Si todo hubiera salido como lo planearon, los prometidos Stephani Ccallo y Christian Van Soest seguirían ahora en su acogedor departamento en Cusco, esbozando ideas para el hostal de turistas que soñaban con abrir en la Ciudad Imperial y disfrutando juntos de sus siete meses de embarazo. En cambio, la pandemia y miles de kilómetros los separan. Por varios meses han soportado vivir su amor y hablar del futuro de su primera hija a través de una pantalla. Pero ya están hartos.
Stephani, peruana de 28 años, y Christian, holandés de 31, se conocieron en el 2019, cuando terminaban de mochilear por Sudamérica. El amor hizo su trabajo y él no tardó en regresar al Perú, esta vez para quedarse. “Nos enteramos de que estaba embarazada dos semanas antes de que empezara la pandemia, estábamos tranquilos porque ya teníamos una casa y proyectos. Pero Cusco cerró, bajó el turismo y todo quedó en el limbo”, cuenta a El Comercio Stephani, publicista de profesión.
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Entonces el plan cambió. Sin trabajo y sin poder hablar español, Christian volvió a su país en abril en un vuelo humanitario, con la idea de juntar dinero. Stephani debía viajar para reunirse con él en junio, pero, una vez más, el coronavirus lo impidió.
Stephani y Christian son una de las miles de parejas binacionales que no pueden reencontrarse debido a los cierres de fronteras y restricciones de viajes impuestos desde marzo por la pandemia en todo el mundo.
Su historia es una de las miles que integran el movimiento internacional Love is not Tourism (Amor no es Turismo, en español), que insta a los gobiernos de varios países, entre ellos el Perú, a que reconozcan los derechos de las parejas y familias a estar juntos, y les abran sus fronteras.
”No somos turistas”
Gabriela Rúa es una de las peruanas que ha tomado la batuta de Love Is Not Tourism Perú. Se mantiene al tanto de las novedades y realiza un seguimiento de los casos de Stephani y de otros 486 compatriotas que se han sumado al movimiento con el anhelo de volver a ver pronto a sus parejas y familias.
“Dentro del grupo hay parejas binacionales no casadas, familias, hijos que luchan por reencontrarse con sus padres o con sus hermanos, incluso se han sumado personas que están en otros países y quieren retornar al Perú. Ninguno de nosotros es turista”, explica Gabriela, cuyo novio está en Alemania.
Hasta el momento, 589 personas se han empadronado en Love is not Tourism Perú: 423 corresponden a parejas no casadas, 64 tienen algún parentesco familiar y 102 son compatriotas varados en el exterior. El 90% de las personas que están en la lista tienen a sus parejas o familias en Europa.
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Desde agosto, el movimiento ha enviado dos cartas al Gobierno Peruano, pidiendo la reanudación “gradual de vuelos internacionales a destinos selectivos con periodicidad mínima”, para que parejas y familiares puedan viajar a países cuyas fronteras estén abiertas o permitan el ingreso de personas de otros países que mantengan una relación binacional.
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Una iniciativa que suma apoyos
Tras una activa campaña en Internet de Love Is Not Tourism y otras iniciativas similares, ya son 12 los países europeos que permiten la reunificación de familias y parejas no casadas, que prueben tener una relación.
Las naciones que respaldan el pedido son Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Islandia, Noruega, Países Bajos, República Checa y Suiza. Además, Love Is Not Tourism Perú destaca que países como Brasil, Chile y EE.UU. tienen las fronteras abiertas.
Las parejas y familias están dispuestas a costear sus pruebas de coronavirus y a realizar cuarentenas.
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Luego de que el Gobierno anunciara esta semana que los vuelos internacionales se reanudarán desde el 1 de octubre, las parejas binacionales y familiares solicitan que se los considere como prioridad para viajar. “De no poder habilitarse vuelos para Europa esperamos que nos permitan tomar vuelos especiales para reencontrarnos con nuestros seres queridos”, señala Gabriela.
La peruana indica que, pese a los esfuerzos, las autoridades peruanas no han respondido formalmente a los pedidos del colectivo. Solo algunas solicitudes individuales han sido escuchadas, pero muchas veces las soluciones ofrecidas han sido insuficientes o han llegado muy tarde para los enamorados y familiares.
Pese a que los Países Bajos es uno de los países que permite ingresar a las parejas no casadas de sus ciudadanos, Stephani Ccallo tuvo que enfrentarse por varios meses a respuestas negativas por parte del Perú. “Cada vez que veíamos una salida para estar juntos, el Perú decía que no. Era muy frustrante porque Holanda sí me dejaba entrar, pero Perú no me dejaba salir. Tuve que contactar a un abogado y finalmente él consiguió el permiso de viaje, pero ya había pasado mucho tiempo y no pude encontrar un seguro que cubriera después de las 34 semanas de gestación”, relata.
Ahora solo espera que las autoridades permitan el ingreso de su pareja y que pueda llegar a tiempo para el nacimiento de su hija. “Lo que más quiero es que él pueda venir para tener un soporte. Yo ya tengo siete meses de gestación, en cualquier momento se me puede presentar una emergencia y necesito su apoyo”, dice Stephani.
Angustia y depresión
Las parejas y familias enfatizan que los meses de separación han afectado su salud mental y su bienestar personal. La rutina de videollamadas y actualizar los portales de noticias a la espera de que algo haya cambiado ya es, para muchos, más que insostenible.
Love is not Tourism Perú indica que el 65% de los integrantes del grupo tienen un nivel medio de salud mental, según reveló una encuesta realizada por el colectivo con ayuda de un psicólogo, que recogió resultados en tres dimensiones: ansiedad, bienestar y depresión.
Carla Flores es una de las compatriotas que afirma que no puede esperar más. En su caso, es la preocupación por la salud de su prometido, el italiano Luca Cavasino, la que no le deja recobrar la tranquilidad. “Él está enfermo, yo no sé en qué momento puede empeorar o sentirse mal de nuevo. Ahora está bajo mucho estrés, él tiene un negocio propio y no puede solo con el trabajo, no tiene a nadie que lo ayude”, dice la peruana, que busca viajar a Italia.
Carla, de 37 años, y Luca, de 41, están juntos desde el 2017 e iban a celebrar su boda pronto. “Por la separación me dio una depresión bastante fuerte y la verdad es que ya no doy más. Hasta mi familia se ha dado cuenta de que no estoy bien. A veces no puedo dormir, tengo ansiedad, he subido bastante de peso. Él me dice que me extraña. Nosotros ya no somos enamoraditos, tuvimos un año de convivencia en Italia y ahora nos vamos a casar”, señala Carla.
Otra compatriota que está desesperada es Emily Ticona, una estudiante de fisioterapia y rehabilitación de 20 años que sufre de ansiedad y depresión. Tiene ocho meses de gestación y ha pasado todo su embarazo en su casa en Arequipa, a miles de kilómetros de su pareja Rafael Murr, un alemán de 23 años.
“Yo normalmente tomo medicación, pero por el embarazo tuve que dejarla. He tenido muchos ataques de ansiedad durante este tiempo, quisiera que él esté acá conmigo. Ha sido bastante difícil y todavía lo es. Mi cesárea será el 6 de octubre y tengo miedo de estar sola. Necesito que él me acompañe y me ayude en mi recuperación y cuidando a la bebé”, dice Emily.
Los jóvenes se conocieron en mayo del 2018 en el Perú y a desde entonces se volvieron a encontrar en Alemania, donde compartieron tres meses juntos, y luego nuevamente en el Perú. La última visita de Rafael a nuestro país terminó en enero de este año. Ambos se enteraron de que iban a ser padres después de su partida y decidieron que él volvería al Perú en marzo, pero no sucedió.
“Todos los días nos comunicamos a través de videollamadas, pero yo lo necesito a mi lado. Nuestra hija y yo lo necesitamos”, dice Emily.
El chileno Jorge Bahamonde sabe bien lo que es estar lejos de una hija. Su pareja y su pequeña de 10 meses, ambas peruanas, esperan por él en Lima desde que tuvo que irse en busca de trabajo a fines de enero. Hace unos días, después de incontables intentos fallidos y visitas al consulado, Jorge obtuvo el ansiado permiso para entrar al Perú.
“Hemos llevado una carga emocional enorme todo este tiempo. Ver a mi pareja y a mi hija después de casi 7 meses significa una alegría enorme, ahora solo queremos que llegue el día”, dice Jorge, quien ya no puede esperar para ver a sus amores a la cara y dejar atrás ese terrible deseo de querer atravesar la pantalla del celular.
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