Una impactante fotografía puso los ojos del mundo en su punto más alto. Un grupo de personas ataviadas en gruesos trajes de escalador enfilan sobre una cumbre nevada. Y no cualquier cumbre, sino la del Everest, el pico más alto de la Tierra.
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A esta sorprendente imagen se sumaron luego la triste noticia de que la temporada fue alarmantemente mortal -murieron 11 personas, convirtiéndola en la temporada más letal desde el 2015- y de que se recogió 11 toneladas de basura producto de tantas visitas.
Al respecto, el montañista Juanito Oiarzabal, el primer español en escalar dos veces las tres cimas más altas del Himalaya, fue contundente. "El Everest ha perdido toda su identidad, ya no me dice absolutamente nada (...) Para mí, el Everest ya ha muerto".
Todos estos sucesos nos llevan a pensar, ¿cuán accesible se ha vuelto alcanzar el techo del mundo?
Iniciemos por los datos generales de la montaña: el pico del Everest alcanza los 8.848 metros sobre el nivel del mar, marca la frontera entre China y Nepal, hay al menos 17 rutas hacia la cima pero el 98% de personas utilizan solo dos de ellas por ser las más seguras, las temporadas de escalada se abren en mayo y en octubre por poseer un mejor clima y los primeros en alcanzar la cumbre fueron el neozelandés Edmund Hillary y su guía sherpa nepalí Tenzing Norgay.
Por si no lo tenía claro, los sherpas son los habitantes de las regiones montañosas de Nepal que, gracias a una particularidad fisiológica, emplean el oxígeno con mayor eficiencia, por lo que resultan vitales para cualquier expedición en el Himalaya.
El boom turístico del Everest inició en la década de los noventas, luego de que el lado nepalí pasara de permitir solo un ascenso por año a abrirse al público y algunas agencias turísticas comenzaran a incluirlo dentro de sus paquetes.
El montañista Juan Pablo Ruiz Soto, líder del primer equipo de colombianos que llegó a la cima en el 2001, resume el avance de este atractivo turístico en diferentes entrevistas, la más reciente de ellas fue hace unos días con CNN en Español.
"La primera vez que subí, en 1997, éramos 3 expediciones, todos éramos montañistas. Para la segunda (en el 2001) ya eran 10 expediciones y tres de ellas eran comerciales. Para el 2010 fueron un promedio de 48 expediciones, solo 10 o 12 de ellas era de montañistas", detalla.
Para esta primera temporada de escalada del año, el gobierno de Nepal (el otro camino es por el lado chino, pero el nepalí se ha convertido en el más empleado) otorgó 381 permisos para un total de 41 grupos. Un récord en toda su historia.
Según el Departamento de Turismo, cada permiso en esta temporada tiene un valor de US$11 mil para escaladores extranjeros y unos US$4 mil por cada guía sherpa, una exigencia del gobierno desde el 2013. Si suponemos que cada grupo fue guiado por un sherpa, Nepal se habría embolsado US$3.904.000 solo en los permisos emitidos durante este mes.
A esto se suma que durante las temporadas bajas los permisos cuestan US$2.750 y US$5.500. Y eso solo si contamos la llegada hasta la cumbre del Everest, en la siguiente tabla podrá ver todos los precios vigentes desde enero del 2015.
Además, el gobierno nepalí exige un depósito de US$4 mil de parte de cada equipo que ascienda al Everest, este dinero está destinado al control de la basura.
Es importante tomar en cuenta que Nepal percibe un ingreso anual de US$300 millones en promedio solo por la industria del montañismo, según la revista Time.
Y si se pregunta qué se necesita para poder hacerse con uno de estos permisos, el gobierno solo pone como requisitos que el solicitante tenga entre 18 y 75 años, y que presente un certificado médico que asegure que goza de buena salud.
No hay un límite establecido de permisos que pueda emitir el gobierno cada temporada, eso explicaría el atasco que que quedó capturado en la fotografía que le dio la vuelta al mundo y al que muchos le han atribuido la letalidad de la temporada.
Pero, volviendo al presupuesto necesario para llegar al techo del mundo, recordemos que solo hemos contado lo que nos costaría obtener los permisos y el pago para el manejo de la basura.
El veterano escalador estadounidense Alan Amette complementa el presupuesto para las seis semanas que dura la travesía con los siguientes puntos:
Lo primero será llegar desde la capital de Nepal, Katmandú, hasta el pueblo de Lukla, el precio del vuelo es de unos US$350. Desde ahí habrá que iniciar una caminata de una semana para llegar al Campamento Base del Everest. Arnette estima que durante esos días se gastará entre US$400 y US$1.000. A eso hay que sumarle unos US$20 diarios para que un animal de carga lleve su equipo.
Asumimos que en este punto el escalador ya cuenta con toda la vestimenta especial necesaria, valorizada en unos US$7 mil.
El segundo punto importante son los seguros de rescate y emergencia que se deben contratar antes de iniciar el ascenso y cuestan desde US$50 hasta US$20 mil, dependiendo de la cobertura que tengan.
En tercer lugar, cada equipo debe pagar US$2.500 a los 'Icefall Doctors', especialistas que mantienen el camino transitable. Además, cada escalador debe abonar US$200 para reparar las cuerdas que se encuentran en el camino.
Una vez en el campamento, se deberá tomar en cuenta los siguientes gastos:
1. Comida y gas: US$800 por persona.
2. Oxígeno: US$500 por botella (Se recomienda un mínimo de 5 botellas por escalador).
3. Máscara y regulador de oxígeno: US$900.
4. Pago extra a los sherpas para que suban las botellas de oxígeno: US$2.000
Claro que se puede evitar todos estos dolores de cabeza contratando a alguna de las decenas de agencias de viajes que incluyen la ruta al Everest, las cuales se encargan de todos los trámites y cuyos precios varían desde los US$40 mil hasta los US$130 mil partiendo desde Katmandú.
Cabe resaltar que a esto deberíamos sumarle el costo del vuelo hasta Nepal. En promedio, este viaje de 51 horas desde el Perú, cuesta unos US$2 mil más en esta temporada.
Aunque recuerde que, bien sea con una agencia o por cuenta propia, ningún pago garantizará que complete esta travesía extrema, ni que evite hacer cola en el techo del mundo, cada vez más congestionado.