Enrique Planas

De la serie B a los ‘spaggueti western’, de los policiales violentos al infinito. El anciano más recio de Hollywood celebra 92 años y, es probable, poco le importe. A lo más, podría acuñar otra de sus frases irrebatibles, al estilo “¿Me siento con suerte hoy?”, en la voz de “Harry el Sucio” (1971), “Vamos, alégrame el día” en “Impacto súbito” o “Pequeña, ser dura no es suficiente”, que profiere el sabio entrenador de box de “Million Dollar Baby” (2004).

En efecto, no es de esos que sopla velitas llevando un sombrero de cono. Cuando en la alfombra roja de los Oscar a comienzos de los años 70 se formaban piquetes de indignados protestantes con pancartas diciendo “Harry el sucio es un cerdo repugnante”, ya el actor demostraba que lo que dijeran o escribieran sobre él le importaba un pepino. En eso era igual a su personaje, el hiperviolento policía Harry Callahan: “Primero me tildan de derechista. Después de racista. Ahora de machista”, dijo alguna vez al “Village Voice”. “Está de moda conseguir que la gente se sienta culpable por diferentes cosas. A mí me da igual, porque sé en qué puto lugar del planeta estoy, y me importa una mierda”, afirmó sin diplomacia.

Así que, aunque estamos seguros que homenajes como éste no le provoquen ni una sonrisa, el entusiasmo de los convocados por El Comercio, entre cineastas, críticos y autores que reflexionan mucho antes de compartir su filme de Eastwood favorito; aporta la emoción que el duro Clint pocas veces demuestra. Este es un tributo a sus 92 años y a sus casi dos metros, a su genialidad sin impostura, a su humana verdad. Un aniversario más de un protagonista de la historia viva del cine contemporáneo.

Aquí sus respuestas:

“Dirty Harry” (1971)

Augusto Cabada (guionista): Decir que “Unforgiven” es la obra maestra de Clint Eastwood es una perogrullada, así que prefiero ocuparme de una cinta que ni siquiera fue dirigida por él. “Harry El Sucio” (Dirty Harry, 1971), feroz thriller dirigido con mano maestra por Don Siegel, cimentó el mito de Eastwood tanto como los spaghetti westerns que rodó con Leone. El film –a menudo calificado de fascistoide con algo de razón- presenta a Clint como el seco y brutal policía que persigue a un salvaje asesino en serie hippy, sin detenerse en sutilezas como los derechos humanos y reemplazando el viejo revolver del oeste por una Magnum 44. Adrenalina pura.

"Harry el Sucio", literalmente disparó la carrera del actor.
"Harry el Sucio", literalmente disparó la carrera del actor.

“The Outlaw Josey Wales” (1976)

Hernán Migoya (escritor): Eastwood venía de protagonizar su “Dirty Harry” con mejor guion (¡de Milius y Cimino!) y de adaptar mal al genial Trevanian en “The Eiger Sanction”. “El fugitivo Josey Wales” (1976), también con novela portentosa detrás, lo redime: un relato de venganza donde el héroe es sudista y los asesinos, yanquis. Eastwood cabalga y dirige con mayor brío que nunca. De paso, revela la gran verdad que todos ocultamos: que un color, partido o ideología encomiables pueden albergar a un hatajo de desalmados. Las buenas intenciones y el envoltorio no hacen al individuo y los cobardes siempre escogen el bando ganador.

El fugitivo Josey Wales fue, quizás, la primera película de Eastwood en recibir alabanzas unánimes.
El fugitivo Josey Wales fue, quizás, la primera película de Eastwood en recibir alabanzas unánimes.

“Unforgiven” (1992)

Fernando Ampuero (escritor): “Los imperdonables” es la obra maestra de Clint Eastwood y está hoy considerada entre las cien mejores películas de la historia. No es un nostálgico western clásico que alude a la épica y la nobleza de quienes, al parecer, construían en el siglo XIX los cimientos del sueño americano (y lo construían, ya se sabe, matando a indios y matándose entre ellos en la guerra civil). Más que sueño eso fue una pesadilla y, en tal óptica, “Los imperdonables” califica como western crepuscular, porque las nociones del bien y mal no separan sus diferencias, y porque los protagonistas son tipos viejos y cansados, dispuestos a reventar a balazos a quienes les impidan cumplir una última tarea redentora, antes de cobrar una recompensa y pasar al retiro. Esta película trae personajes y escenas inolvidables, pero yo me quedo con William Munny (el veterano Eastwood), un hombre acicateado por un desenfrenado sentimiento que se parece a la justicia.

Álvaro Velarde (cineasta): Si debo escoger una de las películas de Clint Eastwood que he visto, esta sería “Unforgiven”. Fue para mí el descubrimiento de cómo un competente actor se revelaba como un deslumbrante director a la vez que hacía brillar de nuevo el moribundo western. La historia –un retirado asesino a sueldo que vive en una granja criando a sus dos hijos, tentado por una jugosa recompensa para realizar un último trabajo– retoma elementos clásicos del género, como los planos de exteriores abiertos y el argumento, pero le da un acercamiento moderno planteando un cuestionamiento moral donde no hay villanos ni héroes definidos. Aunque pocas veces coincido con los premios Oscar, haber ganado la estatuilla al año siguiente tanto en la categoría de Mejor película como en la de mejor director fue un acierto.

Renato Cisneros (escritor): Me quedo con Los Imperdonables, el último gran western. Sobre todo por el personaje central, William Munny, la antítesis del género. Lejos de ser el vaquero salvaje que asalta diligencias y fulmina indios a escopetazos en una llanura, Munny es un bandido jubilado, en su día el más temido del oeste, que acepta un último trabajo por razones económicas pero también morales: quiere resarcir el honor de unas prostitutas. Me gusta que sea un pistolero con principios. Es una película épica, pesimista, que reflexiona sobre las consecuencias, casi siempre irremediables, de la violencia en nuestras vidas. Además, su reparto es inobjetable: Richard Harris, Gene Hackman, Morgan Freeman. Creo que es la cinta que consagra a Eastwood en Hollywood, y con la que homenajea a Sergio Leone, el director que lo lanzó a la fama en “Por un puñado de dólares”, la madre de los westerns. Y por si todo eso fuera poco, la escribió David Peoples, ¡el guionista de Blade Runner! ¿No es suficiente?

Miguel Iza (actor): No soy un amante del western, pero “Los imperdonables” es una de las películas que almaceno con mayor atención en mi memoria. Quizás porque encuentra a tres de sus protagonistas en la madurez de sus carreras, quizás porque los héroes son monumentales antihéroes, quizás porque me encuentra de regreso a la carrera que había dejado años antes, la actuación. Quizás porque la vi solo, con una voracidad que pocas películas han provocado en mí. La mano firme del director, retratando cada momento, cada personaje, cada situación. La pérdida, la esperanza, la pertenencia, la soledad. La muerte al estilo Clint.

“A Perfect World” (1993)

Chacho León (crítico de cine): Es difícil aventurarse a decir que “Un mundo perfecto” es la mejor película de Clint Eastwood, pero sí es una de las entrañables entre su abundante filmografía como director. Una historia de persecución, pero también del vínculo que se va estableciendo entre el secuestrador perseguido y el niño secuestrado en las carreteras y paisajes abiertos de esa Norteamérica profunda por la que circula el film. Tiene algo de road movie, de relato policial, de western, de drama lírico y funciona bien se vea como se vea.

Richard Parra (escritor): Por la lograda contención trágica de su trama, por la simple, aunque compleja, ejecución de la narración, una road movie de persecución que, contra crédulas expectativas, se dirige hacia lo más funesto y traumático, incluso hacia el fascismo. Por la mezcla de inocencia, ternura, sentido de la aventura, erotismo y humor, con la más atroz violencia: delitos en serie, asesinatos a sangre fría, tomas de rehenes, abuso infantil, racismo y exceso policial. Por el admirable despliegue de una mirada infantil que descubre el goce de la libertad y el horror del fanatismo y la muerte.

En "Un mundo perfecto", Kevin Costner y T.J. Lowther son secuestrador y secuestrado. Emotiva cinta sobre el síndrome de Estocolmo.
En "Un mundo perfecto", Kevin Costner y T.J. Lowther son secuestrador y secuestrado. Emotiva cinta sobre el síndrome de Estocolmo.

“The Bridges of Madison County” (1995)

Giovanna Pollarolo (escritora): Elijo al Clint Eastwood de “Los puentes de Madison”. Elección difícil porque su vida no solo ha sido larga sino enormemente productiva. Cuando otros actores se retiraban a falta de papeles dada su avanzada edad para representar a los convencionales galanes, Clint afianzó su carrera como director iniciada en los años 70. Y en 1995 dirigió y protagonizó a un galán maduro que estaba a años luz tanto del joven enigmático y violento que representó en los Spaghetti Western de Leone como del autoritario y macho “Harry el sucio” (que nunca me gustó). Me quedo, largamente, con el maduro y solitario fotógrafo perdido en los campos de Iowa enamorado de Francesca (Merryl Streep), cuando ya es demasiado tarde para ambos.

"Los puentes de Madison", un filme de amor tardío con silencios que gritan y pasiones irrefrenables.
"Los puentes de Madison", un filme de amor tardío con silencios que gritan y pasiones irrefrenables.

“Blood Work” (2002)

Leny Fernández (crítica de cine): Suelo volver a esas películas de Eastwood que no se colocan en el medallero. Una es “Deuda de sangre”, que pareciera ser solo una efectiva pieza policial, pero cuya tristeza la diferencia de un simple ejercicio de género. Y es que Clint hizo suyo algo que aprendió de Don Siegel: mostrar la desolación sin aspavientos, y la rudeza como coraza. En esta película, Eastwood homenajea a su maestro en una secuencia nocturna que remite a “Harry El Sucio”, y a él mismo encarnándolo. Sin embargo, décadas después, este Harry atravesado por la vejez termina asemejándose al Scottie de “Vértigo” de Hitchcock, al ser un agente retirado por una afección que lo incapacita, que sigue las pistas de un criminal fantasmal que lo desafía y sumerge en la culpa (con pesadilla incluida). Un Clint autorreferencial que se desmitifica, que sirve al cine, y se sirve de él sin pretensiones. ¿Se puede pedir más?

"Deuda de sangre", una revisión desmitificadora de los policías duros de gatillo implacable.
"Deuda de sangre", una revisión desmitificadora de los policías duros de gatillo implacable.

“Mystic River” (2003)

Santiago Roncagliolo (escritor): "Mystic River” es una película para hombres. No quiero decir una película para machos. Me refiero a que escarba en temas especialmente sensibles para nuestra mitad del mundo: la amistad masculina y sus lealtades atávicas, la humillación del que debe ser fuerte, y el fracaso de encajar en los roles sociales tradicionales del hombre. Lo hace además con ritmo de thriller, porque eso es la marca de Clint Eastwood: películas sin pretensiones altisonantes, en la tradición del mejor entretenimiento, que son buenas por su extraordinario oficio, su empatía hacia los personajes y su respeto por el público. Porque Eastwood, como Hitchcock, no pretende ser un genio. Solo quiere hacer películas. Pero no puede evitar que sean geniales.

Joel Calero (cineasta): Puesto a elegir mi película favorita de Clint Eastwood, dudo entre “Los puentes de Madison”, “Los imperdonables” y “Río Místico”, pero me decido por esta última: bajo el andamiaje, las peripecias y la textura de un lóbrego policial, Eastwood construye un filme que, sin abandonar los predios del género, se descubre como una fábula moral que hurga en los móviles del celo fraternal o paternal que impulsan y justifican la venganza homicida y los pactos de silencio que soterran un crimen, único y plural. Por eso, “Río Místico” es la endoscopia de EEUU, ese país sin lugar para los débiles.

“The Mule” (2018)

Rodrigo Nuñez Carvallo (escritor): Apuesto por una película de Clint Eastwood que no convenció a la crítica: “La mula”. Dicen que las buenas películas te quedan resonando en el inconsciente, a veces toda la vida, y Clint ha hecho algunas de ellas. Sobre la línea argumental de un viejo cultivador de flores que cae en bancarrota, y se convierte en burro del narcotráfico, Clint desarrolla una metáfora de sí mismo, una alegoría de la vejez y de su carrera cinematográfica. La vida formal como veterano de guerra, no es sino el prestigio como protagonista de los majestuosos spaguetti western de la mano de Sergio Leone. La abandonada vida afectiva no refleja solo su desorden amoroso, sino también su incursión en el más vano cine comercial de la onda de “Harry El Sucio”. Tras la debacle su conversión en mula es una metáfora de su última producción, desde “Los imperdonables” en 1992. Su captura por los policías es una suerte de redención cínica frente al arte, y a las ideas vetustas y decrépitas que hoy profesa. Por eso su imagen desmadejada y anciana me conmueve y se me ha quedado clavada en las retinas.

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Tráiler de "La Mula", la cinta de Clint Eastwood. (Fuente: Difusión)
Tráiler de "La Mula", la cinta de Clint Eastwood. (Fuente: Difusión)

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ACLARACIONESArtículo publicado originalmente en 2020. Volvemos a publicarlo por el nuevo cumpleaños de la leyenda del cine.