Trabajadores médicos atienden a un paciente de coronavirus en una ambulancia de la Cruz Roja en Milán, Italia. (Foto: AFP)
Trabajadores médicos atienden a un paciente de coronavirus en una ambulancia de la Cruz Roja en Milán, Italia. (Foto: AFP)
/ MIGUEL MEDINA
Virginia Rosas

Cuando en enero de 1958 Italia ingresó a la Unión Europea (UE), el entusiasmo de los italianos era inmenso. La idea de una Europa integrada, que dejaría atrás siglos de conflictos, los confortaba. La guerra, por fin, había quedado atrás, el país estaba en plena reconstrucción y el futuro era promisorio. Hoy, el 87% piensa que la UE no ayuda a Italia con respecto al ; y el 67% opina que pertenecer al grupo es, más bien, una desventaja.

Cuando lo que tocaba era actuar con celeridad para evitar que el COVID-19 se extendiera, Alemania y Francia se negaban a enviar mascarillas sanitarias a Italia, y Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, afirmaba el 12 de marzo que el BCE no tenía por qué intervenir para reducir la propagación de la enfermedad. Tanta fue la decepción que el propio presidente italiano, Sergio Mattarella, un eurófilo convencido, espetó que “de la UE se espera ayuda, no obstáculos”.

Luego vendría la negativa, liderada por Alemania y los Países Bajos, a emitir los eurobonos; es decir, la emisión de deuda conjunta en la zona euro, una demanda de Italia y España para combatir la pandemia. Una negativa avalada por la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que no pretende chocar con dos de los países más poderosos de la UE y que señala que se debe llegar a una posición de consenso entre los 27. Y ya sabemos qué significa lograr consenso en el grupo: discusiones interminables que, en principio, deberían culminar el 9 de este mes y que apuntan a la creación de un fondo de emergencia.

Determinar el monto de ese fondo probablemente signifique otra ronda de reuniones, cuando lo que se necesita es actuar de inmediato. Italia ya se acerca a las 15.000 muertes por el virus y se halla en un caos sanitario sin precedentes en tiempos de paz.

El sistema sanitario en Italia se ha visto rebasado por la pandemia. (Foto: AFP)
El sistema sanitario en Italia se ha visto rebasado por la pandemia. (Foto: AFP)
/ MIGUEL MEDINA

Pese al abandono de sus socios más cercanos, Italia no se rinde. La pandemia ha despertado un gran espíritu de unidad nacional de norte a sur: en 24 horas, 8.000 médicos voluntarios respondieron al llamado hecho por Protección Civil. Trescientos de ellos fueron los primeros en llegar a Bérgamo para conformar la llamada ‘task force’ que continuará la lucha contra el virus. La mayor parte de ellos proviene del sur, esa región tan desdeñada por la Liga del Norte que hasta quiere separarse de ella.

Albania, el país más pobre de la Europa que no pertenece al selecto grupo de los 27, ha enviado un pequeño ejército de personal sanitario: 30 médicos y enfermeras.

No estamos desprovistos de memoria, Albania jamás olvida a un amigo en dificultad. Hoy somos italianos, Italia debe vencer esta guerra por nosotros, por Europa y por el mundo entero”, dijo el primer ministro albanés, Edi Rama, al despedir en Tiarana al contingente médico que partía a Lombardía.

Mientras tanto, confinados desde hace semanas en sus casas, los italianos despliegan en sus balcones banderolas que resumen su esperanza: “Todo saldrá bien”. Con Unión Europea, o sin ella.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

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