Spotlight: El cine detrás de la cruda realidad
Spotlight: El cine detrás de la cruda realidad

Un primer caso estableció una línea de investigación que fue seguida con tenacidad y que terminó por mostrar que los abusos sexuales a menores en la archidiócesis de Boston, Massachusetts, no eran hechos aislados. Según el diario “The Boston Globe”, por lo menos 250 sacerdotes estuvieron involucrados. La unidad de investigación –que respondía al nombre de Spotlight– no se rindió ante el silencio y el encubrimiento sistemático de las autoridades eclesiásticas. Eran los años 2001 y 2002. Ahora “” es el título de una cinta que se inspira en estos sucesos y tiuvo seis nominaciones a los premios Óscar 2016, incluyendo la categoría de Mejor Película [De las que ganó en esta última categoría].

“Cuando publicamos nuestra primera historia sobre cuán extendido era el problema de abuso sexual en el clero, está- bamos seguros de decir que por lo menos 70 curas habían sido acusados de manera creíble de haber cometido estos actos”, relata a El Comercio Sacha Pfeiffer, uno de los integrantes de aquel equipo que aún labora para “The Boston Globe”. En la película, la actriz Rachel McAdams es la encargada de interpretarla.

El abuso a escala colectiva es ilustrado escalofriantemente por un personaje del filme de esta manera: “Si se necesita un pueblo entero para criar a un ni- ño, también se necesita un pueblo entero para abusar de él”.

“The Boston Globe” llegó a imprimir más de 600 notas sobre este escándalo, generando un efecto de onda expansiva global, con destapes similares que se reproducían en diversas partes del mundo.

PUGNA PERIODÍSTICA
Otro miembro de Spotlight de esos años que atendió las consultas de El Comercio fue Michael Rezendes (quien sigue ligado a “The Boston Globe”), encarnado por Mark Ruffalo en la cinta. Sobre las batallas que la pesquisa libró en el poder judicial, él acota: “Creo que el momento más álgido se produjo cuando el juez Constanza Sweeney falló a favor de una moción presentada por ‘The Boston Globe’ para levantar una orden de confidencialidad que mantuvo en secreto los registros del padre John Geoghan, lo que sentó un precedente que nos permitió, más adelante, acceder a todos los registros de denuncias de abusos sexuales de los sacerdotes de la archidiócesis de Boston”.

En paralelo, los investigadores insistían en cotejar documentos y accedían a nuevas versiones de presuntas víctimas. Por suerte, el filme recrea esos procesos con agilidad, nervio, suspenso y verosimilitud. Los métodos no ahogan al relato. Los clichés son sorteados.

Era inevitablemente, sin embargo, el desgaste emocional. Pfeiffer comenta: “Muchos sobrevivientes de los abusos sexuales del clero seguían traumados con lo que había pasado décadas atrás, por lo que hablar con ellos generó a su vez un costo emocional en nosotros. Ese aspecto fue particularmente difícil, aunque también nos motivó a cavar más en la información y a lograr algún tipo de justicia para esas víctimas”.

Este proyecto de Spotlight consiguió que Bernard Law renuncie al cargo de arzobispo emérito, y su rigor periodístico sería distinguido con el Premio Pulitzer en el 2003. Ahora le espera la alfombra roja del Óscar a la versión cinematográfica.

Rezendes añade: “2001 y 2002 no fueron los años más felices de mi vida. Pero no podría estar más feliz con la película, porque es auténtica. Y me siento afortundo porque Mark Ruffalo fue arrojado al retratarme”.

PESQUISA EN TRANCE
Tanto Pfeiffer como Rezendes admiten que el periodismo de investigación atraviesa una etapa de tránsito y vértigo. ¿Hacia dónde se dirige? Ninguno se aventura a dar una respuesta precisa. Rezendes afirma: “Internet destruyó el viejo modelo de ingresos de los diarios. Nadie sabe cómo moverse exactamente en este tiempo de experimentación. Pero soy optimista, porque siempre habrá un público que quiera saber lo que produce el periodismo de investigación”.

Pfeiffer agrega: “Es una crisis en busca de soluciones. En EE.UU. se ha probado con organizaciones sin fines de lucro que ejercen el periodismo, tales como ProPublica o Center for Investigative Reporting”.

En tanto, el periodismo de investigación persiste. Este mundo desconcertante necesita que las verdades sean descubiertas.

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