Ayelen Curaqueo, quien se encuentra en su edad 'malen', es la protagonista del montaje. (Foto: difusión)
Ayelen Curaqueo, quien se encuentra en su edad 'malen', es la protagonista del montaje. (Foto: difusión)

Tras varios años de vivir en Santiago de Chile, los padres del bailarín Ricardo Curaqueo olvidaron el mapuzungun, su lengua, que también es la voz del pueblo mapuche. Varias podrían ser las razones: las migraciones a la ciudad hicieron que el contacto con el campo perdiera importancia y la dictadura vivida por el pueblo chileno relegó a los pueblos originarios. Sobre ello, Curaqueo comenta: "A pesar de ello, mi generación y las venideras buscamos regresar a lo ancestral y obligar a nuestros padres a no olvidar. Ellos tienen el deber de recordar quiénes son y transmitírnoslo. Con mi familia hicimos ese tránsito de vuelta en el momento en que nos empezamos a sentir vacíos espiritualmente. Entonces nos vinieron ganas de volver a lo que somos y comenzamos a ir donde las 'papay' [abuelas] para conversar y saber más de ellas”.

La más beneficiada de este contacto con las raíces fue Ayelen, la menor de la familia. A diferencia de sus padres y hermano, ella no es 'ahuincada' –palabra que refiere a los mapuches criados y formados con las costumbres santiaguinas–. A sus 10 años, ella habla en perfecto mapuzungun y vive como una mapuche con total naturalidad. Estas características poco comunes en las niñas de su edad hicieron que su hermano construyera el espectáculo de danza "Malen" alrededor suyo. "Es una obra compuesta por 16 mujeres mapuches de diferentes edades. Lo que hicimos fue entender a cada una de ellas como un documento histórico, el testimonio de una biografía y, a partir de ello, hicimos una pieza coreográfica. No todas las participantes del elenco son bailarinas porque lo realmente importante es que quieran revelar su propia identidad y su relación con lo mapuche. La columna vertebral es el 'malen', que en mapuzungun significa 'niña', pero también hace referencia al paso de niña a mujer. Ayelen está en esa edad, así que todas las intérpretes se reflejan en ella constantemente", explica Curaqueo.

-Liberar el alma-
“Malen” no es solo un espectáculo que recoge la tradición mapuche y la muestra con orgullo. También es una forma en la que Curaqueo y el grupo de personas involucradas con el montaje (destacan Karen Carreño, como asistente de dirección, y Deysi Cruz, como directora de arte) buscan descolonizar el cuerpo. "En algún momento nos dimos cuenta de lo academizado que era nuestro trabajo y nos pareció que no estábamos proponiendo nada nuevo sino repitiendo esquemas, paradigmas y estructuras, así que decidimos ser lo más auténticos que podríamos ser. En ese sentido, para esta obra tuvimos que expresar toda nuestra carga histórica, hacerla consciente y plasmarla en un relato escénico".

Por esa razón Curaqueo prefiere no responder cuando se le pide describir lo que se verá en el escenario. "Es que, además de danza contemporánea, se verán bailes tradicionales mapuches como el purrún y esos no calzan dentro de los cánones occidentales y dependen de otros conocimientos para entenderse. Lo que sí puedo decir es que lo que hicimos en 'Malen' fue tomar referencias de nuestra tradiciones corpóreas respecto al movimiento y sonoridad mapuche para expresarlas libremente en escena", afirma.

-Revalorar la historia-
Así como en Lima, en Chile también existen corrientes dispuestas a resignificar el pasado. Aun así, afirma Curaqueo, se trata de una tarea difícil pues, por lo menos en su país, “las contingencias políticas son muy fuertes”. “En general, en Sudamérica se observa al mundo indígena como una caricatura, como violento o cavernícola, aun cuando sus expresiones son parte de la realidad”, afirma. A lo que él se refiere es que si bien el mapuzungun es visto debajo del hombro se habla con normalidad y asombrosa frecuencia: los nombres de muchas comunas santiaguinas están en ese idioma (Quilicura, Vitacura, Conchalí, por ejemplo). “Con ‘Malen’ quisimos decir que no se trata de estar adaptados al sistema sino de que ésta es nuestra forma de ser y de vivir, que aquí hay una belleza indígena. Nuestra obra muestra ternura y amor”.

Más información
Lugar: auditorio Icpna. Dirección: Av. Angamos Oeste 120, Miraflores. Fechas: mañana y el domingo 1 de julio, 8 p.m. Entradas: en la boletería.

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