El fuego que afecta a la Amazonía brasileña no solo sigue quemando los bosques, sino también la relación diplomática de dos mandatarios que no son precisamente los mejores amigos.
Mientras el francés Emmanuel Macron calificó a Jair Bolsonaro de mentiroso, por no cumplir su palabra de comprometerse en la lucha contra el cambio climático, el brasileño se burló indirectamente de su esposa y lo tildó de colonialista. Y no solo eso. Su gobierno rechazó en un primer momento los US$20 millones en ayuda acordados en Biarritz por el Grupo de los Siete (G-7) para sofocar los incendios.
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“Antes de hablar o aceptar algo de Francia, Macron debe retirar esas palabras”, dijo Bolsonaro, cuya línea ultraconservadora y de negación del calentamiento global habría alentado la multiplicación de los incendios forestales para conseguir mayores tierras de cultivo.
Sin embargo, la lluvia de críticas que recibió Bolsonaro y el pedido de los propios gobernadores de los estados amazónicos en su país, con quienes se reunió ayer por la mañana, hicieron que retrocediera en su postura.
“El Gobierno Brasileño está abierto a recibir soporte financiero de organizaciones e incluso de países”, siempre que esto “no ofenda la soberanía brasileña y el manejo de recursos esté bajo nuestra responsabilidad”, afirmó el portavoz Otavio Rego Barros.
El lunes, Macron puso el tema de la soberanía amazónica en debate, al proponer conferir un estatuto internacional a la selva, en caso de que “un Estado soberano tomase de manera concreta medidas claramente contrarias al interés de todo el planeta”.
—De izquierda y derecha—
Ambos mandatarios, que en el aspecto ideológico están en las antípodas, nunca llegaron a conectar. De hecho, apenas Bolsonaro resultó elegido, el Gobierno Francés le impuso una especie de cláusula democrática, según explicó a la AFP Frédéric Louault, coordinador del Centro de Estudios de las Américas en la Universidad Libre de Bruselas. “Macron reconoció la elección de Bolsonaro, dijo que Francia iba a continuar trabajando con Brasil, pero ‘en el respeto de la democracia’. Fue una especie de presión entre líneas”, comenta.
Los desencuentros quedaron en evidencia en julio pasado cuando Bolsonaro plantó al ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, con quien tenía una entrevista agendada. A la misma hora del frustrado encuentro, el presidente publicó una foto en sus redes sociales cortándose el pelo.
—Cálculos políticos—
Macron se había puesto como objetivo resultar ganador en la reciente cumbre del G-7, donde fue el anfitrión. Los resultados no le pudieron salir mejor. Controló al imprevisible Donald Trump y vio en los incendios amazónicos la oportunidad para encabezar la reacción internacional.
“Macron ha salido ganando de este G-7, pues ha aparecido como un presidente con mucho impulso, y además planteó que se dé un apoyo a los países de la Amazonía para los incendios”, señaló a este Diario el internacionalista Francisco Belaunde Matosian.
Belaunde considera que en la estrategia de Macron también hay un asunto de política interna que el galo busca resolver. “Macron está bajo mucha presión. Como parte de su programa ecológico intentó el impuesto a los combustibles más contaminantes, que al final salió mal porque provocó las protestas de los ‘chalecos amarillos’, y tuvo que retroceder”, añade.
Por otro lado, Bolsonaro es quien está saliendo mal parado. “A nivel internacional está quedando como el malo de la película. El tema de la Amazonía, más allá de cálculos políticos, es crucial para la humanidad”, explica.
Las posturas de Bolsonaro en materia ambiental ya llevaron a la paralización del Fondo Amazonía financiado por Noruega y Alemania.