la sala muestra la curiosa tensión provocada por lo que se presenta como un proyecto para el arte no comercial, fuera del circuito ‘mainstream’ novedoso y lleno de bríos, en lo profundo de un centro comercial que representó el fracaso económico de nuestros años ochenta. “Este proyecto busca dar a los artistas y al público un espacio alternativo al discurso institucional de los museos o el de las galerías comerciales”, afirma Verme.
Amil, nombre que nos remite a la inversión del nombre de nuestra ciudad capital y al gusto por actuar de forma rápida e intensa, es un proyecto que convoca al actual presidente del Patronato del Museo de Arte de Lima y su pareja, el curador Joel Yoss, reconocido ‘art dealer’ independiente. “Él es la razón, mi ancla, para aventurarme en este proyecto. Jamás lo habría hecho yo solo”, explica.
LAS TRES MITADES DE ANDRADE
Luego de presentar en abril pasado “La muerte obscena”, exposición dedicada a la obra gráfica temprana de Sergio Zevallos paralela de las ferias internacionales de arte de Lima, el espacio del proyecto Amil presenta mañana “Tres mitades”, muestra con la que en el 2013 el artista peruano Armando Andrade Tudela participó en la Bienal de Sao Paulo, presentada por la brasileña galería Fortes Vilaça.
“Se trata, exactamente, de la misma muestra. Andrade es un artista muy complejo. Al apreciar sus obras, el espectador descubre siempre nuevos temas y profundidades”, explica Verme. En “Tres mitades”, el artista desarrolla temáticas oníricas, investigando en algunos casos la fábula infantil.
Para el crítico de arte y curador Max Hernández, las piezas de Andrade proponen un intercambio entre la ficción occidental (la modernidad, la racionalidad y la ciencia) y nuestros fantasmas del oriente (lo ancestral, lo ritual, lo mágico). “La idea de una ‘zona franca’ entre ambos mundos emerge de la articulación de opuestos: lo estructurado y lo desordenado, lo firme y lo frágil, lo material y lo espiritual”, afirma.
“En la obra de Andrade hay un lenguaje críptico que le habla al observador directamente”, coincide Andrade, mientras observamos lo que a simple vista parecen ramas de árbol y que en realidad son representaciones de esta estructura vegetal hechas de cobre. Asimismo, grandes túnicas cuelgan revelando sobre ellas textos gráficos descompuestos y multiplicados, extraña tipografía que, como señala Hernández, deletrea palabras amazónicas tomadas del vocabulario de la novela de César Calvo “Las tres mitades de Ino Moxo”.
LA TAREA DE TENDER PUENTES
Joel Yoss, socio clave en este proyecto, comparte con nosotros la programación de este espacio expositivo, organizada ya para los próximos 18 meses. “Para nosotros, lo importante en el proyecto Amil es actuar como un puente entre el público y los artistas. Una de nuestras primeras acciones es traer artistas del exterior para presentar su trabajo aquí o en los espacios adyacentes de este centro comercial”, afirma.
Así, el primer artista en visitarnos, en enero del próximo año, será el sueco Martin Gustavsson, quien trabajará tres meses en Lima para luego presentarse en la galería. A continuación, en abril, llegará el artista colombiano Iván Argote, cuya residencia y exposición coincidirán con la temporada de ferias comerciales de arte.
A su turno, volverá al país la artista peruana Rita Ponce de León, radicada hace buen tiempo en Ciudad de México. Continúan en esta selecta lista los nombres de la artista alemana Esther Kläs y los norteamericanos Richard Tuttle y Sheila Hicks, esta última radicada en París, cuya obra se inspira en las culturas precolombinas.
Por cierto, si continuamos con la analogía del puente entre artistas invitados y el público local, Juan Carlos Verme advierte que aquellos siempre serán distintos dependiendo de la naturaleza del río y de las orillas donde se fijen. Por ello, cada artista ha sido invitado siguiendo distintos criterios de selección.
En el caso de Sheila Hicks, artista desconocida para el público local, se reconoce su trabajo inspirado en textiles precolombinos. “En el fondo, una artista como ella no debería resultarnos tan lejana. Creo que ver sus textiles tan bien resueltos será una gran inspiración para los artistas locales”, explica Verme.
El caso del sueco Martin Gustavsson también supondrá un interesante diálogo. “Se trata de un artista figurativo que pinta con acrílico sobre tela, de una forma muy rápida. Su obra recuerda el barroco europeo, por sus composiciones dramáticas y teatrales. No sabemos qué pasará cuando se vea enfrentado con nuestra realidad, luego de que recorra las iglesias del Centro de Lima. ¡Eso queremos verlo!”, añade.