En la húmeda y agreste selva de Puno no solo se produce el mejor café orgánico del mundo. Allí también puede encontrarse a su artífice, Wilson Sucaticona, un hombre que pese a los premios recibidos y los viajes por el mundo mantiene su humildad y perseverancia.
La historia de este humilde caficultor llegó a oídos de Paola Palomino, quien decidió recorrer más de 1200 kilómetros por carretera y sumergirse a fondo en una historia de éxito muy particular. Tiempo después, lo que debió ser solo un trabajo universitario terminó convirtiéndose en un libro.
“El Rey Tunki: Wilson Sucaticona y la historia del mejor café del mundo”, publicado por la Editorial UPC, será presentado este viernes 4 de noviembre a la 1 p.m. en Surco. Conversamos con su autora, quien además es Magíster en Administración y Dirección de Proyectos por DeSales University y especialista en comunicación corporativa y responsabilidad social.
-¿Cuánto ha cambiado Wilson Sucaticona desde que le hiciste la primera entrevista para tu trabajo universitario hasta hoy?
Creo que Wilson sigue siendo en esencia la misma persona. Han pasado ya tres o cuatro años (desde que inicié la investigación) y es muy curioso porque a pesar de tantas consecuencias que generó el primer premio recibido y los posteriores, sigue siendo la misma persona empeñosa y pujante, que conocí y con la que conviví junto a su familia en el monte. Si bien está algo más sofisticado, maneja mucho mejor el español, creo que en esencia sigue igual de humilde, sincero y honesto.
-En una parte del libro cuentas que Wilson, cuando ganó el premio al Mejor Café del Mundo, pensaba que iba a ganar dinero pero no ocurrió así. ¿Estos certámenes no suelen dar dinero?
En este premio en particular, el que entrega la SCAA [Asociación de Cafés Especiales de América], no se recibe dinero, pero el reconocimiento era algo más bien intangible que Wilson desconocía, primero porque si bien era parte de la cooperativa [Central de Cooperativas Agrarias Cafetaleras de los Valles de Sandia], ignoraba bien lo que sucedía en el entorno de esta. Y luego, al enterarse que ganó el premio, recién le explicaron que no había dinero de por medio.
-El origen de tu libro es un curso de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. En dicha asignación algunos de tus compañeros escogen escribir sobre la vida de un famoso, un futbolista o un político, etc. ¿Por qué elegiste tú el caso de Wilson?
Sí, la investigación periodística fue concebida en el espacio que mencionas. Por esto le guardo mucho cariño a mi profesor Ángel Páez. Con él surgió esta idea, que fui trabajando por muchos años y llegó a traspasar las fronteras de las aulas. ¿Por qué elegí a Wilson? Porque me siento muy identificada con él. Es una persona perseverante, disciplinada, sincera. Por eso me aventuré y quise conocer cuál era su secreto para preparar el mejor café del mundo. Eso motivó mi investigación.
-El trabajo de un caficultor precisa ayuda de terceros. Además de la esposa de Wilson, ¿quiénes más lo apoyaban en su trabajo para producir café?
Además de su esposa, en algún momento lo ayudó su hija. Ahora lo apoya su hermana y su sobrino. Ya podría decirse que hoy es una empresa más familiar. El aporte de la familia es fundamental en esto.
(Foto: Paola Palomino junto a Wilson Sucaticona)
-¿Cómo fue posible que tu trabajo universitario termine convertido en un libro al alcance del público en general?
Considero que esta investigación demuestra que no necesitamos ir muy lejos para encontrar una historia que motive a cualquier persona a salir adelante y perseguir sus sueños.
-Sobre la localidad de Tunkimayo (donde se cosecha el mejor café del mundo), ¿hoy sigue teniendo el nivel de desarrollo que encontraste cuando iniciaste tu investigación hace más de tres años?
Ha cambiado un poco respecto a las carreteras, pero Wilson sigue subiendo a pie el monte. Asimismo, hace algunos años hubo un proyecto de mejorar una carretera ya existente, pero el tema sigue en stand by.
-No es muy común que periodistas peruanos publiquen textos. ¿Qué le dirías a muchos colegas que quizás realizan investigaciones pero no se animan a convertirlas en un libro?
Me siento muy relacionada a Wilson, más allá del tiempo que compartimos juntos. Creo en que uno puede sentir una motivación determinada que te mueve a ciertas cosas, en mi caso a escribir y publicar, o a dar a conocer el trabajo que hice. Eso es muy importante porque si tienes las ganas y las fuerzas de hacerlo eso puede trascender más adelante.
-Teniendo en cuenta la realidad de las cafeterías en Lima y el interior del país, ¿cuál crees que es el techo de Tunkimayo Coffee (la empresa de Wilson Sucaticona)?
Hay un trabajo muy fuerte detrás, no solo de Wilson sino también del equipo que lo respalda. Es un café muy reconocido en el extranjero. A inicios de año estuve en California y tuve la oportunidad de catar nuevamente su café junto a expertos internacionales, y pude sentir el sabor a chocolate, la acidez, el aroma floral. Recordé cosas y me emocioné al pensar en cómo esta persona pudo surgir y traspasar fronteras. No existen fronteras cuando uno ama lo que hace.
-Si bien el café de Wilson Sucaticona se ha industrializado de alguna manera, en tu libro cuentas que él sigue siendo cuidadoso en mantener lo artesanal que permite preservar la esencia del producto.
Es cierto. De hecho, este es uno de los misterios que explican por qué este café es tan exquisito y encandila distintos paladares del mundo. Pese a la industrialización, Wilson sigue cultivando el café con sus manos. Estuve junto a él hace unos días en el ExpoCafé y me dijo que “necesitaba cultivar”. Entonces, todo el involucramiento, más ese sentimiento para seguir produciendo, es lo que hace especial el producto final.
SOBRE LA PRESENTACIÓN
“El Rey Tunki: Wilson Sucaticona y la historia del mejor café del mundo” será presentado este viernes a la 1 p.m. en la sede de la Editorial UPC, ubicada en la Prolongación Primavera 2390, Monterrico, Surco.