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Calladito estás más bonito - 1
Maribel De Paz

Quizá una de las letras más machistas del doliente océano de la música romántica en español provenga de boca de una mujer: Lucía Galán, del siempre inquietante dúo Pimpinela, cantando “A esa”: “le doy mi lugar, que recoja tu mesa, que lave tu ropa y todas tus miserias”. De larga data, el machismo cantante y sonante repleta el cancionero hispano llegando a niveles de sangrienta bravata producto de la virilidad mancillada, como en el popular tema de Loquillo: “tengo un velo de sangre en la mirada […] que no la encuentre jamás o sé que la mataré”. Y qué decir de aquel estremecedor himno al machismo voraz interpretado por el máximo representante del semental latino, Julio Iglesias: “lo mejor de tu vida me lo he llevado yo”.

TODAS LAS SANGRES

Encendiendo el debate sobre la impertinencia de ciertas canciones en tiempos de acertada sensibilidad ante el flagelo del feminicidio, la banda mexicana Café Tacvba pone el pecho y anuncia que no tocará más su canción “Ingrata”, pues fue escrita cuando no estaban sensibilizados ante el tema y prometían meterle un par de balas a una mujer. En el peor de los casos, han dicho, le cambiarán la letra. ¿Será realmente necesario? Bajo el severo velo de la corrección política actual, quizá también habría que reversionar entonces desde las salseras “Bandolera” de Héctor Lavoe (“pau pau pau te voy a dar […] te voy a pegar”) y “Si te cojo” de Ismael Rivera, de la Fania (“mira, negra, ponte a fregar, coge el trapo y ponte a limpiar”), hasta aquel infame creador de estereotipos: “Arroz con leche, me quiero casar, con una señorita de Portugal, que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para jugar”. Con mis hijos no te metas.

Ni Sabina se salva. No falta quien diga que su canción “Contigo” enarbola la bandera del machismo con las siguientes líneas: “Lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí”. Peligro. Y ni qué decir de los ochenteros Los Ronaldos: “estás haciendo mal y no sé lo que va a pasar, tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte, hasta que digas sí, hasta que digas sí, hasta que digas sí sí sí”. Más peligro.

Y porque los hombres también pueden tener sensibilidad, también valdría prohibir aquel himno al despecho contra el varón a cargo de los colombianos Aterciopelados, cantado por Andrea Echeverri: “Adiós, que te vaya bien, que te coja un carro, que te parta un rayo, que te espiche un tren". Pero nada, nada contra la autoestima del varón como “Rata de dos patas”, de Paquita la del Barrio, éxito de los karaokes.

La revisión de la historia también alcanza a las letras. Baste mencionar los clásicos de Mark Twain que fueron reescritos hace cinco años para cambiar, por ejemplo, la palabra 'nigger' por 'esclavo'. Para no herir susceptibilidades habría que reescribir igualmente varias líneas de August Strindberg, el misógino nórdico (y escritor genial). Y también reversionar, claro, la muy incorrecta “Lolita”. Hace poco, Javier Marías, quien ya se había peleado con los defensores de los animales y los cultores del 'food selfie', incendió la pradera al referirse en su columna del diario madrileño "El País" a las “tontunas contemporáneas” del teatro, argumentando que el feminismo y la crecida de la corrección política estarían desdibujando, por ejemplo, los clásicos de Shakespeare al brindar por una “revancha sexista” los roles masculinos a las actrices.

De Strindberg a Maluma, claro, hay buena distancia. Dice el colombiano: “Todas quieren chingarme encima de billetes de cien / Me tienen en un patín / Comprando en San Valentín”. Poesía pura.

Previo al Día Internacional de la Mujer, Café Tacvba autocensuró su emblemático tema

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