"Desde que Jimi Hendrix nos voló la cabeza todas las generaciones han tenido algún guitar-hero, pero la actual no", sentenció Paul McCartney. A continuación, Eric Clapton, 'Dios de la Stratocaster', prefirió ser apocalíptico: "Tal vez se acabó la guitarra". Todo a causa de un cataclismo con epicentro en el diapasón: Fender y Gibson, las dos principales casas de guitarras del mundo, atraviesan la crisis financiera más grande de su historia. Gibson Grands Inc. enfrenta una deuda de 375 millones de dólares, vendió sus activos y se declaró en bancarrota.
CUERDA FLOJA
¿El instrumento emblema del rock está en peligro de extinción? ¿Por qué su calidad ha bajado y desde el 2010 los modelos acústicos se venden más? En un planeta infestado por otras modalidades de entretenimiento, donde el rock ya no ocupa un lugar preferente en el streaming y es inminente la muerte del CD por obra y gracia de Spotify, el descenso de 1,5 a 1 millón de guitarras vendidas por año entre Fender y Gibson también se explica por el auge de la electrónica, el avance del hip hop y la escasa disposición de las nuevas generaciones para aprender a tocar instrumentos complejos cuando en un cerebro computadorizado están todos los sonidos.
"Hay más fabricantes de guitarra que nunca en la historia, pero la crisis es insostenible. Necesitamos héroes de la guitarra", dijo George Gruhn, vocero de Gibson. ¿Y qué hay de los nuevos guitarristas?, le preguntó el "Washington Post". Gruhn sacudió la cabeza y contestó: "No veo a un grupo de niños emulando a John Mayer, escuchándolo y queriendo agarrar una guitarra debido a su influencia".
Efectivamente, ese semidiós está en retirada. Cuando Gibson abrió su primera tienda hace 46 años, los solos del rock eran verdaderas catedrales que crecían desde las manos de Clapton, Beck, Santana, Page, Richards, Townshend y, claro, Hendrix. "Pero los niños reemplazaron a los héroes de la guitarra por la electrónica", reiteró McCartney atendiendo a un fenómeno cuyos orígenes se remontan a 1979, cuando el Portastudio 144 de Tascam irrumpe en el mercado generando la grabación de pistas con tan solo conectar un micrófono y un cable. En 1981 Oberheim introduce la caja de ritmos DMX y el hip hop terminó de revolucionar la música.
Si consideramos, además, que el último héroe se extinguió en los noventa con Nirvana, la fractura en la formación clásica guitarra-bajo-batería es un hecho perfectamente explicable con cada nueva revitalización de la música, a tono con la pérdida de peso específico del rock en los charts. Entonces su instrumento insignia es el primer sacrificado en plena era de la generación 'instant joy', placer inmediato, esa que lo hace todo por Internet. Por eso no son pocos los que pronostican la desaparición de la guitarra antes del 2020.
¿CÓMO VAMOS POR CASA?
Excepto talentosos luthiers como César Bustamante, Gustavo Barrantes y Antonio Huamaní –reconocido por la firma Paul Red Smith debido a sus famosas réplicas–, en el Perú no hay una industria que gire en torno a la guitarra eléctrica. "Lo que sí existe es un declive en el aprendizaje basado en el bombardeo tecnológico. Yo veo en mis alumnos 'millennials' cierta reticencia a dominar la técnica", dice la solista Veronik. "Tocar guitarra es una experiencia mucho más enriquecedora que cualquier computadora. El que tiene flojera de aprender no es músico, es programador", sentencia el guitarrista Pipe Villarán.
Excepto se trate de actos folk o hip hop, en la mayoría del indie nacional las cuerdas gozan de excelente salud –a tono con jóvenes bandas de influencia planetaria como The XX, The National, The 1975, Alabama Shakes o Greta Van Fleet–. Claro, acá se decantan por Mustang, Jaguar y Jazzmaster antes que por Gibson o Fender, más por precio que por opción. "Una Gibson es balanceada, duradera, de tono exquisito, enormemente versátil, con calidad de 'crunch' y tono. Tocar el acorde 'mi' es como prender una Harley-Davidson, energía pura", dice Villarán.
Y entonces va quedando claro que el dios eléctrico de las seis cuerdas y su entramado de riffs, pedales y wah-wahs seguirá inalterable en el cromosoma del rock.