Diana Kisner
Londres. La escritora Fran Lebowitz dice que tal vez ha llegado el momento de las mujeres vestidas. El momento es este otoño inglés, cuando las ramas de los árboles tiemblan en Park Lane y sus hojas terminan de morir en un charco de lluvia frente a Grosvenor House. Cerca de cuatrocientos periodistas se han reunido en este hotel luego de desayunar un café tan cargado como los periódicos, una concentración de titulares sobre los muros que empiezan a dividir Europa, princesas fotografiadas por su madre y gatitos abandonados por estrabismo.
Los recibe el equipo Pirelli, cuyo acento italiano viste de negro y entiende la elegancia como la virtud de estar siempre en el lugar correcto.
Desde 1964, el calendario de esta millonaria compañía de neumáticos ha sido un objeto de culto al desnudo femenino capaz de reunir musas y artistas como Monica Bellucci y Richard Avedon. Ahora estaban a punto de explicar por qué el 2016 tendría figuras como Lebowitz, una influyente crítica social que se ha convertido en la chica de mayo sin quitarse el saco ni la pose de Óscar Wilde.
Amy Schumer y Serena Williams posando para el calendario Pirelli 2016. (Foto: EFE)
EL OTRO DESEO
La fotógrafa Annie Leibovitz nunca había retratado desnudos hasta que firmó su primer calendario Pirelli, un estudio en el que las bailarinas del coreógrafo Mark Morris evocaban sutiles formas de renacimiento. Quince años después le pidieron que hiciera "algo diferente", así que la prensa esperaba el resultado con mayor curiosidad. Esta vez no hubo estrellas confirmadas para el evento ni entrevistas personales, pero muchos compartieron la sensación de que todos los periódicos podían desaparecer por un minuto: el año por fin se acaba y el próximo todavía es una posibilidad organizada en doce meses y 365 días.
Mientras algunos trataban de conectarse a Internet y otros aprendían a manejar el traductor simultáneo, una mujer de pelo blanco y zapatillas caminó hacia la primera fila como si hubiera dejado su cabeza en otra parte. Saludó al auditorio antes de sentarse y disfrutó los cinco minutos de anonimato que le regalaron los fotógrafos, quienes se demoraron en reconocer que era ella, la autora del último retrato de John Lennon con Yoko Ono, la ganadora del Príncipe de Asturias, una leyenda viviente según la Biblioteca del Congreso norteamericano.
Leibovitz estaba acompañada por una señora con prendedor de brillantes que aclaró ser menor que Yoko Ono "aunque pareciera la mayor del grupo". Era Agnes Gund, presidenta emérita del MoMA y una de las coleccionistas de arte más importantes del mundo. Aseguró que solo había aceptado posar para Annie porque admira su trabajo desde que era pareja de Susan Sontag, porque una de sus batallas personales ha sido revalorar la obra de artistas mujeres y porque le pidió que la acompañara su nieta, la estudiante de fotografía Sadie Rain Hope-Gund. "Para mí, este calendario fue una cuestión de amor", dijo.
El hecho de que pocos hubieran podido distinguirla reflejó el espíritu del proyecto: el criterio de selección no fue la fama, la juventud ni el cuerpo, sino el deseo de trascender la imagen. Y al igual que Gund, todas tenían una razón distinta para integrar esta serie en blanco y negro tomada en la intimidad de un estudio neoyorquino. Desde la necesidad de la joven bloguera Tavi Gevinson de ser tomada en serio y lo importante que es para Serena Williams inspirar a otros hasta el ‘statement’ que representaba para la artista iraní Shirin Neshat y la lógica presencia de Yoko Ono, quien explicó en el video de presentación por qué era bueno hacer algo distinto: "Si no lo es, no lo hago".
LA BELLEZA CUESTA
"Lo que hace fuerte a este calendario es el conjunto, la diversidad y la hermandad que genera. ¿Si estoy feliz? No me pregunten eso... Estoy orgullosa. Y también lo estoy de que Pirelli haya dado este paso", dijo la fotógrafa. Para Marco Tronchetti, presidente de la compañía, las cosas no han cambiado demasiado: "La belleza trata de la mujer, ese siempre ha sido el concepto. Pero nosotros nunca interferimos, ella decidió todo y eso es parte de la tradición".
Antes de abandonar Grosvenor House, Leibovitz reveló cómo había decidido todo: pensó en mujeres que admiraba y quiso mostrar quienes eran de verdad. ¿Pero acaso alguien lo sabe? ¿Ser una inspiración es más fácil que quitarse la ropa? De pronto eso es lo que más conmueve al ver estas imágenes. Hasta hace poco, Pirelli nos recordaba que debíamos ser deseables y hermosas. Ahora es peor. Debemos ser lo que somos de verdad.
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Posted by Pirelli on Lunes, 30 de noviembre de 2015