Comprar una casa nueva, o un auto deportivo, o un viaje por el mundo… las opciones son muchas cuando una persona se gana la lotería.
Pero, ¿cuántas usarían el dinero para establecer una organización caritativa?
Eso es exactamente lo que Rachel Lapierre hizo en 2013.
A esta canadiense siempre le gustó el trabajo de voluntariado.
Después de abrir su propia agencia de modelos -ella fue una vez Miss Quebec- y trabajar como enfermera, Lapierre estaba buscando una manera seguir los pasos de la Madre Teresa y dedicar su vida a la caridad.
Y entonces el destino le sonrió: obtuvo un premio de la lotería de Quebec llamado "ganador de por vida" que consiste en recibir un salario de por vida de 1.000 dólares canadienses a la semana, unos US$778.
"Al principio no me lo podía creer. No celebré ni grité desde la azotea porque había hecho una promesa al universo y estaba decidido a mantenerla", dice Lapierre.
"Quería hacer lo que quería por el resto de mi vida, quería ayudar a los demás", señala.
Dos meses pasaron para que dejara su trabajo de enfermería y estableciera su propia organización de caridad, la cual se llama Le Book Humanitaire.
La institución sin fines de lucro se encuentra en Saint-Jerome, a unos 60 kilómetros al noroeste de Montreal.
Utiliza las redes sociales para conectar a personas necesitadas con quienes pueden ayudarlas.
En su página de Facebook, que cuenta con 22.000 seguidores, aquellos que están en dificultades hacen saber a la comunidad acerca de su situación.
También la gente puede ofrecer servicios o bienes que desean donar por caridad.
"Digamos que alguien tiene ropa para regalar. Lo pondremos en contacto con una familia que necesita esa ropa y esa persona puede ir a entregarla por sí misma", explica Lapierre.
Del modelaje a la caridad
Las actividades actuales de Lapierre están lejos de su antigua carrera en el glamuroso mundo del modelaje.
A principios de la década de 1980 se unió a una escuela para modelos local donde fue animada a participar en el concurso de belleza Miss Quebec.
Para su sorpresa, ganó el concurso a sus 21 años.
"Pensaba que ser modelo era para rubias altas con ojos azules y yo era baja y morena... Pero estoy muy contenta de haber entrado, fue una gran experiencia", dice Lapierre.
Abrió su propia escuela de modelaje en 1984, con 10 empleados, para enseñar a las jóvenes a construir una carrera en la industria.
"Establecer mi propio negocio me enseñó sobre contabilidad y la forma de dirigir a los empleados", dice Lapierre.
Cerró el negocio a finales de 1980 para enfocarse en la crianza de sus cuatro hijos, pero además inició su trabajo de voluntariado, haciendo numerosos viajes con organizaciones humanitarias a lugares como India y Haití.
Fue esta pasión que la llevó a establecer Le Book Humanitaire hace cuatro años.
En 2017, la organización ha realizado 15.000 "acciones directas" en Quebec que van desde el suministro de un apartamento para una familia de refugiados sirios, hasta encontrar una casa para una madre sin hogar que acababa de dar a luz.
También costea el financiamiento de toda la organización, la cual tiene 10 voluntarios a tiempo completo, con una inversión de US$70.000 hasta la fecha.
"Los 1.000 dólares (canadienses) que recibo cada semana de la lotería me permiten no trabajar más y financiar mi organización", dice.
"Yo pago cosas tales como nuestro alquiler de oficinas y otros gastos administrativos", añade.
Después de que fue entrevistado por un popular canal de televisión de Quebec a principios de este año, Le Book Humanitaire vio un enorme incremento de seguidores en Facebook, al pasar de 4.000 a más de 20.000.
Esto trajo un aumento en las solicitudes de ayuda, así como en las donaciones, por lo que la organización ha tenido problemas para mantenerse al día.
Requiere la apertura de nuevas instalaciones para almacenar los artículos donados, pero Lapierre no puede darse el lujo de hacer todo por su cuenta.
"No es fácil"
Jean-Pierre Tchang, el fundador de IRIS Mundial, un grupo sin fines de lucro que trabaja para mejorar la salud visual en países en desarrollo, dice que la construcción de una fundación de caridad exitosa no es fácil.
"La principal dificultad es conseguir dinero y financiamiento", dice Tchang, quien antes trabajó con Lapierre cuando ella era voluntaria.
"También hay que conocer los límites. Puede comenzar a sentirte abrumado por todo el trabajo y olvidarte de ti mismo... Estoy seguro que las noches de Rachel deben ser muy cortas", señala.
A pesar de los desafíos, Lapierre no muestra signos de que esté perdiendo el paso.
Está tomando un taller sobre gestión de organizaciones sin ánimo de lucro para mejorar lo que hace.
Sigue disfrutando su trabajo, el cual, dice, "no es nada como manejar un negocio normal" y en cambio "alimenta su alma".
"El trabajo de voluntariado representa miles de millones que no se contabilizan en todo el mundo. Sin él, el mundo no podría funcionar", dice Lapierre convencida.
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