El debate se encendió entre las atomizados grupos que componen el gremio cinematográfico local, cuando el 25 de agosto pasado la página web de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos medios, (DAFO), dentro del Ministerio de Cultura, anunciara el lanzamiento para la candidatura de una película peruana a la edición 35 de los premios Goya junto con una hasta entonces muy poco conocida Academia Peruana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Diferentes colectivos cuestionaron tanto la inconsulta aparición de esta institución como el apresurado aval del Ministerio de Cultura. Ante el conflicto surgido, el pasado martes la Academia Peruana de Artes y Ciencias Cinematográficas publicó en sus redes sociales su decisión de suspender sus actividades “a fin de no seguir profundizando las brechas que hoy dividen nuestro sector”, señalan.
Asimismo, el comunicado lamenta que el proceso haya alcanzado tales “problemas de comunicación” con los demás gremios, que atribuyeron al “corto tiempo” y al delicado estado de salud en que se encontraría el cineasta Augusto Tamayo, su directivo. “(Ellos) han interpretado la fundación de la Academia como una entidad cerrada y no inclusiva, lo cual es falso”, señala el comunicado oficial de la academia, cuya junta directiva está integrada además del director de “El bien esquivo”, por el cineasta Dorian Fernández y los productores Natalie Hendrix, Gustavo Sánchez, Roberto Barba y Susana Bamonde.
La palabra de DAFO
¿Por qué la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios del Perú compartió con la academia la convocatoria de las cintas peruanas a la premiación del Goya cuando aún la mayoría del gremio no conocía la nueva institución? Consultado por El Comercio, Pierre Emile Vandoorne, director de DAFO, explica que ni el Ministerio de Cultura ni su dirección reconocieron formalmente a la academia. “En general, nosotros siempre incorporamos a todas las organizaciones, tanto formales como aún no formalizadas, a nuestros procesos participativos de consulta”, señala.
-¿Poner el logo de DAFO junto al de la academia para la convocatoria a las cintas peruanas precandidatas al Goya no es darle un reconocimiento a la academia?
Nosotros no pusimos en ninguna de nuestras dos comunicaciones el logo de la academia. Lo que hicimos fue un post en Facebook que decía: “Dafo comparte”, como hacemos con cualquier organización externa. Luego hubo una comunicación formal, un oficio que enviamos a las organizaciones, donde decíamos que el Ministerio de Cultura iba a encargarse de la convocatoria este año, pero que al tomar conocimiento de la creación de la Academia Peruana de Artes y Ciencias Cinematográficas, sabemos que le corresponde a las academias convocar a las organizaciones para premios de sus organizaciones pares. En todos los países las academias son asociaciones civiles sin fines de lucro, de derecho privado. Cuando realizan convocatorias ponen ciertas reglas. Y los países leen esas bases y postulan. En los países donde no hay academias son los institutos de Cine los que convocan a un comité de profesionales, pero bajo ningún supuesto son las entidades públicas las que escogen la película. ¿Por qué? Para evitar que por razones políticas un país prefiera una película por sobre otra. Por ello son los propios profesionales del sector los que seleccionan.
-Sin embargo, la aparición de la academia generó mucha polarización dentro del gremio, pues muchos cineastas, sobre todo de nuevas generaciones, se han sentido discriminados. Siendo Dafo una institución con prestigio y representatividad, pasar la responsabilidad a una institución poco conocida no ha parecido correcto.
Evidentemente, cuando uno piensa retrospectivamente, ve que se pudo hacer las cosas mejor. Pero nosotros como ministerio tenemos la obligación de presumir de la veracidad de lo que nos dice la sociedad civil, las organizaciones y las personas. Hay que creerle a la gente. Y de allí tenemos que actuar con neutralidad. No podemos favorecer a unos con respecto a otros. Si hay un conflicto en el sector, tenemos que buscar la imparcialidad. No podríamos haber presupuesto que una asociación civil sin fines de lucro no estaba actuando correctamente, menos aun si nos presentan toda la documentación legal que sustentaba su creación, su constitución y sus finalidades. Nos comunicó además que eran reconocidos por la Federación Iberoamericana de Academias de Cine, que reúne a sus pares. Sería un abuso de autoridad negarles lo que ellos señalan su facultad como asociación privada.
-Pero que no había informado su existencia a gran parte del gremio…
Justo porque considerábamos que era prematuro, que era demasiado reciente el anuncio de su creación, que no había habido ningún anuncio público ni una convocatoria para incorporación, que les propusimos nos permitan continuar haciendo la convocatoria este año a otras organizaciones. Dos días después de que nos avisan de su existencia, nosotros formalmente enviamos una comunicación formal a todo el sector, diciéndoles que DAFO se iba a hacer cargo, pero que contaríamos con el apoyo de la academia en tanto se había creado y por constitución le correspondía. Creo que no fue nuestra comunicación lo que generó conflictos en el sector. La asociatividad en el sector es un reto. Solo de realizadores y productores hay cinco asociaciones. Y en el proceso de discusión de temas fundamentales del sector, son doce, cada una representativa de posiciones, intereses, prácticas, grupos y agendas. El reto es construir institucionalidad. La profunda pregunta “¿quién me representa?”, “¿a quién le corresponde hablar por el colectivo?”, fundamental en esta situación, antecede al anuncio mismo de la Academia y más bien va a continuar. Debemos recoger algunas enseñanzas de ello. A nosotros, como ministerio, nos toca facilitar el diálogo.
-Tras la polémica, tender puentes y generar confianza será muy difícil en medio de una situación en que está instalada la sospecha. ¿Qué puede hacer DAFO para colaborar en el fortalecimiento de una institucionalidad?
Lo que podemos hacer es poner a disposición toda la información posible. Y, a la vez, hablar con todas las asociaciones. Es la propia voluntad de asociarse, sus criterios asociativos, sus objetivos, lo que tiene que primar. Nos toca a nosotros acompañar eso y facilitar los espacios de reflexión. Si bien el Ministerio de Cultura fomenta la actividad, la institucionalidad se tiene que construir con la sociedad civil. Es un trabajo complicado evidentemente, pero tenemos que hacerlo.
-¿Y cómo queda la academia?
Con respecto a la academia, el martes comunicó que desiste continuar sus actividades por el momento. Tendrán que ver las propias asociaciones del sector cómo se agrupan, ya sea alrededor de una institución como la Academia u otra. El ministerio estará allí para acompañarlas.
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