La misa de Navidad ha vuelto a la histórica iglesia maronita de San Elías, en el casco antiguo de la ciudad septentrional siria de Alepo, que había permanecido más de cuatro años clausurada, debido a la guerra civil que vive el país.
Junto a un nutrido grupo de cristianos, algunos musulmanes también acudieron a la misa de Navidad, celebrada en el barrio de Yadaydeh, en el casco antiguo de Alepo, donde las fuerzas del Gobierno derrotaron esta semana a la oposición armada.
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"Estoy muy feliz de estar aquí, pero echo en falta a mucha gente que no puede compartir con nosotros este día de alegría", declaró a Efe Fadia, una mujer de 51 años que acudió a la celebración religiosa de los maronitas, católicos de Oriente.
Esa zona había sido escenario de enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes en los pasados años hasta que, el pasado jueves, el Ejército sirio declaró Alepo ciudad "libre de terroristas".
Desde julio de 2012, los rebeldes contrarios al presidente Bachar al Asad lograron conquistar varios distritos de la ciudad, cuyo patrimonio cultural quedó dañado por la violencia, incluidas unas 50 iglesias que están ahora destruidas.
El 22 de diciembre, salía la última tanda de evacuados de los barrios asediados, muchos de los cuales se encuentran durmiendo en campos de desplazados a las afueras de la urbe.
Desde entonces, apenas se han registrado ataques, más allá de algunas explosiones esporádicas causadas, en su mayoría, por trampas colocadas por los rebeldes antes de su marcha.
De acuerdo con datos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), unas 35.000 personas abandonaron los barrios sitiados del este de Alepo desde el inicio de la operación el pasado día 15 de diciembre.
Debido a las bajas temperaturas, un bebé murió hoy en uno de esos campos, que se ubican en la zona de Afrín, en la periferia en el noroeste de Alepo, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
La ONG informó hoy de la muerte de, al menos, 63 milicianos progubernamentales. La mayoría de ellos perdió la vida cuando fueron sorprendidos por varias explosiones de artefactos colocados como trampas en una antigua sede rebelde en el barrio de Al Sukari, anteriormente controlada por los insurgentes.
También murieron combatientes paramilitares en este barrio y en el de Al Ansari, por explosiones en viviendas y otras sedes de la oposición armada, a las que los combatientes fieles a Damasco entraron con la intención de robar, según el Observatorio.
Entretanto, las fuerzas leales al presidente Al Asad continúan limpiando de artefactos y minas las áreas que estaban en poder de los rebeldes.
Por otra parte, tres hermanos murieron y tres mujeres resultaron heridas por ataques de la guardia fronteriza de Turquía cuando intentaban cruzar desde Siria al territorio turco en la zona ubicada entre Al Darbasiya y Amuda, según la ONG.
Estos tres fallecidos se añaden a los 165 civiles muertos por ataques de las fuerzas turcas que computó la organización el pasado 6 de diciembre.
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El número de civiles muertos por los bombardeos turcos sobre la ciudad siria de Al Bab, controlada por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), aumentó durante la jornada a 104.
El Observatorio calificó anteriormente los ataques como "la mayor masacre" cometida por la fuerza aérea de Turquía en territorio sirio y condenó hoy los bombardeos contra los civiles "con el pretexto de atacar a organizaciones terroristas", como el EI.
El pasado 10 de diciembre, las facciones sirias anunciaron el comienzo del ataque para "liberar" Al Bab, donde lograron irrumpir tras romper la primera línea de defensa de los radicales.
Fuente: EFE