Heather Armstrong era una bloguera de Salt Lake City que desde 2001 escribía públicamente acerca de su maternidad en dooce.com. Su fama trascendió los Estados Unidos y, en las últimas horas, la noticia de su muerte impactó a nivel global.
Armstrong había reconocido públicamente que estaba atravesando un tratamiento por su adicción al alcohol y, según las primeras versiones, una recaída la habría llevado a tomar la decisión de quitarse la vida.
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El encargado de informar la triste noticia fue su pareja desde hace seis años, el excandidato a senador Pete Ashdown, que explicó que encontraron el cuerpo de Armstrong en la casa familiar el martes por la noche.
Su forma de escribir y lo global de sus problemas para criar a hijos a lo largo de las diferentes etapas de la vida, hicieron el Armstrong fuera bautizada como “la reina de las mamás blogueras” que vivía junto a sus dos hijos, a quienes tuvo con su expareja Jon Armstrong: Leta, de 19 años, y Marloin, de 13.
Hace un año y medio, a través de su cuenta en Instagram, la influencer contaba sobre su adicción al alcohol y el proceso para tratar de superarlo. “El 8 de octubre de 2021 celebré seis meses de sobriedad yo sola en el suelo junto a mi cama sintiéndome como si fuera un animal herido que quería que lo dejaran solo para morir. No había nadie en mi vida que pudiera comprender lo simbólica que fue para mí esa victoria”, había expresado la mujer en redes sociales.
A sus problemas con el alcohol se sumaron los de depresión. De ambos, la propia Heather había hablado: “Estaba tan cargada de lágrimas y sollozos tan violentos que en un momento pensé que mi cuerpo se partiría en dos. La pena me sumergió en oleadas de dolor. Durante unas horas me costó respirar. La sobriedad no era un misterio que tuviera que resolver. Era simplemente mirar todas mis heridas y aprender a vivir con ellas”.
En el 2009, ya con el éxito de su blog instalado, Armstrong publicó una autobiografía, a la que le seguirían otros libros y le abrirían las puertas a los programas de TV más famosos de los Estados Unidos, como el show de Oprah Winfrey.
Según relató en sus libros y blog, había sufrido depresión crónica, pero recién fue diagnosticada y tratada en la universidad. El final de su matrimonio le significó una baja en su popularidad que repercutieron en estado emocional y mental. Incluso, esto la empujó a sumarse a un ensayo clínico en el Instituto Neuropsiquiátrico de la Universidad de Utah donde fue inducida, químicamente, a un coma durante 15 minutos seguidos a lo largo de 10 sesiones.
Tras el paso por esa experiencia médica, en una entrevista con Vox, dijo: “Sentía que la vida no estaba hecha para vivirla. Cuando estás tan desesperado, intentas cualquier cosa. Pensé que mis hijos merecían tener una madre feliz y saludable, y necesitaba saber que había intentado todas las opciones para ser eso para ellos”. Incluso, volcó esto en su tercer libro (publicado en 2019) al que tituló: “El valor de estar muerto: la verdadera historia de morir diez veces para vivir”. “Quiero que las personas con depresión sientan que son vistas”, aseguró.
Sobre si las redes sociales habían logrado influenciar en sus estados emocionales, dijo: “El odio era muy, muy aterrador y muy, muy duro de vivir. Se te mete en la cabeza y te carcome el cerebro. Se hizo insostenible”.