"Cuando lo conocí ya estaba muerto". William S. Burroughs, patriarca del movimiento beat y de la contracultura norteamericana del siglo XX, dio su veredicto tras el encuentro sostenido con Kurt Cobain en su casa de Lawrence, Kansas. Esto sucedió el 21 de octubre de 1993, casi un mes antes del MTV Unplugged que millones disfrutamos alrededor del mundo.
Allí, un Cobain con chompa gris, polo blanco con logo de la banda Frightwig, jean y Converse tuvo una performance impecable. El cierre, con su versión de "Where Did You Sleep Last Night", cantando la última línea "’d shiver... the whole night through", con una ligera pausa y abriendo los ojos como un poseso, ya tiene un lugar glorioso en la historia de la música contemporánea. Sin embargo, Kurt no viviría seis meses más allá de aquel día.
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El encuentro con el viejo beat, autor de libros como "El almuerzo desnudo" o "Yonqui" –que entonces ya sumaba 79 años–, se dio tras su negativa a protagonizar el video del tema "Heart Shaped Box", para el que Cobain tenía una idea bastante clara: Burroughs sería un hombre crucificado que moriría por nuestros pecados, al que todos rendirían tributo.
"Su imagen diría la última palabra sobre los males que azotaban América, un país que no dudó en perseguirlo y estigmatizarlo, echarle encima a la ley […]. Su visión espectral, sanguinolenta y casi de pesadilla, lo elevaría a la categoría de mito estratosférico; él sería el primer gran caído de una guerra de guerrillas donde participaban músicos de rock como Cobain, junto a poetas y activistas. Todos ellos mártires de la utopía", dice el escritor español Servando Rocha en una parte de su libro "Nada es verdad, todo está permitido: el día que Kurt Cobain conoció a William Burroughs".
Este encuentro, que duró apenas unas horas, también dejó huella en el autor, que invitó a Cobain a visitarlo como gesto de buena voluntad hacia él y hacia su música. "Lo que recuerdo es la expresión moribunda de sus mejillas. Él no tenía intención de suicidarse. Por lo que yo sé, ya estaba muerto", aseguró Burroughs. Hasta donde conocemos, Cobain no tuvo contacto ni con la metadona ni con las armas que el escritor guardaba celosamente en su casa. Si buscan en Internet encontrarán un disco de ambos: una joya en la que el escritor lee sus textos con la guitarra de Kurt como fondo.
IDEALISMO GRUNGE
"Llena de amor y alegría, confía en todo el mundo porque para ella todo el mundo es bueno y cree que no le harán daño. Eso me asusta tanto que casi me inmoviliza. No puedo soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me he convertido yo", decía Kurt Cobain en la nota de suicidio que el mundo conoció cuando él ya no podía cantar más.
A pesar de la alegría que le trajo a su vida el nacimiento de Frances Bean –producto de su relación con Courtney Love–, esta no pudo ser más fuerte que sus adicciones y del errático paso que marcó sus últimos días. Desilusionado, heroinómano, idealista. Tres personalidades que convivían en una mente de 27 años que sería ya incapaz de componer más canciones.
Aunque aún hoy se mencionan varias teorías conspirativas alrededor de su muerte, lo cierto es que su comportamiento parecía anticiparla. En 1992, poco después del nacimiento de Frances, la revista "Vanity Fair" publicó un reportaje en el que se aseguraba que Courtney había consumido heroína durante su embarazo. Les fue quitada la custodia y esto, aunque solo fue temporal, hundió emocionalmente a Cobain, que había estado tratando de desintoxicarse en los últimos meses.
"¿Los John & Yoko del grunge o los nuevos Sid & Nancy?", se preguntó "Vogue" en dicho artículo. Entre abril y julio de 1993, Courtney salva a Kurt de una sobredosis, pero luego lo denuncia por violencia doméstica, tras una discusión sobre la posesión de armas del músico. Hasta tres le son decomisadas por la policía. En julio, otra sobredosis tras un concierto de Nirvana. Aunque vuelve a desintoxicarse, en setiembre publica el disco "In Utero", que en realidad quiso llamar "I hate myself and I want to die" ("Me odio y quiero morir").
Para octubre de 1993, mes en el que visitó a William Burroughs, Cobain soportaba ya una carga terrible en sus espaldas. Atrás quedaron los días iniciales del álbum "Bleach", cuando todo parecía divertido y sus arengas contra el sistema y lo comercial tenían sentido. Luego llegaría el "Nevermind" y el hito que marcó todo: desbancaron al "Dangerous" de Michael Jackson del primer lugar del Billboard y se convirtieron en fenómeno mundial. Una presión con la que Kurt Donald Cobain, nacido el 20 de febrero de 1967 en Aberdeen, Washington –a solo 2 horas de distancia de Seattle- no pudo, no supo –o no quiso- lidiar.
FIN DEL CAMINO
El 8 de enero de 1994, Nirvana tocaría por última vez en Estados Unidos, más exactamente en el Seattle Center Arena, como despedida antes de su siguiente gira europea. El 1 de marzo dieron en Múnich el que sería su último concierto. Kurt pierde la voz y la mente. El 4 de marzo, en Roma, escribe una carta suicida, entra en coma y descubren 50 pastillas en su estómago. Contra todo pronóstico, sobrevive. Los siguientes días son una locura: sus amigos y compañeros le exigen que ingrese en tratamiento; Courtney amenaza con dejarlo si no lo hace.
Rasgar una guitarra o jalar un gatillo parecieron lo mismo para Kurt, cuando el 5 de abril se encierra en su casa, se inyecta heroína y se dispara en la cabeza. Muy cerca de él, su billetera entreabierta, con su licencia para conducir a la vista. Pensó que, después del escopetazo, solo así sabrían de quién se trataba.
Ya han pasado casi tantos años desde que murió como los que tuvo en vida. Al final, irónicamente, Nirvana, más que solo el nombre del grupo, fue un círculo que se cerró con la muerte de Kurt. Después de todo, en la filosofía shramánica, nirvana es el estado de liberación tanto del sufrimiento como del ciclo de renacimientos. Ya hubiera querido él poder lograrlo a través de la meditación y la iluminación. Pero si hubiera sido así, ¿estaríamos hablando hoy de él?