Hace 10 años, la plataforma YouTube estrenó gratuitamente la película documental “Life in a Day” (“La vida en un día”). Era una película colaborativa, construida por los videos que miles de personas de todo el mundo grabaron y enviaron el día 24 de julio del 2010. El encargado de recopilar, depurar y editar todo ese material fue el cineasta británico Kevin Macdonald, recordado por películas como “El último rey de Escocia” (2006) o “Los secretos del poder” (2009), pero también con amplia experiencia en el género documental.
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Una década después, McDonald se ha encargado de hacer una secuela de aquel filme. Se llama “Life in a Day 2020” y ha seguido la misma dinámica: pedir videos a la gente de lo que hacen en un día común y corriente. Esta vez, sin embargo, Macdonald y su equipo recibieron más de 300.000 videos –cuatro veces más que la cantidad de la película original–, provenientes de 192 países y en más de 65 idiomas diferentes.
“Life in a Day 2020” se estrenó el último lunes en el Festival de Sundance y será subido a YouTube de forma libre este sábado 6 de febrero. Como cualquier filme colectivo (y amateur) es irregular y a veces caótico. Pero consciente de ello, Macdonald convierte esas características en atributos, para armar una película muy humana y genuina, que se disfruta como un enorme fresco sobre lo esencial de ser humano. Sobre la experiencia en este nuevo proyecto, conversamos vía Zoom con él.
Mira aquí la película completa “Life in a Day 2010″.
¿Cuál ha sido la principal diferencia que has encontrado en los videos grabados en el 2010 y los del 2020?
Son diferentes en muchas maneras. Primero que nada, por la tecnología. Hoy en día, YouTube es muy distinto a como era hace 10 años. Por entonces era una plataforma donde las personas subían sus videos amateur, sobre todo cosas graciosas. Ahora es una red enorme y comercial de miles de millones de usuarios que incluso se ganan la vida entreteniendo a la gente. Se ha profesionalizado muchísimo. Y debo decir que una de las cosas que me preocupaba para esta segunda entrega de “Life in a Day” es que fuéramos a recibir ese tipo de material demasiado profesional. Nosotros queríamos video del tipo antiguo de YouTube, más caseros y más honestos. Y por suerte fue lo que obtuvimos. Pero ese cambio, obviamente, responde también a la cantidad de cámaras de video y de Internet que en el mundo han aumentado exponencialmente. Para la primera película, el 55% del material vino de Estados Unidos. Ahora ha sido mucho más diverso, y eso es positivo.
¿Y temáticamente has visto diferencias destacables?
Sí, definitivamente. Si ves el mundo del 2010 –al menos por lo que te decían los videos–, parece casi una era dorada. Sientes que todo era más simple, más ingenuo, no había casi nada oscuro. De hecho, recuerdo que en la edición tuve que construir un pasaje un poco oscuro, pero aun así fue muy difícil. Esta vez, en cambios, estuvimos abrumados por la pérdida, la tristeza, la oscuridad. Recibimos mucho material sobre eso, lo que habla del momento que vivimos. Y esa es una de las cuestiones que, en mi trabajo como director, me parece fascinante: solo tengo que aceptar los videos que me han sido entregados. No puedo controlar ni pedir algún tipo de contenido específico. He tenido que aprender a escuchar lo que el mundo me está susurrando. Por eso, en general, siento que esta es una película mucho más reflexiva y profunda, debido a la pandemia, pero también a la política mundial… es como si hubiera una ansiedad general en el aire. Y eso de alguna manera la hace una película más madura.
Se ve a mucha más gente interactuando con pantallas y con la tecnología. Hay gente que afirma que eso nos aísla. Y otros que creen que nos conecta. ¿Tú cómo ves esa paradoja?
Esa es una pregunta interesante. Creo que en estos momentos difíciles, puedes ver en la película que la tecnología puede estar salvando la conexión humana. Y también que es un refugio, un lugar adonde ir cuando la realidad es dura. Tienes a ese hombre que ha perdido su negocio y duerme en su carro, pero que ama a sus drones y usa sus gafas de realidad virtual para desaparecer. Eso es la tecnología llevándolo a un lugar diferente, a un mundo imaginario. O ese otro hombre que envía su video desde Siberia, contando que su mayor temor es no entrar en la historia, pasar desapercibido por la vida. Para mí ese fue uno de los clips más importantes, porque es un tipo que vive en el lugar más aislado del planeta, hablando un idioma que muy pocas personas hablan, pero que aun así quiere que su vida importe. Entonces entiendes que todas estas contribuciones recibidas se dan porque todo el mundo quiere ser importante de alguna forma, quieren ser relevantes. Y la tecnología los ayuda. Es cierto también que existe lo contrario: que las redes sociales y la televisión han fomentado los prejuicios y la muerte de la verdad; pero por suerte en la película no ves tanto de eso.
Hay ideas muy originales, como la del muchacho que se dedica a perseguir trenes. Y también otras no tan originales, como las parejas que mandan videos besándose; un montón de gente besándose. ¿Cuál ha sido la idea o el mensaje más repetitivo o constante que has encontrado?
Creo que lo que más recibimos fueron videos de gente, sobre todo adolescentes, quejándose de sus vidas (risas). Pero, a la vez, uno de los mayores impactos al ver todo el material es la demostración de cuán similares son las personas en sus preocupaciones alrededor del mundo. Esa es una herramienta muy poderosa para la empatía. Puede sonar como un cliché hippie, pero realmente somos más parecidos que diferentes. Mira a todos estos personajes. Yo puedo imaginarme fácilmente en las situaciones que viven cada uno de ellos. No somos tan distintos. El número de cosas realmente importantes para cualquier ser humano son las cosas que compartimos. Y creo que en un momento en que todo parece ser división o nacionalismos, es muy refrescante y positivo ver a la gente simplemente como seres humanos. Te lo digo yo, que soy una persona un poco cínica. Pero realmente esa unidad se siente muy fuerte en la película, y eso la hace tan emocionante.
Quería que me contaras algunas de las historias detrás los videos. Las que consideres destacables.
Uno de los videos que más me gusta, aunque es un poco extraño, es el del inicio: un médico que se graba cantando una canción de Schubert [N. del R.: se refiere al “Erlkönig”, inspirado en el famoso poema homónimo de Goethe]. La historia detrás es mucho más interesante, aunque no se entienda del todo en la película. Es un médico en Nigeria que acaba de salir de un parto difícil, en el que la madre podría perder a su bebé. Él viene de hacer una cesárea de emergencia, a las tres de la madrugada, y cuando deja la sala de partos enciende su cámara y entona esa canción, que habla del riesgo de pequeño niño, del cuidado con el que los padres tienen que lidiar, de una vida llena de miedo y peligro. Es una canción sobre la fragilidad de la vida. Y él es un nigeriano que la canta en alemán. Cuando recibí el video pensé que de eso se trataba este filme, de historias como esa.
A mí me impresionó mucho la historia de la mujer que en la película del 2010 mandó un video con su hijo adolescente, y que ahora, 10 años después, muestra la urna con las cenizas del muchacho…
Sí, ese video es increíblemente poderoso. De hecho, hoy más temprano pude conocer a la mujer a través de Zoom. El clip de la película original fue muy gracioso, porque representa al adolescente típico de todo el mundo, que no quiere salir de la cama. Y su madre le dice en ese video “levántate, hay mucha gente por conocer, muchos lugares por visitar, y pocos años para hacerlo”. Y por supuesto que ese muchacho tenía un gran futuro por delante. Pero nadie podía esperar que fuera a morir tan pronto. Ella está muy feliz de que esto aparezca en la película. Y si te fijas en los créditos finales, la película está dedicada a él.
Mira el tráiler de “Life in a Day 2020″:
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