(Foto: AFP)
Inmigración

La resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que, a fines del 2000, instituyó el 18 de diciembre como el se lee hoy con sorna. 

“Teniendo en cuenta el número elevado y cada vez mayor de emigrantes en el mundo, alentada por el creciente interés de la comunidad internacional en proteger efectiva y plenamente los derechos humanos de todos ellos...”, reza la declaración de principios. Dieciocho años después, con nacionalismos galopantes y cierres de fronteras por doquier, cuesta suscribir tal frase.

Hace apenas seis días, en una conferencia intergubernamental que reunió a casi 160 países en Marruecos, se aprobó el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular “entre tímidos aplausos y sin gran entusiasmo por parte de los asistentes”, según la agencia Efe.

El pacto recoge principios (defensa de los derechos humanos, de los niños, reconocimiento de la soberanía nacional) y enumera propuestas para ayudar a los países para afrontar las migraciones, como el intercambio de información y de experiencia en la integración de los migrantes.

Además, prohíbe las detenciones arbitrarias y solo autoriza los arrestos como medidas de último recurso.

Sin embargo, dos detalles inquietantes ensombrecen los alcances del tratado. El primero es que se trata de un acuerdo no vinculante (no es obligatorio para sus signatarios) y el segundo es que varios estados se han retirado del proceso.

Dos países americanos (Chile y República Dominicana), seis europeos (Austria, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Polonia y República Checa) y uno de Oceanía (Australia) decidieron no firmarlo, sumándose así a EE.UU., que ya desde julio mostró su reticencia.

(Infografía: El Comercio)
(Infografía: El Comercio)

Otras seis naciones (Bélgica, Bulgaria, Eslovenia, Estonia, Italia y Suiza) se tomarán unos días adicionales de consultas internas para ver si refrendan el pacto.

Tendrán exactamente 72 horas, pues este miércoles 19 el acuerdo será sometido a una última votación de ratificación en la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

La presidenta de la asamblea, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, ha insistido en los últimos días en que “estamos ante un momento histórico para dar un rostro humano a la emigración” y ha calificado a los migrantes de personas “valientes y emprendedoras”.
Más allá de las palabras, se multiplican las desventuras de los sirios, los sursudaneses, los venezolanos, los centroamericanos y los africanos subsaharianos, por mencionar solo los dramas más visibles.

Y mientras este miércoles se ratifica el pacto, el muro en la frontera entre México y EE.UU. seguirá llenando páginas, lo mismo que los náufragos rechazados en Italia, los alambres de espino en Hungría para disuadir a los desplazados y los campos de migrantes en Australia. 

258millones de personas en movilidad y migrantes hay en el mundo actualmente, es decir, el 3,4% de la población del planeta. 

7ex cancilleres chilenos deploraron la decisión del gobierno de Sebastián Piñera de no firmar el pacto migratorio y lo emplazaron a corregir ello este miércoles.

El Aquarius ya no salvará a más náufragos

En plena efervescencia por el comienzo del Mundial Rusia 2018, el drama del Aquarius logró colarse entre las noticias de goles, debut del VAR y pasiones desbordadas.

El domingo 17 de junio, luego de no recibir permiso para atracar en puertos de Malta, Italia y Francia, el emblemático buque de rescate terminó un largo e indignante peregrinaje por el Mediterráneo y tocó tierra en Valencia con 630 inmigrantes africanos rescatados en alta mar.

La luz verde otorgada por el Gobierno Español fue una grata novedad tras semanas de incertidumbre por la suerte que correrían sus pasajeros.

Para el Aquarius, sin embargo, las buenas noticias se han terminado. Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Méditerranée, las organizaciones no gubernamentales que se aliaron para fletarlo en febrero del 2016, anunciaron la semana pasada el fin de sus operaciones de búsqueda y rescate.

Las dos ONG han señalado que su decisión “es el resultado de una campaña encabezada por el Gobierno Italiano y respaldada por otros estados europeos, para deslegitimar y desacreditar a las organizaciones que brindan asistencia a las personas en peligro”.

La última actividad del navío fue el 4 de octubre, cuando llegó a Marsella tras el rescate de 58 personas. Desde entonces, la apertura de una investigación de sus actividades por parte de un juez italiano obligó al barco a estar dos meses ‘varado’ en el puerto francés.
Sin solución inmediata a la vista, el Aquarius y sus más de 30 tripulantes (entre rescatadores, sanitarios y marineros) apagan los motores.

“Este es un día triste”, se pronunció Nelke Manders, directora general de MSF. “No solo Europa no ha sido capaz de proporcionar capacidad de búsqueda y rescate, sino que ha saboteado activamente los intentos de otros por salvar vidas. El fin del Aquarius significa más muertes en el mar”.

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