El infierno de las mujeres secuestradas por el Estado Islámico
El infierno de las mujeres secuestradas por el Estado Islámico

Mujeres y niñas yazidis que lograron escapar de Estado Islámico echaron luz sobre los horrores a los que las sometieron los yihadistas durante el cautiverio: violaciones sistemáticas -a chicas hasta de ocho años-, violencia, conversiones y matrimonios forzados. Así lo reveló un escalofriante informe de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), que compartió desgarradores testimonios de las víctimas.

El reporte se elaboró en base a las declaraciones de 20 víctimas, entre ellas 9 niñas desde los 12 años, además de responsables kurdos, médicos y operadores humanitarios locales y extranjeros. Las entrevistas se realizaron en Dohuk, en la región autónoma kurda en Irak, a comienzos de este año.

Los yazidis son kurdos que viven, en su mayoría, en el norte de Irak y siguen su propia religión monoteísta. Es una de las minorías más perseguidas por Estado Islámico.

En agosto de 2014, las tropas de Estado Islámico avanzaron sobre su territorio próximo al monte del Sinjar, mataron a cientos de ellos y secuestraron a miles de mujeres y niñas.

Los testimonios recogidos por la organización ofrecen una imagen espantosa del infierno que tuvieron que padecer. La mitad de ellas fue violada, en ocasiones varias veces y por grupos enteros de combatientes de Estado Islámico. Una médica dijo que entre las 105 jóvenes y mujeres que visitó tras haber huido o ser liberadas, 70 habían sido violadas.

Prácticamente todas fueron casadas con miembros del grupo yihadista, vendidas o entregadas como "regalo". A veces, los milicianos decidían por sorteo a quién iban a violar. Muchas de ellas, consideraron el suicidio como la mejor salida a esa situación.

"Las pocas de ellas que tuvieron la suerte de huir, necesitan ayuda por el indescriptible trauma que han sufrido", dijo Liesl Gerntholtz, directora de Derechos de la Mujer de Human Rights Watch.

"Estos actos son crímenes de guerra y pueden ser crímenes de lesa humanidad", afirma HRW. "Los comandantes de Estado Islámico deberían liberar inmediatamente a todos los civiles detenidos, rehuir a los chicos con sus familias y terminar con los matrimonios forzados y conversiones religiosas. Deberían tomar las acciones necesarias para terminar con las violaciones y otros tipos de violencia sexual de parte de sus combatientes", instó.

ABUSO SEXUAL

Una de las entrevistadas es "Jalila" (HRW cambió el nombre de todas las víctimas para proteger su identidad), de sólo 12 años.

La chica contó que fue secuestrada por su familia, pero después de un tiempo a ella la apartaron y la llevaron a una casa en Siria, donde había mujeres y chicas yazidis secuestradas. En esa casa, los hombres las seleccionaban, las examinaban y les pedían que les mostraran su pelo. Si no lo hacían, las golpeaban. Un día, un miliciano la eligió a ella. La abofeteó y la arrastró fuera de la casa cuando ella se resistió.

"Le dije que no me tocara y le rogué que me dejara ir. Le dije que me llevara con mi mamá. Yo era una niña y le pregunté: « ¿Qué quieres de mí? » Él pasó tres días teniendo sexo conmigo", contó.

Jalila además contó que durante su cautiverio, siete combatientes de Estado Islámico fueron sus "dueños" y cuatro la violaron en reiteradas ocasiones. "A veces fui vendida. A veces me entregaban como un regalo. El último hombre era el más abusivo; él solía atarme de manos y de pies", dijo.

MENTIRAS REPUGNANTES

También con 12 años, Wafa contó que fue secuestrada en agosto pasado con su familia. Una vez en Raqqa, bastión de Estado Islámico en Siria, un señor le dijo que no le haría daño, pero no cumplió con su palabra.

"Dormía en el mismo lugar que yo y me dijo que no tuviera miedo porque yo era como su hija -dijo.- Un día me desperté y mis piernas estaban cubiertas de sangre".

Wafa escapó de tres meses después de su secuestro, pero sus padres, tres hermanos y una hermana siguen desaparecidos.

VÍCTIMAS Y TESTIGOS

En su entrevista, Rana, de 25 años, y Sara, de 21 años, contaron la impotencia que vivieron por no poder detener el abuso de su hermana de 16 años, por parte de cuatro hombres durante varios meses.

La hermana, que solía visitarlas, les dijo que el primer hombre que la violó, a quien describió como un europeo, además la golpeó, esposó, le dio descargas eléctricas y le negó comida. También les contó que otro miliciano después la violó durante un mes y luego la entregó a un argelino por un mes más. La última vez que la vieron fue cuando un yihadista de Estado Islámico se la llevó a Arabia Saudita. "No sabemos nada de ella desde entonces", dijo Sara.

Las dos hermanas dijeron que también fueron violadas varias veces por dos hombres, uno de ellos dijo que era de Rusia y el otro, de Kazajstán.

LOTERÍA PERVERSA

Un día, Rashida, de 31 años, logró hacerse con el teléfono de un miliciano para llamar a su hermano. Le pidió que la salvara, porque los yihadistas querían convertirla al Islam y casarla. Él le dijo que iba a intentar ayudarla, pero que si no podía, "debería suicidarse porque sería la mejor alternativa".

"Ese mismo día, [los yihadistas] hicieron una lotería con nuestros nombres y comenzaron a elegir a las mujeres extrayendo los nombres. El hombre que me eligió, Abu Ghufran, me obligó a bañarme, pero mientras yo estaba en el baño intenté suicidarme. Había encontrado un poco de veneno en la casa y lo llevé al baño. Sabía que era tóxico, por su olor. Lo distribuí entre las chicas y cada una de nosotras la mezcló con un poco de agua en el baño y lo bebimos. Ninguno de nosotras murió pero todos nos enfermamos. Algunas colapsaron", contó.

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

Zara, de 13 años, estuvo secuestrada en una casa de tres pisos en Mosul con chicas de entre 10 y 15 años. "Cuando se pusieron a elegir a las chicas, las arrastraban. Las chicas lloraban y se desmayaban, y las tomaban por la fuerza. Nos hicieron convertirnos al Islam y todas tuvimos que decir la shahada [credo islámico]. Dijeron: «Las yazidis son kufar [infieles], deben repetir estas palabras después del líder». Nos juntaron a todas en un lugar y nos la hicieron repetir después de él. Después de decir la shahada, él dijo «Ahora se han convertido a nuestra religión y nuestra religión es la correcta». No nos atrevimos a no decir la shahada".

Fuente: La Nación de Argentina / GDA

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