Deben ser miles las noches que los Rolling Stones salieron de juerga… y de la mayor parte de ellas, sin duda alguna, poco es lo que recuerdan. Pero una noche sí pasó a la historia, a juzgar por lo que contó Keith Richards en su autobiografía, "Life", sobre la noche en que el siempre elegante, moderado y tranquilo baterista Charlie Watts perdió la compostura.
Sucedió en Amsterdam, en octubre de 1984, una época en que las relaciones entre ellos no estaban, precisamente, en su mejor momento. De todos modos, Keith Richards y Mick Jagger salieron de juerga hasta bien entrada la madrugada. Al volver al hotel tenían toda la intención de continuar la farra, por lo que a Mick Jagger le pareció buena idea llamar a Charlie Watts para que se les una.
Pero Charlie Watts dormía plácidamente en su habitación y, al ser despertado por el timbre del teléfono y tras escuchar por la línea a un vociferante Mick Jagger, se acicaló y salió muy calmado al encuentro del cantante, quien no imaginó que le esperaba uno de los momentos más violentos de los Rolling Stones.
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