Alfred Hitchcock tenía 5 o 6 años cuando supo lo que es estar en la cárcel. Las rejas se cerraron frente a él por orden de su padre. Algunas versiones dicen que se escapó de su casa para pasear en tranvía; otras aseguran que Hitchcock nunca supo la razón por la que su padre le pidió al comisario que lo encerrara durante unos minutos. Lo cierto es que esa experiencia lo marcó para siempre y se volvió una constante en sus películas: el hombre que es acusado de un crimen que no cometió.
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Hitchcock era un cineasta de imágenes muy fuertes, muy poderosas. Tal vez la escena en la ducha de "Psicosis" sea la más vista y referenciada del cine. Incluso, aquellos que nunca han visto la película pueden asociarla de alguna manera al título de la cinta o al apellido del director. ¿Pero qué hacía especial el trabajo de este hombre? ¿Por qué se le llamó el maestro del suspenso y qué caracterizaba su obra?
"Las películas de Hitchcock se caracterizan por una tremenda humanidad, porque se centran en el hombre o la mujer que tiene miedo, que duda, que miente, que comete un crimen o que permite que lo cometan. Hay confrontaciones morales, apegos, obsesiones. Una vez desarrollado el conflicto emocional, estructuraba la película con toda la maquinaria de producción de la que disponía", explica Alberto Servat, crítico de cine y gerente cultural del Icpna.
Para el abogado y autor del libro "Escenas de Hitchcock", Efraín Vassallo, la humanidad de los personajes del director inglés estaba presente incluso en los villanos. "En muchas ocasiones los asesinos, espías y matones resultan siendo más simpáticos que los propios héroes". Algunos ejemplos de lo que subraya Vassallo los podemos encontrar en "Sabotaje", de 1942, cuando un afable abuelito juega tiernamente con su nieta mientras planea los más terribles actos terroristas; en "Pacto Siniestro", de 1951, un asesino ayuda a cruzar la pista a un ciego, luego de haber estrangulado a una chica. Y en "Encadenados", de 1946, el villano es un espía perdidamente enamorado de la heroína, y que corre a las faldas de su posesiva madre cuando se entera de que la chica lo ha traicionado. "Solo a un genio podía ocurrírsele una audacia así en aquellas épocas", señala Vassallo.
—Detrás del mito—
Como sucede con los genios, la historia de Hitchcock no escapa a las leyendas, a los mitos urbanos y a las fantasías. Hay un episodio que puede caer en la categoría de fábula, pero que está bastante bien corroborado. Durante el rodaje de "Mr. and Mrs. Smith", de 1941, la actriz Carole Lombard llevó una vaca al estudio y le puso un cartel con su nombre. "Ya la puedes dirigir", le dijo al director. "Hitchcock creía que los actores son ganado" es el postulado que todavía le sobrevive.
No obstante, si bien detrás de todo mito hay verdades, también exageraciones. "A Hitchcock le interesaba todo el producto. Y por eso llamaba a los actores en los que confiaba y con los que no perdía tiempo: James Stewart, Cary Grant, Ingrid Bergman, Joan Fontaine, Grace Kelly, Leo G. Carroll", afirma Servat. Se decía que era un director difícil, egocéntrico, que trataba mal a sus actores. Pero lo cierto es que los grandes problemas los tuvo con los actores que eran impuestos por el estudio o el productor de las películas que dirigía. Un dato en la filmografía salta para revelar algo irrefutable: muchos de los actores que trabajaron con Hitchcock recibieron el Óscar o por lo menos una nominación al premio. A veces la exigencia y la búsqueda de la perfección son confundidas con arbitrariedad.
El director de cine que se convirtió en celebridad en una época en la que solo los actores lo eran logró algo que hoy parece imposible: evitar repetirse. "Él iba creando, iba probando sus propias ideas y alterándolas hasta dar con la dosis justa de lo que necesitaba. Luego pasaba a otra cosa", explica Servat, para quien queda claro que Hitchcock entendió con "Saboteur" (1942) que, pese a lo efectivo de la secuencia en lo alto de la Estatua de la Libertad, de nada servía poner al villano en peligro. Era el héroe quien siempre tenía que estar expuesto.
Muchos directores han tratado de emular sus fórmulas, pero no todos han tenido éxito. "Porque uno de sus grandes aciertos fue adaptar al cine novelas que no necesariamente eran obras maestras de la literatura. De manera que se apropiaba de ellas y las convertía en parte de su universo. Sin Hitchcock no había película", sentencia el crítico.
Películas para conocer a Hitchcock
"Los 39 escalones" (1935)
Basada en el libro homónimo de John Buchan. Richard Hannay, un hombre común y sin preocupaciones, se ve envuelto en un gran complot de espías, armas y secretos de Estado luego de conocer a Annabella Smith, quien antes de morir le encarga una misión muy peligrosa.
"Spellbound" (1945)
Un doctor de una clínica psiquiátrica oculta un secreto. Su vida parece no ser real y una mujer enamorada lo ayudará a encontrar la verdad. Nominada a 5 premios Óscar, entre ellos Mejor Director, Mejor Actor de Reparto y Mejor Película.
"La ventana indiscreta" (1954)
Un clásico imperdible. Un hombre espía a sus vecinos por la ventana gracias a un cámara y empieza a sospechar que el hombre que vive al lado es un asesino. La película fue considerada "cultural, histórica y estéticamente significativa" por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
"Vértigo" (1958)
Un detective de la policía que sufre de acrofobia y vértigo debe volver a investigar cuando un amigo suyo lo contrata para que vigile a su esposa. Es considerada por muchos críticos como la mejor película de la historia del cine.