Por: Antonella Chichizola Cisneros
Pocos nombres suenan tanto a música como los de Vania Masías y Lucho Quequezana. Mañana, ambos artistas y 60 bailarines le darán vida a “Mírame”, un show para recaudar fondos con el que la bailarina espera ayudar a más jóvenes con bajos recursos.
—¿Por qué organizar un evento pro fondos teniendo tantas escuelas?
D1 es una asociación sin fines de lucro. Somos 85% autosostenibles, pero estamos en un momento en el que estamos empezando a apostar a gran escala. Y también estamos por lanzar un programa de liderazgo el año entrante y necesitamos fondos para eso. Impactamos a más de 7 mil jóvenes al año, pero queremos llegar a más y para dar ese salto necesitamos el apoyo de la gente. Este show es una oportunidad para ello.
—¿Qué nos puedes contar de esos proyectos a gran escala?
Estoy yendo a Finlandia la semana entrante. Voy a ver cómo escuelas que están en el top de las mejores del mundo incorporan el arte transversalmente como un método educativo alternativo. Voy a visitarlas gracias al embajador de Finlandia. El objetivo es recopilar información sobre cómo funcionan estas escuelas, para luego armar un plan e implementarlo en algunos colegios públicos de acá como pilotos.
—Se viene el bicentenario, ¿cómo ves el panorama artístico en el Perú?
Soy parte del Consejo Constitutivo del Bicentenario y hemos tenido nuestra primera reunión. Me parece que el Ministerio de Cultura lo está llevando muy bien, están haciendo un excelente trabajo y hay muy buenas perspectivas. Lo que yo planteé fue no hacer lo que siempre se hace de mirar al pasado, sino mirar al presente y al futuro. Ver dónde estamos hoy.
—¿Y dónde estamos?
El Perú no es el mismo que era ni si quiera hace 10 años. Cuando empecé D1, hace 13 años, los chicos que llegaban me negaban que sabían quechua o que su madre era quechuahablante, se avergonzaban. Hoy se pelean por saber quechua. Hoy nos sentimos orgullosos de ser peruanos. Por eso es que la selección de fútbol ha llegado tan lejos, por eso mis chicos llegan tan lejos, por eso nuestra gastronomía da que hablar afuera. Además, somos de los pocos países que tienen culturas ancestrales tan antiguas. Y en cuanto a diversidad, en la danza nomás tenemos más de 3.000 bailes.
—Somos un país tan rico y tan diverso, pero...
¡Pero que no se ha estado mirando! ¡No se miró nunca! Y, más bien, se sentía avergonzado de su herencia. El bicentenario tiene que ser la explosión de esa revalorización y que empecemos a contar nuestra historia como realmente se debe contar. Ya no como víctimas, sino como los maravillosos creadores de cultura que somos.
—¿Y de eso trata “Mírame”?
El guion retrata la capacidad que hemos perdido de mirarnos sin juzgarnos, sin ponernos etiquetas; poder mirarnos a los ojos y aceptar esa diversidad de género, de religión, de opinión. Abordamos varios problemas –propuestos por los mismos jóvenes– de cosas que nos aturden y que están pasando. Y las exponemos dentro de este mecanismo de danza-teatro para generar un impacto en el público. Con estos magníficos bailarines decimos basta. Basta a la corrupción, a la delincuencia, a la discriminación, mirémonos más, dejemos de invisibilizarnos.
— Existe la sensación de que siempre estamos ‘a un paso’ de estar en la cima a nivel latinoamericano en distintas ramas artísticas, en teatro, por ejemplo, ¿sucede igual en la danza?
Yo, que tengo unos tantos años más que tú, te digo que… ¡Si sientes eso es una maravilla! Porque, veinte años atrás, no estábamos ni si quiera en el mapa. No existía chance de entrar a competir. No había un presupuesto para el Ballet Municipal, no había un presupuesto para el Ballet Nacional. Y eran una vergüenza los lugares en donde bailábamos. Hoy voy a ver el Ballet Municipal y me muero de ganas de tomar una clase en uno de esos salones maravillosos. O tener el presupuesto del Ballet Nacional para montar obras, o tener un director como Jimmy Gamonet. Es muy, muy, muy grande lo que ha sucedido. Ahora, por qué es que estamos todavía “a un paso”. En Colombia, el Ministerio de Cultura asigna US$80 millones anuales –si no me equivoco– a puntos de cultura. Nosotros no llegamos ni a 500 mil soles de presupuesto anual para puntos de cultura. Entonces, mientras tengamos un Congreso que no va a aumentar el porcentaje asignado al Ministerio de Cultura ¿qué podemos esperar?
—¿Qué es el baile para ti?
Me gusta mucho la palabra ‘movimiento’. Responde a una acción animal pero humana al hacerse comunitaria y al introducir lo imaginario. Abordamos la danza y el uso del arte como una terapia, una herramienta para llegar a un fondo que te permite ser más tú.
— ¿La danza siempre es comunitaria?
No. A mí me encanta bailar sola. Pero la danza en sí empezó de una manera comunitaria. Si te vas a la raíz, están asociadas a rituales religiosos y espirituales de la tierra. Siempre comunitarias, siempre en círculo generando así una energía de contención. Y son movimientos los que generan esta energía para poder conectarte con esa parte espiritual.
— Entonces, no es tan importante tener un público.
No necesariamente.
— Es decir, el trabajo de la performance no necesita de una audiencia. Uno se vuelve su propio intérprete...
Exacto. Nosotros usamos mucho la danza-teatro. Lo cual permite involucrar simbolismos desde la actuación también y de interpretación para transmitir mensajes. Una herramienta que usamos en la metodología es el teatro del oprimido, en donde lo que hacemos es proyectar situaciones de la vida cotidiana de un grupo determinado y hacemos un espejo. Y luego estas personas pueden ser parte de la interpretación y cambiar la historia que se está contando.
—Hace un tiempo inventaste la yodanza. ¿En qué consiste?
Todo el mundo piensa que es yoga con baile, pero en realidad inventé ese nombre –porque acá inventamos el nombre de todos los nuevos géneros como el sexy dance– porque es bailar para ti. El yo es el que danza. Como metayoga funciona súper bien. Pero en realidad lo que busco es que quien llegue se encuentre a sí mismo, su propio movimiento. El movimiento es único porque está asociado a las emociones.
—¿Y el sexy dance cómo lo crearon?
No es que lo creáramos. Es street jazz. Pero nadie iba a entender. El mercado del baile estaba en cero. Había que tener estilos que jalaran al público para comenzar a crear comunidad de baile.
—El año pasado planeabas crear el peruvian style, plasmar al Perú a través del baile. ¿Cómo va eso?
La compañía es el ícono del peruvian style, es lo que hacemos cuando nos presentamos fuera.
—¿Pero cómo sintetizan la diversidad de nuestro folclor en una sola danza?
Tomamos un paso folclórico, por ejemplo un paso de huaylarsh y rompemos el paso, desagregamos un zapateo... y lo fusionamos con jazz, con house, con contempo, con breaking. Pero sin perder el paso original. Le damos énfasis a los ritmos afro, zamacueca, marinera y marinera norteña, al huaino y al huaylarsh. Pero seguimos explorando nuevos ritmos.
—Parece que has hecho de todo. ¿Qué te falta?
Sueño con un país en donde tengamos una educación de primer nivel, porque nos lo merecemos, y sueño con que la cultura y el arte propulsen ese cambio. Quiero que cuando mis hijos crezcan seamos una potencia en valores y cultura, de respeto a la naturaleza. Una deuda personal es la actuación. Estudié por un año y, cuando estaba por entrar a Lamda School, me ofrecieron el puesto de primera bailarina en el Ballet de Irlanda y claro, yo tenía que vivir de algo. Ahora, cada vez estoy incursionando más en dirección y me está gustando ese camino. Dirigí el número para la Cumbre de las Américas, el del Comité Olímpico y estoy dirigiendo ahora el show inaugural de los Panamericanos.
Vania Masías
Bailarina profesional y directora artística
Tengo 39 años. Fui primera bailarina del Ballet Municipal de Lima y del Ballet Nacional de Irlanda. En el 2005 fundé la escuela que hoy es la Asociación Cultural D1. He recibido la Medalla de Honor del Congreso de la República y he sido nombrada Personalidad Meritoria por el Ministerio de Cultura.