El Ministerio de Cultura ha cumplido 10 años, pero su balance da cuenta de una década a la deriva, a tientas, marchando al ritmo de la iniciativa personal de cada uno de los trece ministros que llevaron su timón. En nuestra edición de ayer, la cantante y ex ministra Susana Baca, declaraba a El Comercio que el principal problema del MinCul era de origen: haber nacido sin una agenda pública. Tras leer todos los críticos comentarios de especialistas consultados, el ministro Alejandro Neyra dice concordar con todos ellos. Acepta que ha sido una travesía sin rumbo claro en una década. Y es por ello tan importante el documento presentado y aprobado el viernes pasado en Consejo de Ministros.
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Neyra, cuya más reciente novela, “Mi monstruo Sagrado” (ganadora del Premio Cope 2019) se presentó de forma virtual el pasado 16 de julio, espera que, tras la difusión masiva de la Política Nacional de Cultura al 2030 (PNC al 2030) que demandó tres años de debates, se convierta en una brújula que le permite a su institución continuar la travesía con un norte fijo. ¿Y cuál es el norte? Está escrito en el mapa: que la ciudadanía pueda ejercer sus derechos culturales.
¿Estamos hablando de una “brújula” o un nuevo “software” para el ministerio?
Una Política Nacional de Cultura al 2030 es una brújula que nos permite orientarnos hacia objetivos claros en los diferentes ámbitos del ministerio. Es un instrumento de política, pero también un instrumento de gestión. Propone indicadores que nos permitan avanzar en los objetivos prioritarios, desde la valoración de la diversidad cultural, que como indicador fija, por ejemplo, tener una menor discriminación. Los indicadores deben permitir, justamente, ver hacia dónde queremos ir.
¿Por qué el marco temporal del 2030?
Tiene que ver con la agenda sostenible de las Naciones Unidas. Me tocó presentarlo el día viernes en Consejo de Ministros, donde señalamos por qué es la primera vez que tenemos una política nacional de cultura, por qué es necesaria y qué va a permitir: trabajar de manera más eficiente, con una visión más moderna de la gestión, que nos permita medir los resultados de manera concreta. Le dará al sector una brújula y un camino a la vez.
Al inicio, el documento enfatiza algo evidente que, sin embargo, se ha pasado por alto: “Toda política pública está orientada a solucionar problemas públicos”. ¿Esa frase sencilla nos permite entender lo desenfocado que ha estado el ministerio en estos 10 años?
La Política Nacional de Cultura es un marco y un instrumento de gestión. Que atacará los problemas que ayer señalaron varias de tus entrevistados, como la necesidad de un mejor sistema de información. No lo tenemos. Tenemos data muy dispersa. Asimismo, necesitamos reconocer mejor el patrimonio, tener instrumentos de gestión modernos. Esta política es compleja, pues abarca todo un sector y son varios sus objetivos prioritarios.
La idea central de la PNC al 2030 proponer que la ciudadanía debe ejercer sus Derechos Culturales. ¿Es una forma de resolver la distancia del ministerio con el ciudadano que no sabe cómo el MinCul lo representa?
Nuestro principal problema público es garantizar que el ciudadano pueda ejercer plenamente sus derechos culturales. Por ejemplo, derecho a tener una identidad y sentir orgullo de ella en un país diverso. Necesitamos difundir bien esta política para que la gente se apropie de ella.
El primer objetivo prioritario de la Política Nacional de Cultura al 2030 tiene que ver con fortalecer la valoración de la diversidad cultural. En ese punto, destaca el racismo como primer problema estructural. ¿Es la lucha contra el racismo el primer punto en la brújula del ministerio?
Todos los objetivos prioritarios son valiosos. Dentro de ellos, el racismo y la discriminación son un problema público muy visible: Una encuesta nacional que presenté en 2018 siendo ministro, revelaba que una mayoría de la gente se sentía discriminaba frente a un servicio público. Personas provenientes de comunidades indígenas, afroperuanos, incluso personas que se sienten discriminadas por su lengua. Esas mediciones están avanzadas. Al hablar de Derechos, tenemos que empezar por la esencia de lo que somos. Solo entendiendo que somos ricos porque somos diversos, podremos también apropiarnos de nuestro patrimonio o de nuestras industrias culturales. El enfoque del problema parte del ejercicio del ciudadano de sus derechos culturales.
Otro objetivo prioritario habla de incrementar la participación de la población en las expresiones artísticas culturales y se refiere al desarrollo de infraestructura. ¿Qué posibilidades tiene el Ministerio de Cultura de invertir en infraestructura en el país?
Justamente ayer tuvimos una reunión en el Consejo de Ministros, y tuvimos que presentar los planes y los objetivos, y tenemos una cartera de inversiones, buena parte de ella enfocada en el Bicentenario: museos, parques, pequeños proyectos de inversión para los que tenemos varias unidades ejecutoras. Muchas veces se ve a Cultura como un sector que no contribuye a la actividad económica. ¡Ahora mismo nos estamos dando cuenta que somos un sector que también tiene que reactivarse! Desde las subvenciones que se están otorgando, pasando por los estímulos para las industrias ya consolidadas, o la inversión en infraestructura básica que se necesita en materia cultural. El sector Cultura también aporta la actividad económica y esa es un área en la cual incide la PNC al 2030. Desde este año, el ministerio cuenta con una unidad de estudios económicos, cuyo valor es, justamente, ofrecer mejores estadísticas, mejores niveles de medición de impacto e indicadores que permitan ver cuánto realmente impacta la cultura en la vida del ciudadano. Eso abona a la idea de que tenemos que promover proyectos de inversión.
¿Cómo el ministerio puede convencer a los otros ministerios del valor económico de la cultura? Aún se tiene una idea decorativa del patrimonio, solo útil como atractivo turístico.
Justamente ese es el rol del ministro. Sé que la valoración del ciudadano por su patrimonio es actualmente baja. La visión del patrimonio como algo decorativo y alejado es la lógica de quien lo ve como un atractivo turístico, y es lo que tenemos que cambiar. Se lo ve como algo que no se puede tocar, que está para preservar, pero no para que los ciudadanos se apropien de él. Es importante que el patrimonio vaya acompañado de un reconocimiento de la comunidad, que lo vean como un valor añadido a lo que tienen, no como un espacio que les impide hacer cosas. Y sucede lo mismo con el patrimonio inmaterial, no nos damos cuenta de la identificación del ciudadano con su música, su creatividad, su diversidad. Tenemos que demostrar que la cultura es importante para el desarrollo.
¿Qué cambio podrá ver la población con la implementación de la PNC al 2030?
La idea es que, al 2030, en nuestro país, las personas conozcan, respeten y ejerzan sus derechos culturales en todo el territorio nacional en el marco de una ciudadanía y una democracia intercultural. Que el porcentaje de población que se ha sentido discriminada se reduzca por debajo del 5%. Esta política hace del ciudadano un actor relevante para el sector, con un mayor acceso y ejercicio de sus derechos culturales.
¿Y ese plan funciona con el mismo presupuesto que tiene hoy el ministerio?
Sí. A medida que nuestra política vaya desarrollando los planes y estableciendo qué es una gestión adecuada, que nuestra unidad de estudios económicos mida mejor el impacto de la gestión, iremos potenciando la posibilidad no de tener más presupuesto de la noche a la mañana, pero sí de ejecutarlo de manera eficiente, con sentido de utilidad al ciudadano. Eso es lo más importante dentro de todo. Son diez años en los que habrá que ir avanzando en esos indicadores. En la medida de que demostremos que somos eficientes, iremos ampliando el alcance de nuestras actividades.
¿Por último, ya se apagaron los incendios que había en el Ministerio antes de tu llegada a fines de mayo?
Siento que todos están trabajando al máximo. Hemos entendido lo importante que es el sector Cultura en esta situación de emergencia. La gente de patrimonio e industrias culturales está trabajando al máximo para que, por ejemplo, ya tengamos todas las líneas de apoyo abiertas para las subvenciones de apoyo económico. Para que el sector de interculturalidad, estamos dirigiendo la comisión multisectorial atendiendo la situación de los pueblos indígenas, en coordinación con el Ministerio de Salud, el Midis, Defensa e Interior.
Se criticó que los formularios en línea para tentar los fondos de ayuda fuera demasiado complejos. ¿Cómo ha sido la demanda de los beneficiarios?
De hecho, ayer alcanzamos las 1500 solicitudes en las primeras cuatro líneas abiertas. Hoy (lunes) se abren las otras cuatro líneas. Hay un trabajo muy fuerte en identificar las observaciones a las solicitudes, se está revisando y ayudando a que estén bien presentadas. Mi preocupación mayor era la llegada a las regiones, pues no todas tienen la mejor conectividad. Se ha concentrado el trabajo en las direcciones desconcentradas para que de ellas, en coordinación con las autoridades locales, tengan una mejor red de difusión y de apoyo real a la gente que quiera presentarse. Estamos agotando todas las vías para que las personas puedan acceder al formulario en línea.
¿Finalmente, crees que hay razones para celebrar los 10 años del Ministerio de Cultura?
Hay razones para tener esperanza de que tenemos un horizonte para los próximos diez años, una brújula que nos permite orientarnos a objetivos específicos, con indicadores claros, para mejorar los servicios que, desde Cultura podemos ofrecer al ciudadano.
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