Woody Allen seguirá siendo un maestro del cine por encima de otras muchas consideraciones o percepciones. Un gran director de cine embarcado en un proyecto increíble: filmar una película al año. Y de entre toda aquella fascinante producción, irregular como todo producto humano, nos preguntamos cuál es nuestra escena favorita filmada por el autor de “A propósito de nada”, su reciente libro de memorias.
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Pregunta inabarcable, y que podría responder a muchos criterios: filosóficos, románticos, cómicos, visuales... Es por ello que, para responder a esta inmensa, trasladamos la pregunta a influyentes creadores en sus diferentes disciplinas. Saltando por generaciones, picando en distintos momentos de la producción del genio de Brooklyn, sus respuestas confeccionan un verdadero homenaje que selecciona diez películas de su exquisita filmografía: desde su debut en el largometraje de “Robó, huyó y lo pescaron”, hasta su oda a los tiempos idos de “Midnight in Paris”, que ejemplificaría la tendencia en el director a salir de Nueva York en busca de nuevos personajes geográficos para sus películas. En medio, su obra maestra “Manhattan” o ”Hanna y sus hermanas”. Ellos son la actriz Wendy Vásquez, los guionistas Giovanna Pollarolo y Augusto cabada, el filósofo Victor J. Krebs, el crítico de arte Gustavo Buntinx, los artistas visuales Miguel Aguirre y Eduardo Tokeshi, los escritores Ricardo Sumalavia, Hugo Coya y Teresa Ruiz Rosas, autora arequipeña recientemente laureada con el Premio Nacional de Literatura. Aquí sus elegidas.
Un encuentro con Hemingway en “Medianoche en París” (2011)
Wendy Vásquez (Actriz)
Así sin pensarlo mucho, la primera escena que me viene a la mente es la del encuentro con Hemingway que tiene Gil Pender. “Medianoche en París” es una de mis favoritas de Woody Allen. Esa escena breve me gusta mucho porque concentra el humor con el que Allen mira la insatisfacción sobre la propia vida -algo tan característico en su obra- en el personaje del maravilloso Owen Wilson, y la fantasía de tener enfrente a un genio como Hemingway desafiándonos a vivir soltando el miedo. El guion es fantástico y los actores, tanto Wilson como Corey Stoll, encarnado a Hemingway, están magníficos.
Mamá en las alturas en “Edipo Reprimido” (1989)
Giovanna Pollarollo (Escritora y guionista de cine)
Tengo muchas imágenes pero la primera que se me vino a la cabeza fue la de la madre del personaje, alter ego de Woody Allen, del mediometraje “Edipo reprimido” que forma parte de “Historias de Nueva York” (1989). Por obra de un mago, la madre del exitoso abogado de 50 años que interpreta Allen se convierte en una figura omnisciente y omnipresente. La ciudad de Nueva York aparece dominada por la madre que vigila y controla a su hijo, como si fuera aún un niño, cual Dios todopoderoso que está, como lo recuerda el catecismo “en la tierra, en el cielo y en todo lugar”.
El amor incondicional por Nueva York en “Manhattan” (1979)
Miguel Aguirre (Artista visual)
Me quedo con uno de los momentos de la que se considera una de sus obras maestras: el inicio de “Manhattan”, estrenada en 1979. Rodada en blanco y negro la secuencia nos muestra diversas postales –casi de documental- de la ciudad mientras la voz en off del protagonista, el escritor de chistes para televisión Issac Davies -protagonizado por el mismo Allen y álter ego de éste- declara, entre idas y venidas, entre la ácida crítica y el fino sarcasmo, su profundo e incondicional amor por la ciudad de Nueva York, como metrópoli única, potente y decadente por partes iguales. Y musicalmente acompañado por el que es considerado el nacimiento de la música sinfónica estadounidense: diversos momentos de “Rhapsody in Blue” de George Gershwin. Sinceramente: ¿cómo no enamorarse para siempre en esos tres minutos y 44 segundos de esa ciudad ante tal combinación de imágenes, música y testimonio?
El caos de las langostas en “Annie Hall” (1977)
Hugo Coya (Periodista y escritor)
Aunque resulta difícil escoger entre tantas buenas películas que nos ha legado Woody Allen, me quedaría con “Dos Extraños Amantes” (”Annie Hall”) por la calidad del guion, el buen uso del lenguaje cinematográfico, la excelente actuación. En varios tramos, los actores rompen la denominada ‘cuarta pared’ al hablar directamente a la cámara. Hay regresiones, digresiones y hasta animaciones. La película posee escenas memorables, pero mi favorita, sin duda, es la de las langostas: sus protagonistas (Allen y Keaton) intentan cocinarlas y los animales se escapan, generando un pequeño caos. En lugar de reaccionar ante ello con incomodidad, ellos convierten ese instante en un hecho entrañable.
Mimetizándose con el medio en “Zelig” (1983)
Ricardo Sumalavia (Escritor)
Una de las películas de Woody Allen que siempre tengo en mente es “Zelig”. La historia de un hombre que se mimetiza con las personas que lo rodean. De pronto es chino, un rabino en París, un obeso entre obesos, etc. En una escena, en una sesión de hipnosis, interrogado por la Dra. Fletcher sobre sus transformaciones, Zelig responde “Es seguro ser como los otros. Quiero gustar“.
Teresa Ruiz Rosas (Escritora)
Mi película predilecta de Woody Allen es “Zelig”: Me cuesta elegir una escena, cuando se le ve engordar o “ennegrecer” o cuando uno de los científicos atribuye su “camaleonismo” a la ingestión de comida mexicana son momentos hilarantes, pero me ocurre como con algunos libros en que quisieras subrayarlo todo, como me dijo una vez Patricia Alba conversando sobre “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar.
¡Si la vida pudiera ser como las películas!: “Annie Hall” (1977)
Victor J. Krebs (Filósofo)
Mi escena favorita es de “Annie Hall” (1977), vista en estreno, cuando Woody en cola en el cine, desesperado por el neoyorkino presumiendo de su omnisciencia detrás suyo, se acerca a preguntarnos ¡¿qué hacer con esa gente?! De pronto, el pedante también se acerca y Woody ahora lo recrimina directamente por su desfachatez. Mientras blande sus credenciales de profesor de Columbia y especialista en Marshall McLuhan, Woody saca literalmente de tras bambalinas al primer intelectual mediático en persona, quien termina acusando al académico de no haber entendido nada de su obra. Regodeándose, Woody se lamenta con nosotros de que la vida no sea como las películas!
Un ladrón con mala letra en “Robó, huyó y lo pescaron” (1969)
Augusto Cabada (Guionista de cine)
Unos espermatozoides se preparan para entrar en acción cuando su dueño está a punto de “coronar”; una pelea intelectual culmina con la mágica aparición del autor discutido; un matrimonio añejo anuncia su separación y desencadena la crisis de otra pareja... ¿Cómo elegir una sola escena de Woody Allen, cuando en su filmografía abundan los momentos memorables? Cito caprichosamente una escena de su debut, “Robó, huyó y lo pescaron” (1969): un robo fracasa cuando el cajero del banco no logra entender la nota que le entrega el asaltante, dando pie a una discusión con sus colegas en la que el delincuente es brutalmente ignorado. La mezcla de ingenio, absurdo y patetismo tiene el sello inconfundible de su autor.
“¿Qué tienes que hacer este sábado en la noche? -Suicidarme” en “Play it Again, Sam” (1972)
Gustavo Buntinx (Curador y Crítico de arte)
Por deformación profesional debería escoger la “escena en el museo” de “Play it Again, Sam”. Una parodia del patético pathos en ciertas retóricas circundantes a los discursos del arte. Con intereses subalternos, Allen aborda allí a una joven grave y sensual frente a un cuadro de Jackson Pollock en el que ella sólo ve la gravedad terminal de la existencia: “la negatividad del universo”, “el solitario y repugnante vacío, “el negro y absurdo cosmos”… Todo recitado con un gravísimo, pausado, acento eslavo, sin duda exigido por el director para que sonara tan monocorde como excitante.
“¿Qué haces este sábado en la noche?”, amaga, imperturbable, el galán.
“Me suicidaré”, le replica ella sin desviar el tono de su voz ni la mirada del abismo pictórico frente a sus ojos.
“¿Y en la noche del viernes?”.
La risa sería infinitamente superior ––religiosa, metafísica–– si la repregunta final fuera por el domingo. Pero no le pidamos a Woody Allen que sea Martin Heidegger.
La naturaleza del Corazón en “Hannah y sus hermanas” (1986)
Eduardo Tokeshi (Pintor)
En “Hannah y sus hermanas” está el Allen más esperanzador, con su personaje Mickey dando tumbos amorosos y existenciales. En la escena final, luego de una serie de eventos, lo vemos enamorado y abrazando a quien alguna vez fue una fracasada cita a ciegas. En ese instante él le susurra la frase: “el corazón es un pequeño músculo, muy pero muy resiliente”.
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