Entrevista a la cantante brasileña María Rita
Entrevista a la cantante brasileña María Rita
Melvyn Arce Ruiz

“Yo vine al mundo por causa de la música”, decía Maria Rita en una entrevista con la televisión brasileña. Y la frase por rotunda no puede ser más precisa para describir su historia. Sus padres, ambos músicos excepcionales, se conocieron en los escenarios cuando trabajaban en un espectáculo en conjunto y, desde entonces, el camino de esta paulista ha estado trazado en una sola dirección.

Si bien no fue hasta los 26 años que se animó a cantar de manera profesional (la presión de ser la única hija mujer de un mito como Elis Regina era agobiante), desde su primer álbum, su peculiar voz la ha hecho destacar entre las intérpretes latinoamericanas.

Pocas horas después de su arribo a Lima, ciudad que visita por primera vez para ser parte de las celebraciones de los 20 años del programa "Sonidos del Mundo", Maria Rita conversó en exclusiva con "El Comercio". Que ella misma nos cuente su historia:

Siendo hija de dos figuras notables de la música como y es difícil no imaginar el ambiente familiar como el más indicado para formar a un nuevo músico. ¿Qué recuerdos tienes de tus años de infancia? Tengo recuerdos muy románticos. Mi padre tenía un estudio casero y siempre estaba al piano o en el teclado de la computadora trabajando sus arreglos o composiciones. Él también tenía la costumbre de dibujar sobre un  papel la disposición de los músicos y los instrumentos en el escenario… y, cuando yo llegaba a casa de la escuela, lo veía  trabajando, fumando un cigarrillo, en el piano, muy concentrado, al mismo tiempo que muy enamorado de la naturaleza, porque abría la ventana para el lado que daba afuera de la casa. Esa es una imagen muy fuerte que tengo de mi infancia. Mi madre murió cuando yo tenía cuatro años, no tengo ningún recuerdo de ella, pero sí de mi padre. La música era una constante en mi casa. Yo hacía las tareas del colegio escuchando a mi padre y dormía escuchándolo también…

Él se formó de manera autodidacta, al igual que tu madre. En tu caso, ¿cómo fue el descubrimiento de tu voz? También, sola. Cantaba siempre y los amigos del colegio me decían: “¡wow!”. Una amiga mía una vez me dijo: “No comprendo cómo puedes ser tan afinada”, y yo le decía: “Yo no sé cómo se puede ser desafinado”. El cantar era una realidad natural para mí. Cuando llegaba a la escuela cantando una canción feliz, mis amigos decían: “Ah, está contenta hoy día”. Si llegaba con alguna melodía más contemplativa, me preguntaban si algo me había pasado y, si no cantaba, pensaban: “Ah, ha ocurrido algo desastroso” (risas).  Hay una banda sonora de mi vida, las personas saben lo que siento, o cómo estoy (por dentro), desde siempre, por lo que canto. Pero, cuando tenía 10 u 11 años y me ponía a cantar, la gente me decía: “Tú tienes que ser cantante”, entonces se volvió para mí como una obligación y, por los valores que mi padre nos había enseñado: que la música es algo muy serio y que tiene que cultivarse con honor, como las personas me decían que yo debía cantar, por muchos años rechacé la posibilidad de hacerlo. Estudié, viví fuera del Brasil, trabajé con cámaras, periódicos, revistas, hice muchas cosas hasta que una experiencia cambió todo. Mi hermano () estaba grabando un álbum en Sao Paulo, yo lo visité en el estudio y sentí algo muy fuerte: que no estaba haciendo lo correcto con mi vida. Por cuatro noches no pude dormir. Fue un descubrimiento muy grande, pero no sabía cómo seguir adelante después de ese descubrimiento. Después de las cuatro noches sin dormir y de cuatro días sin hablar con nadie, sentí una liberación porque comprendí finalmente que cantar era algo que yo necesitaba hacer y que debía hacerlo solamente por mí. Cuando me di cuenta de eso, toda esa presión de que tenía que ser cantante simplemente porque mi madre fue una cantante, desapareció totalmente.

Te fuiste a vivir a los Estados Unidos con tu padre, estudiaste Comunicación Social y Estudios Latinoamericanos, pasaron cerca de ocho años y regresaste al Brasil para grabar un demo de cuatro canciones tras el cual volviste a desaparecer de la vida pública brasileña. Es que no fue un demo porque no había la intención de que fuera escuchado por alguien, yo no quería mandar esa grabación a las disqueras, era un experimento. Yo quería vivir la experiencia de estar en un estudio sin mis hermanos ni mi padre, sin ruidos externos, con personas que había conocido recién y cantar, escuchar mi voz, tener esa oportunidad de escucharme… Pero un periodista tuvo acceso a las grabaciones, escribió un artículo y yo, que había regresado a los Estados Unidos con la intención de volver para vivir nuevamente en el Brasil, me quedé paralizada. Lo que ocurrió en Brasil (se aseguró que la familia tenía oculta a Maria Rita) después de ese artículo fue asombroso, así que continué en los Estados Unidos, estudié un poco más… Eso ocurrió un año después de ir con mi hermano a un estudio de grabación.

¿Te espantó la reacción de los medios? ¡Mucho!

Y cuando, nuevamente de regreso al Brasil, decides ofrecer estos shows pequeños con artistas muy poco conocidos y para audiencias no mayores a ochenta personas, ¿ya habías recuperado tus deseos de volver a dedicarte en serio a la música? Cuando hacía esos shows ya estaba segura de que quería cantar, que era una necesidad personal, que era una cosa muy íntima. Quería tener esa experiencia de cantar con músicos que había conocido en Sao Paulo, donde viví al regresar de Estados Unidos. Quería esa experiencia de estar sobre un escenario. Yo no sabía nada, no sabía ni cómo tomar el micrófono ni cómo pararme. Lo que quería era vivir la experiencia y, una vez más, cuando la prensa descubrió lo que estaba haciendo, me escribieron (para pedirle entrevistas) y tuve que decir muchas veces no para continuar con mi objetivo de no traicionar los valores aprendidos de mi padre.

Ya cuando lanzas tu primer disco, “Maria Rita”, eliges como primer tema promocional “”, una canción inédita escrita por Milton Nascimento, quien te había invitado antes de eso a grabar . Él fue un gran amigo de tu madre y uno de sus colaboradores más entrañables, ¿cómo fluyó la relación contigo? Milton fue como mi padrino. Él es un alma muy generosa y tiene un gran amor por la música, creo que él tiene la certeza de que debe devolver todo lo que ha recibido de la vida como músico y por eso es una persona muy generosa, está constantemente rodeado de jóvenes músicos, cantantes y artistas. Trabajar con él estuvo lleno de momentos muy bonitos. Milton tenía gran pasión por mi madre y ella también por él. A mí me emociona mucho el hecho de que Milton jamás traicionó la amistad que tenía con mi madre, nunca habló de los momentos íntimos que vivieron juntos. Para mí esa es la mayor prueba del amor y respeto que sentía por mi madre. Sus elecciones son profundas y bellas. Siento mucho amor y mucha gratitud por Milton.

Así como con Milton, tu madre tenía una relación cercana con sus compositores, muchos de ellos figuras que hoy gozan de gran renombre pero que ella descubrió en su momento. En tus discos también destaca un especial cuidado en las letras de tus canciones, en la selección de lo que cantas. Por tus discos, por ejemplo, hemos conocido a músicos como o . ¿Cuál es tu relación con los compositores?, ¿cómo eliges tus temas?, ¿ellos te buscan o tú llegas a ellos? A diferencia de mi madre, no tengo una relación muy cercana con los compositores, primero porque soy tímida. Segundo porque siempre tengo la impresión de que les voy a incomodar y tercero, porque no me gusta cuando un compositor me envía una canción y me dice: “La escribí pensando en ti”. Me dan ganas de decirle: “No pienses en mí, piensa en ti, en tus experiencias, tus ideas, tus mensajes”. Para mí el desafío de  una canción está en interiorizar el mensaje, los sentimientos, sea lo que sea… el desafío es interpretar. Ese es para mí es el gran regalo de la música. Ahora, también me pasa a veces que recibo una canción de personas que me dicen: “Yo escribí esta música y cuando la terminé, escuché tu voz”. Eso es diferente a escribir para mí (…) Cuando Marcelo Camelo escribió las canciones (de mi primer disco), él no me conocía. “”, por ejemplo, no la grabó con su banda , fue una canción descartada, no fue buena para ellos pero fue buena para mí (risas). Así es como me gusta grabar, sin una pretensión, de manera libre. El compositor escribe como quiere y yo la grabo como quiero. Para mí esa es la magia de la música.

Tu padre decía en una entrevista que le gustaba el trabajo de arreglista porque le permitía construir un clima para que el intérprete pueda desarrollar esa magia que tú explicas. Incluso hubo canciones que trabajó para tu madre en las que trabajó particularmente en un acorde porque sabía que ella podía explotar emotivamente si él conseguía hacer la música más idónea… Los arreglista en el Brasil ya casi no existen más. Ahora tenemos productores que hacen todo. A mí eso no me gusta, me parece limitado. En este disco, “”, Jota Moraes es el arreglista. Él es también de una generación pasada, trabajaba con … debe ser de una generación por delante de mi padre. Él tiene una comprensión de la manera de trabajar con un cantante que es muy diferente de la que tiene un productor. El productor del disco piensa en el todo, el arreglista tiene otra preocupación. Yo tengo una comprensión muy profunda de ese proceso de la música, del momento de pensar la música, porque no solo es cantar, hay un mensaje, un sentimiento, una necesidad de traducir. Así como el músico, el arreglista es importante. No hay uno más importante que el otro. Lo importante es la música y esa lección yo la tengo por mi padre y es algo que busco en mi música.

El show de esta noche es parte de la gira de “Coração a batucar”, el segundo disco que dedicas íntegramente al samba. Personalmente, tenía la idea del samba como un género festivo, pero las letras de los temas que cantas en este disco y en el anterior (“Meu Samba”) me dan una visión diferente, con letras tan  crudas como las de Gonzaginha... La tradición del samba en su raíz, en la década del 30 o 40, es la de un disfraz de la realidad de las clases más bajas del Brasil. En esas décadas, si un hombre caminaba en una calle con un instrumento de samba, era detenido porque estaba prohibido. La raíz del samba es esa, hablar de la tristeza del pueblo pero de una manera feliz. Nosotros tenemos esta idea de samba relacionada al carnaval, que es la fiesta mayor, pero como dice la canción: “” (“para hacer samba se necesita un poco de tristeza”), y eso es porque es (un género) profundo. Si bien es un ritmo que está unido a una fiesta,  eso no es todo. El samba es verdaderamente profundo.

EL DATO Maria Rita se presentará la noche del jueves (27 de agosto) en el Gran Teatro Nacional como parte de las celebraciones por los 20 años de “Sonidos del mundo”, programa de Mabela Martínez. Las entradas para el espectáculo, que se llevará a cabo desde las 9:00 p.m., están a la venta en Teleticket de Wong y Metro.

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