![Ausencia paterna: Conoce cómo afecta el desarrollo de los niños y adolescentes](https://elcomercio.pe/resizer/X3Jo6bfN_w-HaM2BbQTAftwEaIo=/85x85/smart/filters:format(jpeg):quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/IPNEHRZQQRDPDGGS3RRWZK2AQ4.jpg)
Un penal resolvió lo que era un problema táctico importante para Scaloni. El lío se dispuso como un intercambio de posesión en el que los contendientes bregaban con armas distintas: Croacia apostaba por la triangulación, Argentina por el ímpetu. Los sudamericanos tuvieron que afrontar por primera vez un mediocampo adverso: Brozovic en recuperación, junto a Kovacevic y Modric en funciones mixtas, lograron tomar el centro a detrimento de Mac Allister, Fernández, Paredes y De Paul. Pero un penal resolvió el problema para Scaloni y configuró un camino sin salida para Dalic.
Un pase al vacío encontró a Julián Álvarez a toda marcha; el delantero del Manchester City definió mal, débil, pero chocó con el arquero. El árbitro señaló el área y Messi cobró. No importa tanto que sea una falta dudosa como que el 10 argentino fue capaz de convertirla en su onceavo gol en mundiales con la albiceleste, otro récord para el prodigio rosarino. El segundo tanto fue muy parecido: carrera a campo traviesa de un Álvarez furioso que, ya en área, ante la marca croata, logra pasar por delante de central y lateral a la atropellada y, con una mezcla de suerte y otra de convencimiento, termina el contraataque con la red inflada. Los memoriosos recordaron a Kempes en el 78. Cuesta no halagar el parecido de ambos movimientos.
Croacia no logró rehacerse. El planteo había funcionado y, a la vez, fracasado. Las peores noticias cualquier entrenador.
![Julián Álvarez dejó en el piso a sus marcadores. (Foto: Getty)](https://elcomercio.pe/resizer/dCJCLFgj-BmZfODgjgJnvUW67rI=/620x0/smart/filters:format(jpeg):quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/2IN3HYWOEFHR7LYMNTP2KXFM2Y.gif)
Segundo round
La última mitad fue previsible: Croacia adelantó líneas y buscó un descuento rápido que no llegó. Pocas variantes ofensivas a pesar de la toma de riesgo, lo que habla de un plantel serio, pero limitado en cuanto a versatilidad. En cambio, el partido a la contra tomó de maravillas a Argentina, revitalizada por la simpleza de la labor por delante: aguantar los embates y buscar al energético Álvarez o esperar la inspiración de Messi. Para felicidad austral, ambas llegaron.
Álvarez recuperó la figura del nueve argentino, pura potencia y entrega, proteico en el ida y vuelta, inteligente en su colocación de área, acertado en la definición. Y Messi, el milagro cotidiano, recuperó la figura del 10 mundialista, el de México 86: tiempista en el manejo del encuentro, insoportable en el tú a tú, rey del desborde, el regate y la gambeta, letal en la asistencia y la definición. El tercer gol fue un ejercicio de virtuosismo individual que Messi reservaba, antes, solo para el Barcelona. Que haya sido capaz de hacer bailar un tango con el tronco Gvardiol debe ser la prueba final de su genio, si es que alguien necesitaba más justificaciones.
![La conexión entre Messi y Julián Álvarez. (Foto: Anne-Christine POUJOULAT / AFP).](https://elcomercio.pe/resizer/6vK3916IHcUXV52ASSXRX3w-9Bo=/620x0/smart/filters:format(jpeg):quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/DQGWT5IO7JG5VGEBJAF76CMBOQ.png)
Con la goleada consumada, el resto fue un espectáculo en parte innecesario: el del tiempo al pasar. No hubo drama, ni sobresaltos, ni trifulcas, ni grandes injusticias, ni rebeldía. Un equipo era mejor que otro y ambos lo sabían. El autorreconocimiento de los roles devino en el cambio de Modric, una claudicación en regla, y todos en la cancha entendieron que el asunto estaba terminado.
90 minutos más
Para Argentina, lo que viene en adelante es la madre de todas las pruebas: la oportunidad final de colocar a Lionel Messi en la galería de campeones del mundo, el título que le falta para sostener la comparación con la historia. Tienen cómo: cuentan con un arquero serio, pueden jugar en línea de 4 o 5, poseen una volante con garra y variantes, viste su uniforme el mejor creativo del mundo y ostentan una capacidad ofensiva potente, dulce, filosa. Pero más importante aun: creen.
![Lionel Messi de Argentina celebra hoy, tras un partido de semifinales del Mundial de Fútbol Qatar 2022 entre Argentina y Croacia en el estadio de Lusail (Catar). EFE/ Juanjo Martin](https://elcomercio.pe/resizer/owOtmbQYi8jh1RmLWs3GpvXd4vY=/620x0/smart/filters:format(jpeg):quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/PK5VT6YMMVENPE6KRDCL3ZIDLU.jpg)
No es poco, esto último. Mucho de lo que ocurrirá el domingo dependerá de cuánto creen. Lo otro estará en manos de Marruecos o, mejor para todos, Francia, pues con los galos implicaría un choque de trenes. Las dos figuras excluyentes de Catar, Messi y Mbappé, luchan por el mismo trono. El viejo crack contra la estrella emergente. La recompensa es la misma: el tercer título mundial para su país.