
La nueva serie “Animal” de Netflix, protagonizada por Luis Zahera, ofrece una mirada auténtica a la vida rural gallega y ha generado curiosidad sobre los escenarios reales que dan vida a su historia. Descubre en esta nota cuáles son los pueblos y locaciones de Galicia donde se rodó esta singular comedia, así como el impacto cultural y paisajístico que aporta a la trama.
La serie, estrenada el 3 de octubre de 2025, es producida por Alea Media. Destaca por sumergirnos en la cotidianidad de Antón, un veterinario gallego que debe reinventarse para sobrevivir. Tras el éxito de “El Reino” y “As bestas”, Luis Zahera regresa a su tierra natal para encabezar esta producción, que utiliza paisajes rurales y arquitectura tradicional como elementos centrales.
¿CUÁLES SON LAS LOCALIZACIONES DE “ANIMAL”, LA SERIE DE NETFLIX CON LUIS ZAHERA?
El rodaje se realizó íntegramente en la provincia de La Coruña y cada localidad responde al objetivo de mostrar la Galicia más genuina, llena de verde y tradición, en cada episodio.
El rodaje de “Animal” apostó por una representación fiel de Galicia rural. La producción se desplazó a Pazo Dioño (Touro), donde se recrea la casa de Antón, protagonista de la historia.
La Finca Donicio en Arzúa se utilizó para las escenas de la granja, mientras que Pontemaceira —considerado uno de los pueblos más bonitos de España— sirve para mostrar la vida cotidiana gallega.

Teo y Vedra aportan paisajes marcados por el río Ulla, Cecebre en Cambre ofrece una panorámica tradicional y Santiago de Compostela, ciudad natal de Luis Zahera, vincula pasado y presente tanto del actor como del personaje. Cada uno de estos escenarios permite que “Animal” funcione como comedia y también como homenaje al mundo rural gallego.

¿DE QUÉ TRATA LA HISTORIA DE “ANIMAL”?
La historia gira en torno a Antón, interpretado por el gallego Luis Zahera, un veterinario rural que de repente se ve obligado a trabajar en una tienda de mascotas. El problema es que ese negocio está dirigido por su sobrina Uxía, encarnada por Lucía Caraballo, con quien no siempre mantiene la relación más fluida. Entre ellos comenzará una convivencia llena de choques, aprendizaje y un sinfín de situaciones disparatadas. Más allá de la dinámica familiar, la serie juega con un elemento irresistible: los animales. En el universo de Kawanda, las mascotas no son simples acompañantes, sino que se convierten en el centro de atención. Entre ladridos, maullidos y dueños excéntricos, los retos de Antón se multiplican. Al final, la historia nos recuerda con humor que quizá los que más necesitan “adiestramiento” no son los animales, sino las personas.
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