Inmóviles en una esquina, una mamá y sus dos hijos miran al cielo. A su alrededor hay música a todo volumen, gritos de ambulantes y sus ofertas, pero sus cuellos siguen estirados y las palmas de sus manos hacen de viseras. Ellos saben que están interrumpiendo el tránsito peatonal y ni aun así tienen la intención de moverse ni desviar sus miradas: no todos los días pueden ver en un parque a un grupo de artistas hacer piruetas sobre un cable elevado varios metros.
Ellos no son los únicos que han dejado de lados sus tareas habituales para sorprenderse con lo que sucede en las calles de Loja. Niños y adultos están sentados en las pistas mientras dibujan en ellas con tiza y pintura; algunos prefieren ver cómo los dibujantes dan color a sus cuadros; y otros optan por dar una mano a los escultores que moldean efigies de la Virgen del Cisne. Por tercer año consecutivo, las acciones callejeras del Festival Internacional de Arte Vivas paralizan la ciudad ecuatoriana durante diez días.
No todo es algarabía. En los últimos días un rumor estuvo circulando: puede que este año sea el último que Loja alberga el festival. Los dimes y diretes no son nuevos. De hecho, desde que se organizan las Artes Vivas –apelativo popular del evento–, una de las críticas siempre ha estado orientada a su ubicación. "Quiero dejar en claro que el festival no se mueve, que el festival es de Loja", sentenció Raúl Secaira, viceministro de Cultura y Patrimonio del Ecuador, el último jueves sobre el escenario del moderno teatro Benjamín Carrión. "Al entrar en una casa lojana vas a encontrar músicos, literatos, poetas, pintores, escenógrafos, cineastas porque aquí hay creación artística todos los días del año. Tanto es así que el acervo cultural de esta ciudad se ha distribuido por todo el país, razón por las que Loja es considerada la capital cultural ecuatoriana y que el festival fue creado para la ciudad", añadió el funcionario.
LA LUPA SOBRE SHAKESPEARE
El público se quedó perplejo cuando la dulce Hero (interpretada por Sergio Gjurinovic, pues en la obra todos los personajes son encarnados por hombres) se negó a casarse con Claudio (Rómulo Assereto). El "no" rotundo hizo eco en sus mentes: ¿podría la damisela shakesperiana rechazar el final escrito por del Bardo de Avon en "Mucho ruido por nada"?
Confundidos, los actores del teatro La Plaza dejaron de lado sus papeles y, siendo ellos mismos, empezaron a cuestionar si debían seguir lo estipulado por Shakespeare o no. ¿Era lógico llevar a escena la infamia de un matrimonio entre una víctima y su agresor?
En medio de las acaloradas discusiones, Benedicto (Pietro Sibille) y Beatriz (Paul Vega) –otra de las parejas de la obra– caminaron al medio del escenario y, con un beso, sellaron su amor frente a todos. Fue allí que la audiencia del teatro lojano Benjamín Carrión despertó y, de pie, aplaudió la unión.
Con el público eufórico y cantando junto a los actores, concluyó la participación de "Mucho ruido por nada" en la tercera edición del Festival de Artes Vivas de Loja. Al respecto, Chela de Ferrari, directora del elenco peruano, señaló: "Esta es la segunda vez que salimos del Perú para presentar la obra [hace unos meses estuvieron en Brasil] y, con el paso de las funciones, hemos ido incorporando las respuestas del público y comprendiendo que son un personaje más. Cada audiencia es especial, pero he sentido que las funciones de Loja han sido muy similares a las de Lima: es verdad que el sentido del humor es un poco distinto, pero las manifestaciones –como los gritos, aplausos y su interacción– han sido las mismas".
De Ferrari aprovechó para anunciar que "Mucho ruido por nada" volverá a la cartelera limeña en marzo del 2019. “Nos hemos propuesto que mientras la unión civil no sea aceptada vamos a seguir montándola. Ya después la pondremos en escena para festejar”, agregó.
HABLAR CON EL CUERPO
Acto I: una mujer con tacos gatea en reversa al ritmo de la marcha de una trompeta. Ella muerde un plástico rosado fosforescente que se niega a soltar. Se pone de pie, lo agita, lo tira al suelo. Lo recoge, lo hace pedazos, lo vuelve a unir y lo viste como si fuera un abrigo de piel.
Acto II: se presenta como un nacimiento. Un ser sin rostro trata de estirar sus extremidades. Poco a poco sus movimientos se hacen más bruscos, como quien no acepta sus propias incapacidades. Cuando consigue su objetivo da un salto: parece haber alcanzado el éxito, pero sin aviso, regresa a ser un capullo.
Acto III: el cortejo parece dar resultados. La pareja logra compenetrarse al punto de que se apoyan entre sí y se sostienen para evitar tocar el suelo. Repentinamente, el contacto amistoso se vuelve tosco. Los cuerpos solo se tocan para chocar y dañarse en una lucha que concluye con la muerte.
Colofón: "Los tres actos de 'Cualquier mañana' tienen que ver con la búsqueda de la liberación". El coreógrafo español Álvaro Esteban comenta sobre el espectáculo de danza contemporánea que presentó junto a Laura Aris en el solar de la antigua casona que alberga el Centro Cultural Alfredo Mora Reyes. "Por supuesto, si bien uno propone ideas en el escenario, estas no son necesariamente las que el público entiende", agrega el bailarín.
Aris da luces sobre esa idea. Ella recuerda que en algunas oportunidades, tras presentar la última parte del tríptico, parejas se le han acercado para decirle que se vieron reflejadas en la puesta en escena. ¿Acaso no se habrán dado cuenta del fatal desenlace del montaje? Esteban acota: "Lo que hemos hecho aquí es mostrar cómo a veces uno logra un cambio, pero al rato vuelve a ser el de antes. Aunque, finalmente, no queremos concluir nada sino invitar al público a reflexionar".