El aborto ha sido tratado como un tema tabú en la sociedad chilena desde la derogación del aborto terapéutico al final del gobierno de Augusto Pinochet, en 1989.
Pero en la primera cuenta presidencial de su segundo mandato, Michelle Bachelet anunció que enviará al congreso un proyecto que despenalice el aborto por tres causales: riesgo de vida de la madre, violación o inviabilidad fetal.
"No debe haber temas tabúes en una sociedad, es antidemocrático", dijo la presidenta.
Que Bachelet haya incluido el aborto en su programa de gobierno por primera vez es, para muchos, una audacia. Que lo anuncie en una ceremonia política como el 21 de mayo, un hito.
"En Chile ni siquiera se habla mucho de aborto, se dice 'maternidad interrumpida', porque la palabra está estigmatizada, penalizada", comenta Carolina Carrera, presidenta de la ONG feminista Humanas.
"Es como cuando decíamos 'nulidad del matrimonio' en vez de divorcio".
No es primera vez que Chile intenta legislar sobre el aborto. La pregunta es si esta vez Bachelet logrará una despenalización y bajo qué condiciones.
VOTOS MÁS, VOTOS MENOS
Ni Bachelet ni los expresidentes de su coalición política mencionaron el aborto en sus mensajes presidenciales anteriores.
A diferencia de ellos, Bachelet cuenta hoy con una sólida mayoría parlamentaria, un cambio en el discurso público y una sociedad civil más movilizada.
La despenalización del aborto sería una ley simple, que requeriría la mitad más uno de los votos de las dos cámaras chilenas. La "Nueva Mayoría" de gobierno, que abarca desde comunistas a demócrata cristianos, suma 69 de 120 diputados y 22 de los 38 senadores.
Y aunque en la coalición oficialista parte de la Democracia Cristiana se opone a la legalización de la interrupción del embarazo, senadores del mismo partido han propuesto formas de despenalizar el aborto en caso de riesgo de vida de la madre.
En la oposición, sectores liberales que han abandonado los partidos tradicionales de derecha también podrían apoyar la iniciativa, bajo ciertas condiciones.
Pero en un ambiente político crispado por la tenaz resistencia de la oposición y empresarios a las reformas tributaria y de educación, el proyecto enfrentará también firmes detractores. En la vereda opuesta al gobierno, el presidente del partido Renovación Nacional advirtió con expulsar a quienes lo aprueben.
En el conteo final, Bachelet podría conseguir los votos necesarios a cambio de una definición muy específica de las causales de riesgo de vida de la madre o inviabilidad del feto. O sacrificando una de las condiciones propuestas, como la violación.
LA OPINIÓN PÚBLICA
Las posibilidades de despenalizar también se relacionan con la forma que se dé del debate en un país donde hay mayor diversidad de opiniones y menos conservadurismo.
La sociedad chilena apoyó el fin de los hijos "ilegítimos" en 1994 y el divorcio el 2004. Desde el 2011 existe una ley anti discriminación, que agrava los delitos por homofobia, y se tramita una regulación para la convivencia de parejas del mismo sexo.
"La relación de la ciudadanía con las élites cambió", dice la científica política Marcela Ríos. "Con las marchas, por descontento, por su desafección con las instituciones, la ciudadanía terminó con el pacto de la transición democrática que incluía limitar el debate en torno a los temas conflictivos".
"Hoy casi nada es tabú en Chile. Discutimos despenalizar la marihuana. Tenemos voces que hablan desde los derechos de las mujeres. Los medios están perdiendo la capacidad de controlar el debate, están leyendo las redes sociales, hay mayor diversidad de opiniones", dice Ríos a BBC Mundo.
En la prensa, las siempre debatidas cifras de aborto y sus causas se han vuelto reales en casos como el de Belén, embarazada y violada por su padrastro a los 10 años. O la menor de 17 años que días antes del discurso de Bachelet quedó en riesgo vital tras un aborto.
Despenalizar la interrupción del embarazo por las causales que mencionó Bachelet es apoyado por entre el 43% y el 80% según distintas encuestas nacionales de la universidad chilena Diego Portales, FLACSO o la Corporación Humanas.
"Creo que esta vez hay apoyo en la opinión pública para avanzar en el tema del aborto", dice la presidenta de Humanas, Carola Carrera.
EL FACTOR HUMANO
Desde 1991, se han presentado en el Congreso más de diez proyectos de despenalización del aborto que han sido rechazadas, archivadas o llevan años en trámite.
La pregunta es ¿por qué este proyecto podría correr mejor suerte?
"Porque la presidenta Bachelet es la primera persona con poder que impulsa una legislación así en Chile. Hasta ahora, el tema lo impulsaron ONG, grupos de la sociedad civil, algunos congresistas. Que ella invierta parte de su capital político en esto, hace toda la diferencia", dice Marcela Ríos.
En este tema, ese poder se medirá frente a otra institución poderosa en Chile: la Iglesia Católica.
El Arzobispo de Santiago adelantó el tono del debate comparando la despenalización del aborto con las medidas anunciadas por Bachelet para la tenencia y esterilización de animales, igual que el ex Presidente Sebastián Piñera. "Con todo el respeto que me merecen las mascotas, creo que la persona y la vida humana vale mucho más que eso", dijo el prelado.
"Parece que hay más cuidado y preocupación por el bienestar de las personas que por la vida y dignidad de los niños que están por nacer", tuiteó Piñera.
"La Iglesia también es poderosa en otros países que sí han legislado sobre el aborto. La diferencia es que en Chile existen dos partidos confesionales grandes, la UDI y la Democracia Cristiana, que dominan gran cantidad de asientos en el Congreso en grupos políticos opuestos y formaron un eje transversal de oposición al tema", analiza Marcela Ríos.
"Además se formó un eje de género: los partidos masculinizados de la izquierda tradicional en Chile nunca gastaron energía en esta agenda, a diferencia de Europa, donde los partidos progresistas tomaron los derechos de las mujeres como bandera de lucha", prosigue Ríos.
La Iglesia Católica chilena además mantuvo un ascendente moral sobre la sociedad, debido a la histórica relación entre la institución y la élite, y a partir de su valiente defensa de los Derechos Humanos bajo Pinochet.
Pero el ascendente católico ha disminuido en un gobierno encabezado por una mujer separada y agnóstica, que ha privilegiado en su equipo a sectores más jóvenes y meritocráticos.
LA CLAVE DEL PASO POR ONU MUJERES
"En 24 años, el aborto nunca estuvo incorporado en los programas de gobierno. Incluso en el primer período de Bachelet, las respuestas eran casi copiadas: "el aborto no es un tema que esté en la agenda". Por primera vez esto surge desde el poder ejecutivo", plantea la abogada Lidia Casas, que estudió casos concretos de penalización de aborto en Chile.
"Creo que alguna forma de despenalización se va a aprobar. El paso de Bachelet por ONU Mujeres debería darle la fuerza moral para levantar y sostener un tema como este. No puede soslayarlo", dice Casas.
Sobre el paso por ONU Mujer, la socióloga María Inés Salamanca, coordinadora de programas del organismo en Chile con 8 años de experiencia en el sistema de Naciones Unidas, dice que Bachelet debe haber visto cómo Chile representaba una posición muy minoritaria en el mundo.
"A nivel internacional, en las negociaciones de la Asamblea General de Naciones Unidas y en la Comisión Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), Chile cada vez se encontraba en una posición más conservadora, y se asociaba en estas materias a países como Malta o Irán. Si uno observa los demás indicadores de desarrollo del país, esa asociación resultaba inusual".
Desde el ejecutivo y en un régimen tan presidencialista como el chileno, Bachelet puede impulsar la agenda y las urgencias del congreso. Pero de ser aprobado allí, la despenalización todavía podría impugnarse en un órgano superior en Chile, el Tribunal Constitucional.
En ese debate, se analizará cómo la Constitución asegura el derecho a la vida y la protección de la vida del que está por nacer, aunque la misma ley orgánica, aprobada en 1980, permitió que el aborto terapéutico subsistiera en el código sanitario hasta 1989.
EL LIDERAZGO INDIVIDUAL
Cuando Bachelet se convirtió en presidenta, marcó un fuerte simbolismo respecto al poder de las mujeres, y muchas de sus políticas públicas y de protección social tuvieron una perspectiva de género, pero esta vez la mandataria, que ya mandó una ley de cuotas al congreso, parece dispuesta a ir más allá.
"La primera vez se avanzó mucho en lo simbólico", dice Marcela Ríos. "Pero en temas de poder y derechos sexuales y reproductivos, no se avanzó nada. Ahora parece dispuesta a dejar un legado muy contundente en temas de mujer".
"Cuando se producen cambios como éste en las legislaciones, la ciencia política habla del resultado de procesos estructurales, pero también del efecto de la agencia o el poder de algunos individuos", explica Claudia Heiss, Presidenta de la Asociación Chilena de Ciencia Política.
"Si se aprueba la despenalización del aborto", dice la académica, "Bachelet podría ser una muestra de que ciertos liderazgos individuales pueden generar cambios trascendentes de política pública en los países. Que a veces, una persona, puede hacer la diferencia".