La máscara y el maquillaje. El actor que construye su propio mito y difumina las fronteras entre fantasía y realidad. El mundo del artista y la familia que, algunas veces, queda fuera de él. “Círculo de Tiza” es el título del documental que nos deja ingresar al mundo personal del mimo loretano Jorge Acuña, con relatos tan conmovedores como el día en que, de niño, se topó en la puerta de su casa con un payaso que definiría su vocación. O la tarde en que su madre lo llevó a conocer a su padre, justamente cuando su féretro era llevado en hombros al cementerio, o cómo descubrió, en sus actuaciones callejeras en la plaza San Martín, que bastaba una línea trazada en el piso para separar el mundo del artista y el del público.
Se trata de un guion transparente y una puesta en escena invisible, al servicio del artista que se presenta, actúa, comparte su intimidad y todas sus contradicciones. Acuña, un pionero del teatro de calle, considerado un artista subversivo por denunciar la comodidad de un arte burgués apelando a los ensayos de Mariátegui, parte a Suecia a inicios de los años 80 para continuar su carrera, mientras aquí el público le perdió la pista. “Círculo de Tiza” nos cuenta esa historia, pero también nos muestra lo que sucedió en las calles de Estocolmo: el doloroso autoexilio, la construcción de una familia disfuncional, el desamor, la soledad del artista jubilado. Dirigido por Jean Alcocer y Diana Collazos, la idea antes de la pandemia era estrenar este material en la icónica Plaza San Martín, en una gran proyección pública para cerrar el círculo de un artista que se gestó suelto en esa plaza. Sin embargo, el distanciamiento social obliga a competir primero en la plataforma virtual del Festival de Cine de Lima PUCP, cuya edición virtual se desarrolla del 21 al 30 de agosto. Por ahora, la plaza tendrá que esperar.
El director Jean Alcocer conoció a Jorge Acuña en 2005 en el bar Queirolo, cuando recién terminaba sus estudios de cine en la universidad. Era una de esas temporadas que el artista deja Suecia para escapar del frío nórdico. Luego fue a verlo actuar y empezó a entrevistarlo acompañado de una cámara. Fue un proyecto inconcluso, que retomó junto con su colega Diana Collazos diez años después. Ella recuerda bien el primer encuentro, en una función dedicada a los libreros populares de la feria del jirón Amazonas. “Me impresionó la fuerza expresiva de un artista que entonces tenía 85 años. Transmitía mucha fragilidad y fuerza a la vez. Cuando se inició nuestra relación de trabajo, nos íbamos a conversar con él para grabarlo, y descubrimos el mundo imaginario en el que vive. Admiré como Acuña se había hecho solo. Desde muy chico llegó a Lima para crear su propio mundo de fantasía y trabajo. Luego partió a Estocolmo y se llevó a todos sus hijos con él (y nunca quiso aprender sueco). Y nuestro reto era pensar como plasmar el vuelco de un personaje histórico que todo el mundo conoce a un nuevo mundo que mucha gente desconoce”, explica la cineasta.
Gracias al financiamiento de DAFO, el documental no solo filma al artista en Lima e Iquitos, recuperando incluso archivos audiovisuales de época, sino que también siguieron a Jorge Acuña hasta Estocolmo. Para el director Alcocer, lo que busca el documental es indagar el el proceso creativo del artista, su capacidad para distorsionar la realidad y volverla fantástica.
La gran pregunta de “Círculo de tiza” es por qué un artista hacemos lo que hacemos, donde nace la pulsión del creador, el origen de la fantasía...
Diana Collazos: Esa fue nuestra guía en el documental. Queríamos saber cómo funciona esa mente, qué es lo que le hace crear de esa manera, y convertir su propia vida en un cuento. Incluso cuando habla de su padre, a quien solo pudo divisar el día de su entierro, no sabemos si es verdad o es otro cuento. ¿Que moviliza al artista? Creo que son muchas cosas, pero fundamentalmente aquello que nos sucede en la vida, las experiencias que marcan un antes y un después. Para Acuña, resimbolizar esas experiencias es lo que le permite crear y sobrellevar los momentos mas duros.
“Círculo de tiza” es un documental con muchas capas, donde lo que no se dice puede resultar más interesante que lo que se afirma. ¿Cuan difícil ha sido seguir el ritmo a Jorge Acuña, un hombre que habita la fantasía más que la realidad?
Jean Alcocer: Fue difícil. Por lo mismo que el es un actor creador siempre trataba de jalar el agua para su molino. Le preguntabas algo y él siempre se iba por otro lado. Siempre tenías que retomar la pregunta. La película ha pasado por varios momentos de edición, distintas miradas y abordajes. Teníamos tanta información de él que había que estudiar qué camino tomar. Finalmente, optamos por balancear las cosas, apreciar al Jorge histórico pero también llegar a conocerlo como persona.
Diana Collazos: Aquí hay una historia idealizada de Acuña. Sigo creyendo que es un gran artista y un gran precursor del teatro de calle, pero la gran mayoría no sabe lo que pasó después. Ciertamente hay un gran trecho de historia artística que no está en el documental, como su participación en festivales de Francia, Egipto, Finlandia o en Estocolmo mismo. Es un artista que supo moverse un buen tiempo en Europa hasta que él mismo decidió jubilarse.
¿Crees que su familia, como puede verse en el documental, no le perdona no haber sabido desconectarse de su mundo de fantasía? Es muy evidente cuando una reunión familiar se convierte en una especie de juicio al padre...
Jean Alcocer: Exacto. Yo imagino que la que más sufrió con el tema del abandono es su hija. Sus dos hermanos quizás se reflejan más en su padre. Nos sentíamos raros al filmarlo, porque puedes ver a Jorge en medio de su familia y parece como si fuera un juicio. Yo también me sorprendí, no imaginaba que las tensiones familiares fueran tan fuertes.
Diana Collazos: A nosotros también nos chocó. Nuestra intención al inicio era solo entrevistar a uno de sus hijos, y de pronto todos querían hablar. Y pensamos grabar una pequeña conversación familiar y eso terminó en una hora de registro. Y nos quedamos impresionados: la sensación que tuvimos es que ellos nunca habían tenido la oportunidad de hablar juntos de eso. De pronto se dio un desahogo familiar. Para Acuña, la familia era un cable a tierra, a la realidad.
¿Él ya ha podido ver el documental?
Jean Alcocer: ¡No! Para él también será un preestreno. Hay bastante expectativa de él, su familia y de sus amigos.
El manual de periodismo de la vieja escuela nos prohíbe entrevistar a un personaje cuando está ebrio. Sin embargo, en el documental, son justamente los momentos acompañados de cerveza en los que vemos al artista mostrarse con libertad. ¿Conversaron con él para tomarse esa licencia?
Jean Alcocer: Todas las entrevistas con Jorge han sido en bares, en estados alcohólicos. La narratividad de Jorge se gesta en eso, sus historias mismas las contaba en los bares. Nosotros también teníamos nuestras dudas al respecto, intentamos “sacar” un poco el alcohol del documental, pero nos dimos cuenta que siempre habíamos estado así con él. Sin embargo, Jorge nunca pierde el control. Sigue estando en personaje.
Diana Collazos: Entrevistar a Acuña sin alcohol ha sido muy difícil. El mismo nos proponía que esté presente la cerveza. Es algo inevitable. Es su forma de conversar y relacionarse con sus amigos, su forma de dialogar sobre el Perú, el arte, la literatura. Todo eso es una reunión de bar.
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