Kandinsky decidió ser artista a los 30 años. Era finales de 1896 cuando partió hacia Múnich y dejó atrás su vida en su natal Moscú, donde había estudiado Derecho y Ciencias Económicas, había realizado investigaciones etnográficas e iniciado una prometedora carrera como profesor de leyes. Sin embargo, algunos hechos impulsaron a este hijo de familia acomodada y burguesa —su padre era un próspero comerciante de Siberia y su madre pertenecía a la clase media alta de Moscú— hacia la carrera artística: su gusto por las obras de Wagner y, sobre todo, su descubrimiento del arte impresionista, luego de asistir a una exposición en Moscú y ver las obras de Claude Monet. Después de todo, a fines del siglo XIX, Europa experimentaba grandes transformaciones, no solo en el arte con el surgimiento de las vanguardias históricas, sino también en la vida social y política que derivarían en hechos tan trascendentales como la Primera Guerra Mundial y la revolución rusa.
Ambos acontecimientos marcaron la vida de Vassily Kandinsky. En Múnich, en los primeros años del siglo XX, comenzaría a formarse como artista, y pronto abriría su propia escuela de dibujo y pintura —la asociación Phalanx—, donde en una actitud progresista comenzó a admitir a artistas mujeres. Sus exploraciones en el campo del color y la libertad de las líneas más allá de los figurativo lo fueron llevando hacia el arte abstracto, al tiempo que realizaba estudios teóricos, los cuales planteó en libros como “De lo espiritual en el arte”. Por esa época, conoció a Paul Klee, y juntos desarrollaron un proyecto editorial, denominado Der Blaue Reiter (El jinete azul) que promovió manifiestos y exposiciones de arte, entre 1911 y 1912.
MIRA: De Voz a Voz Perú 11: Javier Silva Meinel presenta una obra que evidencia la intervención humana en la naturaleza
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Kandinsky volvió a Moscú e intentó colaborar con el nuevo régimen revolucionario, pero pronto se decepcionó del arte bolchevique. A su vuelta a Alemania, en la década de 1920, fue uno de los profesores de la mítica Bauhaus, de donde terminó siendo expulsado por los nazis en 1933. Finalmente, se estableció en París, al tiempo que era ya reconocido como uno de los artistas más importantes de su tiempo.
Crear como Kandinsky
Sin embargo, detrás del creador e innovador incansable había un problema neurológico que pocas veces se pone en relieve: la sinestesia. Es decir, Kandinsky tenía asociado el sentido del oído al de la vista y era capaz de ‘oír’ los colores, de percibir sonidos o partituras musicales con tonalidades diversas, algo que terminaría resultando trascendental para la revolución que realizaría en el arte moderno durante la primera mitad del siglo XX. Esta capacidad excepcional es lo que destaca la colección interactiva “En la intimidad de Kandinsky”, que acaba de poner en línea, el Centro Pompidou y Google Arts & Culture, mediante la digitalización de más de 3.700 documentos, entre obras de arte, fotografías y archivos personales de propiedad de Nina Andreevskaya, la tercera y última esposa del artista, quien se convirtió en una de las promotoras de su obra, a la muerte de este en diciembre de 1944. La exhibición busca explicar el proceso creativo de Kandinsky y por qué sus célebres composiciones han sido vistas siempre como verdaderas sinfonías cromáticas.
MIRA: Teresa Burga: la artista que con sus obras inauguró el mañana | IN MEMORIAM
“Para entender verdaderamente el legado de Kandinsky y desentrañar uno de los misterios que definen su estilo artístico, es esencial comprender el proceso creativo distintivo que se desarrolló en sus lienzos: la sinestesia. Esta condición neurológica que también es compartida por otros artistas como Rimbaud, Billie Eilish y Pharrell Williams, le permitió asociar colores con ciertos sonidos y estados de ánimo. Cuando Kandinsky pintó, dos sentidos trabajaron juntos sistemáticamente: el oído y la vista. Los colores y formas traducidos en sonidos, armonías y vibraciones formaban líneas y patrones”, afirma Serge Lasvignes, presidente del Centro Pompidou, en la nota de lanzamiento de la exposición.
De esta manera, a partir de los escritos en los que Kandinsky describe su condición sinestésica, los artistas de música experimental Antoine Bertin y NSDOS han creado, como parte de la muestra, la herramienta Play a Kandisnky que permite a los usuarios experimentar lo que el artista ruso habría escuchado mientras pintaba “Amarillo, rojo, azul” (1925), uno de sus cuadros más celebrados. Al hacer zoom y clic en diversas áreas de la pintura, la herramienta permite explorar los sonidos asociados a los colores y formas de la misma, pero también el usuario puede realizar su propia mezcla de sonidos y colores y ‘crear’ una obra, a la manera de Kandinsky.
Más allá del arte pictórico
En cuanto al material de archivo, destacan fotografías de la niñez de Kandinsky como un retrato de 1869 en el que aparece a los tres años con su madre Lydia Ivanovna y otra de 1874 en la que el futuro artista se encuentra en Odesa, ciudad donde vivió su familia. Asimismo, se aprecian varias imágenes de Kandinsky con Nina, su última esposa, en Francia y Alemania, entre 1929 y 1933, y otras con los artistas Paul Klee y Georg Muche, en los tiempos de la Bauhaus, o con Marcel Duchamp, otro de esos grandes íconos del arte mundial.
MIRA: Victoria Santa Cruz y su herencia afrodescendiente para el Perú vuelven en reedición de su único libro
Y si bien su vigencia como padre del arte abstracto —por una acuarela de 1910— ha sido puesta en entredicho tras el descubrimiento de obras del mismo estilo de la artista sueca Hilma af Klint de 1906, la influencia de Kandinsky en el devenir del arte moderno resulta innegable, como dice Angela Lampe, conservadora de las colecciones de arte moderno en el Centro Pompidou: “El legado de Kandinsky es indudablemente más amplio y trasciende a otros dominios más allá de su obra. Tiene que ver de algún modo con su forma de abrir el campo del arte pictórico a otros medios como la música, la poesía y las artes escénicas”.
En “De lo espiritual en el arte”, Kandinsky escribió una frase que puede ser una buena descripción de su obra: “El color es la tecla, el ojo el macuto, y el alma es el piano con sus cuerdas. El artista es la mano que, mediante una u otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana”.
TE PUEDE INTERESAR
¿Por qué hay quienes creen que la COVID-19, el Holocausto o el cambio climático son conspiraciones?
El adiós a Johnny Pacheco, el hombre cuyo nombre fue sinónimo de “salsa” | PERFIL
Contenido sugerido
Contenido GEC