Los presidentes de Estados Unidos y China, Joe Biden y Xi Jinping, sostuvieron este lunes 14 una esperada reunión previa a la cumbre del G20 a celebrarse en Bali, Indonesia.
La tensión que había experimentado la relación entre las dos economías más grandes del mundo durante los últimos meses, alimentada en gran parte por la situación de Taiwán, provocó que las expectativas sobre este encuentro se elevaran a la espera de lo que podría resultar.
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La conversación de tres horas, finalmente, concluyó con una clara intención de ambos lados por retomar el diálogo, inesperadas coincidencias sobre temas claves como la actual guerra en Ucrania y el aparente acuerdo de evitar que la competitividad que mantienen ambos mercados económicos derive en un conflicto bélico.
Una cita muy esperada
Con un apretón de manos y una amistosa sonrisa, Biden y Xi dieron inicio al esperado encuentro entre los líderes de dos naciones que llevan años disputándose el lugar de la mayor potencia económica mundial.
Desde el inicio, ambos presidentes mostraron disposición a dialogar “de forma honesta” y “encontrar la dirección correcta” para reencausar sus relaciones, las mismas que se habían visto deterioradas desde agosto, cuando la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, visitó Taiwán.
La isla representa un punto de controversia entre los gobiernos de Pekín y Washington, pues el primero la considera una región en rebeldía que forma parte del gigante asiático mientras que los norteamericanos abogan por su independencia.
En todo caso, Xi fue claro al expresarle a su par estadounidense que Taiwán “es la primera línea roja” que no se debe cruzar. “La cuestión de Taiwán es el corazón de los intereses centrales de China, los cimientos en la fundación política de las relaciones de China-EE.UU. y la primera línea roja que no debe cruzarse”, dijo el líder chino según medios estatales.
Biden, por su parte, aseguró que había “dejado en claro” a Xi que consideraba que su país tiene “la obligación de intentar que Corea del Norte desista de sus pruebas nucleares de largo alcance”, pues si continuaban “tendríamos que tomar ciertas acciones que serían más defensivas en nuestro nombre y no estarían dirigidas contra China”, señaló en una rueda de prensa posterior al encuentro.
China es uno de los pocos aliados que posee el régimen de Kim Jong-un, que este año ha realizado un número récord de ensayos balísticos generando la condena internacional y poniendo en alerta a países como la vecina Corea del Sur o Japón.
Evitar el conflicto
Más allá de esos pequeños desencuentros, Biden y Xi mostraron una clara disposición a evitar que la competencia entre ambas naciones escale al nivel de una enemistad.
“Biden también ha declarado abiertamente que no ve ninguna invasión o acción militar china sobre Taiwán. Eso alivia un tema que en los últimos meses estaba generando tensión porque algunos analistas militares sacaron de contexto algunas declaraciones de Xi y extrapolaron algunos análisis sobre los congresos para estimar que en los próximos 5 años habría una acción militar sobre Taiwán. Ha quedado evidenciado que ninguna de las partes quiere involucrarse en un conflicto de dicha escala”, asegura a El Comercio Marco Carrasco, docente de Estudios de Asia Oriental de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNMSM.
El mandatario estadounidense aseguró que el mundo no necesitaba “una nueva Guerra Fría”, mientras que su par chino afirmó que el mundo es “suficientemente grande” para la prosperidad de ambas potencias.
“Biden ha hecho lo que dijo que haría: marcar los puntos para tener una relación madura con China, de competidores mas no de enemigos. La experiencia que tiene en el Senado y en relaciones exteriores cuando fue vicepresidente de Obama le vino bien. No se puede negar que la posición de China en el mundo es mucho más grande que hace 10 años, el desarrollo económico le ha permitido tener mayor presencia e incluso hegemónica en ciertas partes del mundo”, comenta desde Los Angeles a este Diario el analista político Hernán Molina.
Carrasco, por otro lado, invita a ampliar la visión sobre el encuentro y enfocar la atención a un nivel más regional.
Puntualmente, en la denominada región del Indopacífico.
“La reunión llega en medio de dos cumbres: la EAS (Cumbre de Asia Oriental) en Vietnam y el G20 que inicia en Indonesia. Si sumamos la APEC en Tailandia, vemos que en solo un mes habrá tres cumbres internacionales en el Sudeste Asiático. Eso es un punto a tomar en cuenta. Que Biden y Xi dialoguen es, en parte, para limar asperezas pero también para intentar tener conversaciones con los otros países circundantes a China. Por eso Biden también se reunió con Japón y Corea del Sur, y piensa hacerlo con los demás líderes de la región. La reunión con Xi no era para conseguir acuerdos que cambien la situación, sino que representa una oportunidad para EE.UU. de negociar con China y los países cercanos para intentar contrarrestar la influencia china en la región del Indopacífico”, explica.
Esto también explicaría por qué esta reunión ha significado el regreso de Xi Jinping al escenario internacional, luego de dos años en los que no viajó al extranjero debido a la pandemia de COVID-19.
“Así como EE.UU. busca lograr acuerdos en el Indopacífico, China está totalmente consciente de esa estrategia. Que Xi se manifieste personalmente va alineado a eso, es una forma de responder a la estrategia estadounidense y conseguir acuerdos para no perder influencia”, señala Carrasco.
Molina también resalta la participación de Xi en el encuentro, aunque no considera que tenga mayor impacto sobre su imagen a nivel internacional.
“Estar dispuesto y abierto a tener conversaciones con un oponente como Biden es importante. En la mente de la gente que aspira a vivir en una democracia liberal y republicana, al mejor concepto de Occidente, Xi sigue siendo un presidente autoritario de una nación basada en el autoritarismo. Eso seguirá siendo un handicap para este líder”, comenta.
La guerra en Ucrania
Un tema ineludible pese a no estar en la agenda, tanto en la reunión entre Biden y Xi como en la cumbre del G20, es la invasión de Rusia sobre Ucrania.
Por un lado, Estados Unidos junto a Europa han liderado la condena internacional contra Moscú y promovido históricas sanciones internacionales en contra de Vladimir Putin y sus círculos más cercanos.
Por otro lado, Xi ha recibido a Putin en Pekín para conversar sobre nuevos acuerdos económicos y se ha resistido a aplicar las mencionadas sanciones o, incluso, ahondar demasiado en el conflicto.
Pese a ello, durante la reunión ambos líderes coincidieron en que “la amenaza del uso de armas nucleares es totalmente inaceptable”.
Aunque no hizo referencia a la cuestión nuclear, el presidente chino dijo que su país está “muy preocupado” por la situación actual en Ucrania y alertó que “las guerras no producen ningún ganador”, según la Cancillería china.
Para Molina, la indecisión china dificultaría aún más el mejoramiento de las relaciones entre ambas naciones. “El votante común estadounidense no se enfoca tanto en estas reuniones. En Washington, por otro lado, hay posturas más duras que piden marcar límites más claros a China, otros piden mas bien ser más conciliadores y evitar una guerra. La posición casi ambivalente de China sobre la guerra en Ucrania marca muchas interrogantes. Internamente todo el mundo sabe que esta relación será difícil a medida que China vaya ganando más peso a nivel internacional. Todo el mundo sabe que no hay una solución fácil”, señala.
Carrasco, por su parte, considera que en realidad China siempre ha sido clara sobre su postura, solo que esta no coincide con las únicas que contempla EE.UU.: estar a favor o en contra.
“Del lado estadounidense se tiene una visión bastante crítica de China y la postura militar suele calar más en el imaginario de la gente. Para los chinos Rusia es un aliado y las reuniones con Putin son una expresión de ello, pero en ningún momento buscan inmiscuirse en conflictos ajenos a ellos. Saben lo costoso y difícil que es. Involucrarse más de la cuenta con Ucrania y Rusia no es de interés chino. Es una postura bastante fija, pero EEUU ha buscado que más países condenen enérgicamente a Rusia e impongan sanciones contra Moscú y claramente China no se sumará a esa decisión. Bajo esos puntos diversos analistas han calificado la postura china como tibia o débil”, explica.
Temas fuera de agenda
Luego del protocolar inicio de la reunión, en la que un reducido grupo de periodistas puede estar presente, se produjo un incidente cuando una comunicadora fue empujada por un funcionario chino al pedirle al presidente Biden que hablen sobre la situación de los derechos humanos en China.
Aunque el altercado no llegó a mayores, simboliza una de las mayores sombras sobre el régimen de Xi Jinping. Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras han denunciado que Pekín “lleva a cabo una campaña de represión contra el periodismo y el derecho a la información en el mundo entero”; por otro lado, un informe presentado por la ONU en agosto alertaba sobre las graves violaciones a los derechos humanos cometidos por el gobierno chino en contra de los uigures, una minoría musulmana asentada en la región de Xinjiang que denuncia una persecución desde hace años.
Pese a ello, las violaciones a derechos humanos fue uno de los grandes temas ausentes en el encuentro. Otro fue el origen de la pandemia, una polémica que mantienen ambos países desde la época del predecesor de Biden, Donald Trump, quien defendía la idea de que el virus había podido ser generado en un laboratorio de Wuhan.
“La reunión buscaba obtener la mayor cantidad de consensos posibles. Sería muy riesgoso tocar temas muy espinosos que frustre nuevas reuniones. Dudo que ambas partes hayan querido meterse más en esos temas que de por sí son bastante difíciles de encontrar un consenso”, considera Carrasco.
Las nuevas reuniones que menciona el experto fueron, precisamente, la gran promesa que dejó el encuentro. La Casa Blanca ha anunciado que el secretario de Estado, Antony Blinken, visitará Pekín para continuar con los acercamientos, aunque aún no han lanzado fechas tentativas.
Ambos líderes, además, instaron a fortalecer el diálogo bilateral en todos los niveles estatales.
“Esto será siempre una cuestión en evolución, nunca será estática. Las relaciones de poder nunca lo son. La posición sobre Taiwán siempre estará en medio de esta relación, las ambiciones chinas de tener una posición como la de la URSS con EE.UU. también. Biden hizo bien al decir que no era necesario terminar en una Guerra Fría, ese será el gran desafío de ambas naciones en un mundo que ha cambiado muchísimo y donde hay otros actores con sus propias demandas y alianzas. Irán o Israel podrían ser un ejemplo de naciones que optan por un bando o el otro”, explica Molina.
“Habrá que ver qué pasa en las cumbres del G20 y la APEC. En todo caso, sobre la reunión directa, veo una ganancia para ambos lados. Este trato directo sin duda sirve para intentar esclarecer posturas, dar una imagen al resto del mundo de que buscarán priorizar temas en los que coincidan y que las preocupaciones sobre una confrontación no la desean ninguna de las dos potencias. Esa imagen no solo llega al público sino también a las naciones del Indopacífico y es bastante potente”, añade por su parte Carrasco.