Una familia sale del cine. Es de noche y está oscuro, el callejón es el camino más rápido, pero no el más seguro. El padre toma las manos de su esposa y de su hijo que no pasa de los diez años. De pronto, un hombre que parecía aguardar desde las sombras se les acerca. Les apunta con una pistola y exige dinero. Y allí estás tú, viendo la escena desde lejos, pero con claridad. Sabes que puedes ayudarlos. Sabes que puedes evitar que ese chico se convierta en un huérfano más. Pero dudas, no sabes si intervenir o no. Luego de unos segundos te decides: saltas una distancia de 30 metros en un segundo. Aterrizas al lado del delincuente con tu mano, bloqueas el cañón de la pistola que se dispara inmediatamente contra ti pero tu mano la detiene. Miras fijamente al asaltante y haces que se desmaye. Salvaste al niño, al padre y a la madre. Pero ahora ellos te miran con más miedo y horror que al delincuente cuando les apuntaba con el arma cargada. Tiemblan frente a ti. Piensas que algunas cosas nunca cambiarán y te das media vuelta. Das un paso, dos y de pronto el niño de 10 años que estaba por convertirse en huérfano te grita: “¡Mutante asqueroso!”
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—No son como los demás—
En el génesis de los súper héroes modernos siempre estará el Superman de Jerry Siegel y Joe Shuster: cabello engominado, estatura elevada, dientes perfectos y pectorales delineados. Honesto, bueno, justo, incorruptible, no bebe, no fuma y no baila pegadito. El único que presumía de que uno de sus súper poderes era decir siempre la verdad. Él heroe que llevaba los calzoncillos fuera del pantalón fue durante mucho tiempo el prototipo sobre el que se definieron los muchos y diferentes héroes que lo siguieron. Aparecieron varios como él que imitaban sus poderes o su traje o su sentido de la rectitud o su personalidad imperturbable, tan alejada de la conciencia social del mundo que protegía. Hasta que un día llegaron los X-Men, conflictivos y conflictuados. Con problemas para aceptarse y ser aceptados. Con poderes que atemorizaban y que muchas veces no controlaban. Con defectos físicos y, algunos, con la apariencia de monstruos que asustaban a los desprevenidos. Eran mutantes.
Mutantes, productos de la evolución. Hijos de la naturaleza injusta. Víctimas del azar biológico. No eran personas que habían pedido poderes, ni la responsabilidad que conllevan. Muchos eran jóvenes que no querían ser distintos. Se avergonzaban de su naturaleza. Sus familias los rechazaban, sus amigos los abandonaban y el gobierno los perseguía. Nunca hubo tanto drama dentro de un cómic de súper héroes.
Cuando Stan Lee y Jack Kirby crearon a los X-Men en lo cómics en 1963 eran tiempos de cambios. John F. Kennedy era asesinado, Estados Unidos puso en órbita el primer satélite de telecomunicaciones geoestacionario, la URSS envió al espacio a una mujer por primera vez y Martin Luther King encabezó una famosa marcha en Whashinton. Eran momentos en los que se luchaba en las calles por la aceptación de la población afroamericana. Tal vez por ello, los X-Men consiguieron llamar tanto la atención. Eran los raros, los diferentes que buscaban pertenecer a la misma sociedad que los rechazaba.
—La metáfora funcional—
La productora Margaret Loesch, quien era parte del equipo de Marvel Productions en 1992, persuadió a los ejecutivos de Fox Kids, empresa en la que también colaboraba, de producir una serie animada basada en los X-Men. El argumento que utilizó fue que si bien los mutantes habían sido la analogía de la lucha por igualdades sociales décadas atrás. En la década del noventa se convertirían en la analogía de los adolescentes que no encajan, de aquellos que no son exitosos deportistas o bellos o populares. La productora identificó el potencial de las historias de los X-Men para convertirse en el estandarte de un nuevo tipo de aceptación social que ya no se exigía en las calles, sino en las aulas de las escuelas. Los chicos y chicas que se sentían diferentes, los sensibles, los que no eran cool se identificarían. El mismo Stan Lee admitió que nunca había pensado que su creación podía ser vista de esa manera. El resultado fueron cinco temporadas de 76 episodios, rating elevado y una generación que creció esperando que se haga una película basada en los dibujos que veía al regresar de la escuela.
Para José Larraz, quien ha dibujado varias historias de los X-men, el origen del temor que pueden sentir las personas hacia los mutantes es la idea de que no son una excepción, como podrían ser los integrantes de Los Vengadores, sino que se trata de una nueva raza que eventualmente podría ocupar el lugar de los homo sapiens. “En este sentido los mutantes han cosechado más odio que ningún otro héroe de la casa Marvel y han sido el instrumento para tratar temas como el racismo y la intolerancia. Y también por todo este odio se han unido más., y esa es su otra característica: son familia. Siempre me gustó esa unión como de huérfanos que se encuentran y construyen una familia nueva y abierta”, ha comentado en la publicación de Elperiódico.com.
En esa misma línea, el editor web de la revista online Lanocheamericana.net, Daniel Lobato, asegura que así como el Hombre Araña puede representar al chico común, al vecino amigable que de pronto descubre que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, los X-Men “siempre han sido sinónimo de lucha, de reivindicaciones sociales. Su importancia respecto a otros grupos y personajes radica en su adaptabilidad a la temperatura de los tiempos, haciendo suya la agenda mediática y social de cada momento”. Para Lobato, el mensaje de los X-Men a favor de la igualdad sigue vigente, pero con algunos ajustes. "Es indiscutible que ese componente de denuncia se ha diluido estos últimos años. El espíritu crítico y belicoso de épocas anteriores ha dado paso a una lectura más amable que reivindica y celebra lo diferente. El mensaje es el mismo, pero los matices difieren. Al final esto es un negocio y las sensibilidades a las que atender son muchas y, a veces, muy delicadas”, agrega.
—Los mutantes en el MCU—
Solo era un sueño. Ver a Iron Man, quien enarbolaba la bandera de la redención, junto a los mutantes era imposible. Los abogados no lo permitían. Incluso en la película Vengadores: La era de Ultrón, se debió encontrar una justificación no mutante para los poderes de dos personajes. La palabra “mutante” estaba, por contrato, prohibida de ser usada. Pero luego de que Disney, dueña de Marvel, compró el año pasado a Fox, quien tenía los derechos de los mutantes, todo es posible.
Los rumores son muchos, que los X-Men aparecerán por primera vez en la nueva y edulcorada película de Deadpool, que serán creados por una Scarlet Witch encolerizada, o que serán producto de un multiverso que se nos presentarán por fin en la segunda película de Dr. Strange.
Sin importar el origen, lo cierto es que los X-Men volverán, eso es seguro, porque siempre habrá alguien a quién odiar, aunque pueda salvarte la vida.
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