Es momento de manifestar respeto y darle todos los honores a la combativa selección de Australia. Sin sesgos, sin resentimientos. Hace seis meses, nos eliminó del Mundial 2022 un equipo ordenado y aplicado en su sencillo libreto. Los ‘Canguros’ (o ‘socceroos’) dieron el salto futbolístico que muchos no reconocimos a tiempo.
OPINIÓN: “Ninguna otra cosa importa cuando juega el mejor de la historia”
El Mundial Qatar 2022 nos ha dado una lección de fútbol moderno: para determinar el favoritismo de un equipo no basta con hacer un recuento de las cotizaciones en Transfermarkt. Si solo fuera por esa variable, Bélgica ya estaría en las semifinales del torneo. Si nos quedáramos solo mirando a los grandes cracks, nadie habría previsto la clasificación a octavos de Senegal con la baja de su figura indiscutible Saido Mané.
Hoy, equipos como Japón, Arabia Saudita o Australia (qué curioso que tengamos que citar a tres selecciones de la confederación asiática) pueden reducir distancias con propuestas tácticas tan realistas como eficaces. Precisamente, estas tres oncenas coinciden en una alabanza permanente al fútbol de presión, a reducirle los espacios al talento rival. Los resultados los hemos visto en estos primeros 50 partidos mundialistas.
Por eso, nos equivocamos mucho hace seis meses cuando decíamos que Australia estaba lejos de esa selección del Mundial 2006 que reunía figuras cotizadas en la Liga Premier como Viduka, Cahill o Kewell (y que venció en un repechaje a la Uruguay de Recoba, Lugano y Paolo Montero). Este equipo solo tuvo a un futbolista en la última fase de grupos de Champions League (el volante Mooy del Celtic), sin embargo ha repetido su idea de juego desde hace mucho. Ese bloque de marca tan resistente lo sufrieron Perú, Dinamarca y por ratos Argentina ayer.
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Su técnico Graham Arnold es bastante serio hasta para lo peculiar: como cambiar de arquero antes de una definición por penales y pedir que se recoja el papelito con las indicaciones del seleccionador danés. Australia ha jugado su quinto mundial consecutivo, ha crecido desde que se mudó de la confederación de Oceanía a la de Asia y ha sellado su segunda clasificación a octavos de final de su historia. Se va siendo respetado, con pocos reproches y muchos aplausos.
Con 26 años de promedio de edad, puede mirar con tranquilidad la próxima clasificación asiática (con 48 equipos en el Mundial 2026, su pase será casi un trámite). Es sanador hacerle el pasillo al rival ganador del 13 de junio en Doha. No importa si han pasado seis meses, nunca es tarde así siga doliendo. Australia nunca fue una selección que estaba de paso. Ni en el repechaje de hace seis meses ni en Qatar 2022. Hay que tatuarlo en nuestra mente. Quién sabe si muy pronto nos volvemos a encontrar.
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