Katia Condos abre su corazón de par en par en "Caminos", un libro editado por Planeta. (Foto: Giuseppe Falla)
Katia Condos abre su corazón de par en par en "Caminos", un libro editado por Planeta. (Foto: Giuseppe Falla)
Sonia del Águila

narra momentos de su vida que le causaron mucho dolor y al hacerlo se siente vulnerable, pero no cesa. La actriz expone en “Caminos”, un libro que escribió junto a la artista plástica y coach espiritual Muss Hernández, eventos que le marcaron el alma y trazaron la vía que siguió hacia la sanación.

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“Caminos” esta compuesto por dos libros complementarios: “El camino hacia mí”, escrito por Katia Condos; y “El camino hacia ti”, el curso- taller que contiene los ejercicios, ilustraciones, esquemas, plantillas y herramientas del método Lúmina, creado por Muss.

“Siempre he sido una persona reservada, no ando ventilando las cosas, pero hoy, a mis más de cincuenta años, me siento tan agradecida con todo que tengo y lo que he vivido que estoy lista para abrir la puerta de mi corazón y contar mi historia. Quiero contarle a quien quiera escuchar que sí se puede ser feliz, que la decisión es de uno y que hay maneras maravillosas de quitarle peso a la mochila que cargamos”, narra la artista nacional.

Condos Seoane ya había tomado la decisión de hacer un libro, cuando le embargaron dudas sobre si iba a poder transmitir y explicar adecuadamente las etapas más intensas y dolorosas de su vida. En ese momento recurre a Muss para proponerle realizar el sanador proceso juntas.

La gran amistad que une a Katia y Muss nació en las aulas del colegio, cuando la actriz tenía quince años de edad. Y fue durante una tarde de verano, en la playa, mientras compartían un trago, cuando nace la idea de escribir un libro que pudiese inspirar a los lectores a hacerse cargo de su vida desde la mirada que se desarrolla a partir de una práctica espiritual.

“Somos vecinas en Lima, vecinas en la playa, madrinas de nuestros hijos (...) Sabemos todo una de la otra. He sido su alumna por más de tres años en Ciencia de la mente, perdón radical y posibilidades infinitas, y puedo dar fe de lo extraordinaria profesora que es, tiene un don especial para enseñar. Por todo esto, me pareció un regalo y un lujo que aceptara escribir este libro conmigo”, destaca Condos en su publicación.

La artista plástica y coach espiritual, Muss Hernández, escribió con Katia Condos "Caminos". (Foto: Planeta)
La artista plástica y coach espiritual, Muss Hernández, escribió con Katia Condos "Caminos". (Foto: Planeta)

El prólogo de “Caminos” tiene como protagonista a Regina Seoane, mamá de Katia. Las fotografías fueron tomadas por su esposo, el periodista Federico Salazar.

“La idea del prólogo es validarla a ella (a Regina) y validar la idea de los cursos, justamente lo que enseñamos es eso, que hay diferentes puntos de vista, que se puede salir adelante. Katia dice varias veces, ‘esta la historia que yo viví, que yo entendí'. Es cero culpar a los padres, es todo lo contrario, es un camino de reconciliación, de amor, de respeto y eso es lo que queremos mostrar a las personas. (...) Y lo que es bonito es que lo hemos probado en diferentes focus con gente que en su vida había hecho trabajos como ese y funcionó”, refiere Hernández.

“Mi mamá me dio carta abierta para contar su historia, pero cuando termino el libro y se lo entrego para que lo lea, le chocó porque habían cosas que no sabía. Fue un golpe para ella, por eso su prólogo es tan sentido”, destaca Katia.

Katia, en los brazos de su madre. A la izquierda, su hermana Phoebe. (Foto: Planeta)
Katia, en los brazos de su madre. A la izquierda, su hermana Phoebe. (Foto: Planeta)


En “Caminos”, Condos Seoane abre su corazón de par en par. Describe que antes de realizar psicoanálisis con un terapeuta durante diez años o llevar el curso con Muss, por tres años y medio, tuvo momentos difíciles en los que se sintió deprimida. Escribir el libro la llevó a revisitar historias de su pasado, a volver a sentir y seguir sanando a niveles más profundos.

“Las historias que comparto son mis interpretaciones y recuerdos de eventos de mi vida. (...) En este libro me enfoco más en los momentos que me causaron dolor y me dejaron heridas que no lograba cerrar del todo, pues estos me permiten explicar mejor cuál ha sido el camino hacia la sanación ”, detalla la actriz nacional.

Monstruos de su pasado

El mayor sueño de Katia siempre fue tener una familia “maravillosa y numerosa”, pero antes de conocer a Federico Salazar “elegía parejas equivocadas”.

“Llegó un momento en mi vida en el que hice una evaluación de los hombres con los que había estado, había alcohólicos, drogadictos, extranjeros de paso, unos que me doblaban la edad, otros mujeriegos y, en ese momento, estaba con un chico al que también le gustaban los chicos. Pensé: ‘Si no hago algo ya, no voy a tener nunca la familia que quiero’. Decidí hacer terapia”, refiere.

Infancia difícil

Katia creció en un hogar con padres separados. A Apóstolos Condos, su padre biológico, lo conoció cuando tenía ochos años de edad. La relación con él nunca fue cercana.

“El mayor peso que cargué es el abandono, fue mi estigma. Eso se tradujo en falta de amor propio, en sentir que no me merecían y conseguirme parejas que no iban a estar conmigo hasta el final, que no se iban a comprometer, mucho mayores que yo. Esa fue la chamba más fuerte que tuve que hacer”, describe la actriz.

Viaje interior

Para cicatrizar las heridas que marcaban su alma y no le permitían ser feliz, Katia realizó un viaje interior empleando las herramientas brindadas por los cursos que llevó con Muss. Según explica, fue la mejor decisión que tomó en su vida.

“Entonces, pasé de ser víctima a hacerme cargo de las cosas que ya no me servían, que no me hacían bien. Empecé a sentirme responsable de todo lo que me pasaba. Ese solo cambio me puso en un lugar completamente distinto, un lugar de poder, de acción, de compasión. Con relación a mi peso, hice lo de siempre, dieta y ejercicios, pero a eso le sumé algo que realmente hizo la diferencia, un trabajo muy profundo sobre las creencias que tenía acerca de mí misma y el peso”, aclara.

Katia con sus amigas Titi y Tati. (Fotos: Planeta)
Katia con sus amigas Titi y Tati. (Fotos: Planeta)

Su historia con Federico

Luego de enfrentarse a muchos “monstruos del pasado” y a miedos que le dificultaban avanzar, Katia, por fin, consiguió la paz que inconscientemente alejaba de su vida. Tenía 28 años y ya era actriz cuando el verdadero amor tocó su puerta.

“En 1996, Lucho Barrios trabajaba como director, y yo, como actriz en las telenovelas de Iguana Producciones. Mi relación con lucho no era solo de director a actriz. Teníamos muchos vínculos. (...) Un día de los últimos meses del año, Lucho me pidió que lo acompañara a una comida en casa de una amiga periodista. (...) En la comida me encontré con una pareja de amigos, Mario y Karine, y me senté a conversar con ellos. De pronto, entró por la puerta una periodista que todavía no conocía, Laura, seguida de Federico y otro periodista. Cuando vi a Federico sentí algo en la barriga”, describe Katia en “Caminos”.

Katia y Federico Salazar en Wakama (1999). (Foto: Planeta)
Katia y Federico Salazar en Wakama (1999). (Foto: Planeta)

“Al poco rato me presentaron a Federico. Me pareció simpático. Empezamos a hacer bromas al instante de conocernos. (...) Cuando llegó el momento de las preguntas serias, ya hacia el final de la noche, cuando internamente rogaba para que me pidiera el teléfono, me preguntó.

-¿Y tú' ¿Sales con alguien? ¿Tienes hijos? ¿Eres casada, viuda, divorciada?

-Soltera y sin compromiso -respondí coqueta- ¿Y tú?

-Yo estoy separado -dijo.

-¿Hace cuánto? - pregunté.

-Es reciente -respondió-. Y tengo tres hijos, dos míos y un sobrino de mi ex que es como un hijo para mí.

-¡Wow! Tres es un montón, yo pienso tener cinco -dije.

-Entonces tendré que tener ocho -dijo él

¡Bingo! En ese instante piqué el anzuelo. No tenía que decir nada más. ¡Maestro!

Katia se siente hoy abundante y plena. Llegar a casa después de una larga jornada de trabajo y que sus hijos le reciban con alegría o que Federico le llame por teléfono para contarle qué le pasó durante el día, son cosas de las que vive agradecida.

“He cambiado, no soy la misma que era hace diez años. El grado de drama que hay en mi vida es muy bajo ahora. Las cosas buenas y malas siguen pasando, lo que ha cambiado es cómo me siento mientras pasan. Ahora me hago cargo de lo que no me gusta, me hago cargo de mí, de lo que siento. Ahora yo decido qué quiero crear en mi mundo, con qué quiero conectar. Me siento plena, fuerte, segura y feliz. Ya no me siento víctima de nada ni de nadie. Es la sensación más empoderadora que he tenido hasta hoy. Mañana... quién sabe”, finaliza.

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